Un duelo fuera de lo común

[NOTA: Es curioso, con muy pocos días de diferencia tuve que escribir dos duelos mágicos: primero el de Gellert Grindelwald, Albus y Aberforth Dumbledore y ahora el de Albus Potter y Valerie Rosier. Y para ser sinceros, creo que este segundo duelo no me quedó tan bien como el primero. Pero aquí está, y espero que les guste.]

Albus pasó la semana siguiente entrenando todos los días para su combate con Valerie. La estrategia que había anunciado a Scorpius que emplearía había dejado a su padrino en el duelo casi boquiabierto, pero a Albus no le había importado. El chico había estudiado el tema varias veces en la Biblioteca, y había llegado a la conclusión de que, debido a la juventud de su oponente, su plan tenía serias chances de tener éxito.

Tan solo debo mejorar al máximo mis reflejos, pensaba una y otra vez en aquellos agobiantes días. Entre los entrenamientos secretos con Scorpius y las clases con Corisande, el niño casi no daba abasto.

Mientras tanto, octubre se acercaba inexorablemente, y con él la llegada al colegio de los alumnos de Durmstrang y Beauxbatons y la selección por parte del Cáliz de Fuego de los campeones que participarían del Torneo de los Tres Magos. Había muchísimas especulaciones en el colegio sobre quién de los alumnos de séptimo sería elegido campeón de Hogwarts.

La mayoría de las apuestas caían sobre la bella estudiante Miranda Hartridge, llamada «la mejor Hufflepuff desde Cedric Diggory» por Horace Slughorn, «ese tesoro» por James y sus amigos, «la sangre impura» por cada vez menos Slytherins y «la Bruja Blanca» por Albus, quien si bien era consciente de que el apodo no tenía demasiado sentido para la mayoría de sus compañeros, no podía dejar de identificarla con la villana de la primera parte de Las Crónicas de Narnia, tan mal le caía.

Albus se había puesto de acuerdo con Valerie para celebrar el duelo en la Cámara Secreta, pero se había rehusado firmemente a revelarle su ubicación. Había que agradecer que en Hogwarts a nadie se le hubiese ocurrido modificar las guardias mágicas para limitar las Apariciones y Desapariciones de los elfos domésticos. Albus logró convocar fácilmente a su propio elfo Bowy (que en rigor pertenecía a Harry, pero que también consideraba y trataba a su esposa e hijos como sus amos) y se pusieron de acuerdo en que Valerie y Roberta Goyle irían con él a la Cámara mediante la Aparición conjunta.

Scorpius y Albus habían decidido también que Ash e Isaac no asistirían al duelo, más que nada para evitar que Valerie temiese una trama y pidiese traer un par de amigos al duelo, extendiendo así la noticia del redescubrimiento de la Cámara. Al y Scor les hicieron jurar por su magia a Valerie y su madrina que no revelarían nada sobre la Cámara sin autorización suya.

Una vez que estuvieron los cuatro en la Cámara, Roberta y Scorpius se adelantaron y se pusieron frente a frente, como exigía el protocolo.

-Valerie Christine Rosier ha desafiado a Albus Severus Potter a un duelo mágico. No obstante, desea ofrecerle una última oportunidad de disculparse por sus ofensas y cancelar así el duelo. ¿Qué responde Albus Potter? -dijo Roberta, muy lentamente. Nunca debía haber pronunciado una frase tan larga y elocuente, y era claro que la había dicho de memoria.

-Albus Potter se niega. ¿Desea Valerie Rosier disculparse por sus ofensas y cancelar el duelo?

-Valerie Rosier se niega.

-Entonces, que comience el combate -concluyó Scorpius, y él y Roberta se estrecharon la mano y se apartaron rápidamente, dejando lugar a Albus y Valerie. El chico y la chica se saludaron con una reverencia.

El duelo había empezado.

Valerie levantó su varita y dijo:

–Desmaius.

El hechizo salió en dirección a Albus, pero éste se limitó a girar para que éste no lo golpease.

-¡Impedimenta! -gritó Valerie. Nuevamente, Albus se movió de modo que el hechizo no le dio. Durante los siguientes minutos, Valerie siguió lanzándole hechizos, y Albus siguió esquivándolos. La bruja lo atacaba cada vez con mayor rapidez, y Albus se movía también cada vez más rápido. Furiosa, Valerie empleó contra él un Tarantallegra y luego llegó a usar el Reducto. Albus tuvo que arrojarse al suelo y rodar para que no lo golpease. Valerie comenzó a burlarse de él, llamándolo cobarde y advirtiéndole que no estaba dispuesta a jugar con él.

Pero Albus sabía bien qué estaba haciendo. Al limitarse a esquivar sus ataques, Albus no estaba simplemente negándose a atacar, sino haciendo que Valerie se debilitase a sí misma por su propia cuenta. Él sabía que la energía mágica de un mago o bruja menor de edad era limitada y que estar lanzando demasiados hechizos no hacía más que hacer que ésta se acabase.

Albus esperaba al momento propicio, en el que atacaría a Valerie con un Petrificus Totalus; ella probablemente intentaría defenderse con un Protego, pero a esas alturas estaría demasiado débil como para que su encantamiento escudo detuviese su hechizo. El duelo terminaría rápidamente.

Durante toda la semana él había estado entrenandose principalmente en esquivar ataques de Scorpius con la mayor velocidad. No obstante, Albus no contaba con que Valerie se enfadaría tanto con su estrategia como para llegar a utilizar la maldición Cruciatus.

-¡Crucio!

Albus se quedó paralizado por la sorpresa, y fue presa fácil de la Maldición Imperdonable. Inmediatamente experimentó un dolor imposible de describir con palabras, un dolor que invadía cada centímetro de su cuerpo. Intentó contenerse, pero al cabo de unos segundos comenzó a gritar. Escuchó a Scorpius correr hacia donde él y Valerie estaban, intentando detenela, pero la corpulenta Roberta Goyle logró sujetarlo e impedirle intervenir a su favor.

No obstante, a medida que pasaban los segundos, el dolor inflingido por la Cruciatus de Valerie pareció disminuir un poco. Albus seguía sufriendo enormemente, pero era capaz de pensar, y aquella era la clave. Haciendo acopio de todas sus fuerzas, Albus bramó:

-¡GODRIC! ¡AYUDA!

Y su fiel serpiente Godric, a la que había instruido para que se quedase en el rincón más oscuro de la Cámara y que solamente lo auxiliase si él, su amo, se lo pedía, saltó de su escondite y se arrastró a toda velocidad hacia donde estaba Valerie, exhibiéndole sus colmillos amenazadoramente. Asombrada, la chica soltó inadvertidamente a Albus, y éste la apuntó con su varita y gritó:

-¡Expelliarmus!

La varita de Valerie salió volando de sus manos hasta las de Albus, quién se puso rápidamente de pie. Había ganado el duelo.

-Suelta a Scor -le dijo a Roberta, y ella obedeció, intimidada.

-¡Bowy! -llamó a continuación, y su elfo se aproximó- Llevate a Roberta a la sala común de Slytherin y luego vuelve aquí.

El elfo asintió, se acercó a Roberta, le tomó la mano, sin que la niña se resistiese, y se Desapareció con ella, regresando pocos segundos después.

Albus luego dirigió su atención hacia Valerie.

-Parece que estás en graves problemas -dijo, con gesto adusto-. Acabas de emplear una Maldición Imperdonable contra uno de tus compañeros. El castigo para un adulto que lo hace es Azkaban, pero como eres menor de edad «solamente» te expulsarán del colegio. Y ni siquiera pienses en decir que «es tu palabra contra la mía», porque sabes perfectamente que la directora o utilizará el Veritaserum o el Pensadero para saber qué pasó realmente.

-¿Y tú crees que tampoco estás en problemas, Potter? Estabas batiéndote en duelo con una compañera en un lugar que ni siquiera deberías conocer, mucho menos utilizar. ¿Acaso te parece que te salvarás de la expulsión?

-¡Vamos, vamos, Valerie! Yo no pienso decirle dónde estábamos combatiendo.

