[NOTA: Publiqué este capítulo hoy por error. Yo francamente quería esperar hasta el viernes. Pero bueno, ya está terminado así que está todo bien.
La escena del principio del capítulo, más que un plagio, es un homenaje a la escena de El Príncipe Mestizo en la que Harry consigue el recuerdo de Slughorn sobre Ryddle y los Horrocruxes.
¡Hasta el viernes que viene!]
Durante los siguientes dos días, Albus estuvo vigilando atentamente a Hagrid, con la ayuda de la Capa de Invisibilidad -que le tocaba usar a él aquella semana- y del Mapa del Merodeador. Ya acostumbrado a romper las reglas por lo de la Cámara Secreta, Al redescubrió el pasadizo secreto que llevaba al sótano de Honeydukes. Los Mortífagos habían bloqueado dicho pasadizo durante su paso por la dirección del colegio en 1997/1998, pero Harry, en su séptimo año, lo había reabierto discretamente, argