El ministro le miente al Auror

El ministro recordó de pronto a Sybill Trelawney, que seguía parada en su despacho y que había recuperado el conocimiento.

-¿Qué estoy haciendo aquí, ministro? -preguntó ella, desconcertada.

-Yo te llamé, ¿recuerdas, Sybill? Quería preguntarte si hay algo que debería saber sobre mi reunión de mañana con el ministro de la Magia de Francia.

-Oh, sí. Lo lamento, ministro, estoy un poco cansada y suelo distraerme a estas horas. El ministro francés tiene algo muy, muy importante que contarle -añadió en un tono ominoso que parecía sugerir que su par le declararía la guerra o algo peor.

-Gracias por la advertencia, Sybill. Me será muy útil. Me alegra haberte contratado, eres el secreto de mi éxito -dijo Shacklebolt con una sonrisa. Muy orgullosa de sí misma, la ex profesora se fue de vuelta a su despacho, a solo dos puertas del de su jefe.

Cuando ella cerró la puerta, Shacklebolt se sentó en su escritorio y reflexionó por unos minutos. Sybill había hecho mención a las «Reliquias de la Muerte», un concepto que le parecía familiar al ministro pero que no podía recordar del todo. Al cabo de un tiempo, consiguió acordarse de quién se lo había mencionado por primera vez: su madre, leyéndole los Cuentos de Beedle el Bardo.

Shacklebolt se asomó afuera de su despacho y vio a su secretaria, Marietta Edgecombe.

-Marietta, ¿podrías hacerme un favor antes de irte?

-Sí, ministro, por supuesto.

-¿Podrías bajar a la Biblioteca del Ministerio y traerme un ejemplar de Los Cuentos de Beedle el Bardo?

Muy sorprendida, Marietta obedeció. La Biblioteca del Ministerio de la Magia no era tan grande como la de Hogwarts, pero era de proporciones bastante respetables, lo cual hizo que la secretaria del ministro tardase veinte o treinta minutos en hallar el libro que su jefe quería ver.

Shacklebolt leyó rápidamente El cuento de los tres hermanos, en donde se mencionaba a las famosas Reliquias de la Muerte. Cuando leyó sobre la Varita de Saúco, el ministro comprendió muchas cosas.

Una vez más, Shacklebolt se asomó para hablar con su secretaria, que ya daba muestras de estar impaciente por irse a su casa.

-Marietta, disculpa por retrasarte, pero esto era algo muy importante. Lleva el libro de vuelta a la Biblioteca y, en el camino, por favor dile a Harry Potter que suba a verme. Y luego -añadió con una sonrisa- puedes irte. Que tengas un buen fin de semana.

-Igualmente, ministro.

*** 

-Marietta dijo que querías verme, Kingsley.

-Siéntate, Harry. Me temo que ha ocurrido algo muy importante y tú debes saberlo antes que nadie.

Como Harry conocía bien al ministro, se dio cuenta de que convenía tomarse en serio lo que le dijese.

-¿Algún nuevo mago oscuro?

-Por suerte, no. Sybill Trelawney ha hecho una profecía. Auténtica, por supuesto.

Empalideciendo, Harry preguntó:

-¿Voldemort regresará?

-No. Sybill dice que las Reliquias de la Muerte están en Hogwarts, y que un mago va a reunirlas, dando inicio a otra guerra.

“Ahora, sé que tú eres el dueño de una de las Reliquias, que es quizá la más importante, la Varita de Saúco, de modo que creo que deberías saberlo. También quiero preguntarte -y quiero que me respondas con sinceridad- si sabes algo de las otras dos. Estoy dispuesto a jurar por mi magia no revelarle a nadie si tú también las tienes o sabes donde están.

-Confío en ti, Kingsley. Estoy seguro de que no será necesario que prestes juramento, no eres como Fudge o como Scrimgeour.

«Yo poseo la Capa de la Invisibilidad. Los Potter somos descendientes de Ignotus Peverell, el tercer hermano del cuento. No obstante, yo no me preocuparía mucho porque alguien intente robárnosla. Verás, la Capa de la Invisibilidad, en apariencia, no se diferencia mucho de las demás capas para volverse invisible. Es más resistente y duradera, pero nadie podría llegar a imaginar realmente que nuestra familia la haya tenido durante siglos. Mis hijos dicen que la capa es mía, de la misma forma en que yo dije que la capa era de mi padre y que mi padre probablemente haya dicho que era originariamente de su padre. Lo curioso es que durante siglos ni siquiera los propios Potter llegamos a imaginar que la capa era la Capa de la Invisibilidad de la leyenda. Yo me enteré por pura casualidad. Extraño, ¿no?

-Los científicos muggles dicen que los humanos solo usamos el 10% de nuestro cerebro, y que el 90% restante es una zona muerta. No me parece tan extraño.

-En cualquier caso, la Capa es muy útil pero no es peligrosa en absoluto.

-¿Y la Piedra?

-Yo la tuve por un tiempo, pero la dejé caer en el Bosque Prohibido. Nadie sabe donde está más que yo, y nadie más que usted, yo y Dumbledore sabe que yo la haya tenido alguna vez en mi posesión. Sería mucho más riesgoso buscarla y guardarla en Gringotts o en algún otro lugar lleno de medidas de seguridad, creo. Además, tampoco es algo muy peligroso. Lo que debería preocuparnos es la Varita.

-Por lo que tengo entendido, tú eres su legítimo propietario y la única forma de poseerla es venciéndote.

-Lo cual, y no lo digo por jactarme, no ha ocurrido todavía.

-Y no ocurrirá. A partir de ahora quiero que te dediques al trabajo de oficina, Harry. Manda a Ron, Seamus, Dean, Dawlish o a cualquier otro a encabezar las misiones.

-No creo que eso sea una gran diferencia. En primer lugar, desde que Rabastan Lestrange se entregó al Ministerio hace 10 años los Aurores no hemos tenido más magos oscuros que perseguir. La tarea más «interesante» es vigilar a los prisioneros de Azkaban. En segundo lugar, si alguien desease luchar contra mi para quitarme la posesión de la Varita de Saúco, no necesitaría hacerlo en una de mis misiones, sino que podría atacarme fuera del Ministerio.

-En cualquier caso, Harry, será mejor que no te expongas a riesgos. A propósito, ¿dónde está la Varita de Saúco?

-En la tumba de Dumbledore. La puse allí antes de regresar a Grimmauld Place, la noche del día en que murió Ryddle.

-Haré que coloquen una puerta más grande y resistente en el Sepulcro Blanco y pondré a un par de Aurores a montar guardia allí.

-Espero que eso sirva. De todos modos, la profecía se cumplirá, de un modo u otro. Ryddle intentó evitar que se cumpliese la primera profecía de Trelawney matándome, y sabemos cómo salió. Yo intenté evitar que se cumpliese la segunda entregando a Peter Pettigrew al Ministerio, pero logró escapar y ayudar a Ryddle a recuperar su cuerpo. Algo me dice que a pesar de todo lo que hagamos, alguien reunirá las Reliquias. Debemos prepararnos para la guerra.

Agradeciendo no haberle dicho que sería uno de sus propios hijos quién uniría las Reliquias de la Muerte y prometiéndose hablar con Servilia Crouch para pedirle que vigilase bien a James, Albus y Lily Potter, Kingsley acompañó a Harry a la puerta.

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