-Se enterará, Potter. Crouch no es tonta, cuando vea tus recuerdos en el Pensadero se dará cuenta de que el lugar donde estos trascurren es la Cámara Secreta de Slytherin. El hecho, Potter, es que si quieres seguir usando la Cámara, tendrás que cerrar la boca.

Albus se quedó en silencio. La chica tenía bastante razón, al final de cuentas. La directora expulsaría a Valerie, pero también le quitaría muchos puntos a Slytherin y tomaría medidas para impedirle el acceso a la Cámara. ¿Valía la pena arriesgarse a todo eso tan solo para tomar revancha de Valerie?

-De acuerdo. No te acusaré ante Crouch por la Cruciatus.

-¡Pero Al…! -exclamó indignado Scorpius.

-Scor -lo interrumpió Albus con aspereza-, el que padeció la Cruciatus fui yo, no tú, y si yo decido que no habrá ninguna represalia contra Valerie, entonces no la habrá. Pero -dijo, volviéndose hacia su rival vencida- ten en cuenta esto: te estaré vigilando de cerca. Y por cierto, ¿reconoces tu derrota en nuestro duelo mágico?

Valerie, un poco abochornada, tardó unos instantes en responder y lo hizo en voz casi inaudible.

-Sí, lo reconozco.

-Estás por lo tanto obligada a respetar tu palabra.

Lentamente y de muy mala gana, Valerie dijo:

-Me disculpo por todas las ofensas que te he hecho, Albus Severus. Y juro por mi magia no tomar represalia alguna contra tu primo Hugo por las ofensas que él me ha hecho.

-Perfecto.

Los contendientes se estrecharon las manos y poco después Bowy se llevó a Valerie, a quien Albus le había devuelto su varita, a su dormitorio.

-Albus, ¿estás loco? Esa chica empleó una Maldición Imperdonable contra ti, ¿y vas a dejar que salga impune?

-No voy a fingir que no preferiría darle su merecido, pero en este contexto es imposible. La Cámara es lo más importante.

-Ella lo interpretará como una debilidad.

-Créeme, si lo interpreta así me aseguraré de… rectificar su error. De la manera más dolorosa posible -dijo con dureza-. Y por otra parte, alguien merece un agradecimiento por su ayuda en este duelo, ¿no es cierto, Godric? -añadió con más ternura en pársel mirando a su serpiente y extendiéndole el brazo.

–Tan solo cumplí con mi deber, amo -contestó ella mientras se enroscaba en Albus.

–Es posible que me hayas salvado la vida. O quizá mi cordura. En todo caso, estuviste genial.

Godric frotó su hocico contra el cuello de Albus, en apariencia contento por los elogios.

–A propósito, el invierno se está acercando. Te toca hibernar, ¿cierto?

-Es verdad, amo.

-¿Qué te parece si te quedas en la Cámara? Es mucho más segura que cualquier árbol o madriguera que puedas encontrar en el Bosque Prohibido.

-Gracias, amo.

-No, gracias a ti.

-Me encantaría hablar pársel -comentó Scorpius mientras miraba al reptil perderse entre las sombras de la Cámara-. Ya te lo dije la noche que nos conocimos, realmente te envidio.

-Tal vez puedas aprender. Mi padre me comentó que Dumbledore sabía al menos entender el pársel, si no hablarlo. Bueno, creo que es hora de que nosotros también nos vayamos a la cama. La Cruciatus lo deja a uno exhausto.

-¿Cómo fue? -preguntó Scor con curiosidad.

-Es como si hubiese un océano de dolor y a uno lo hundiesen en él. El problema es que el dolor es tan intenso que uno no puede pensar. Por suerte yo ya había debilitado a Valerie lo suficiente, y entonces la intensidad de su Cruciatus disminuyó y pude pedir ayuda a Godric.

-Espero que nunca me toque a mí.

-Dejemos todo eso atrás. Pareces tan deprimido que cualquiera diría que perdí el duelo. Vamos, Bowy, llévanos al dormitorio. Y recuerda: no le digas absolutamente nada a mi padre.

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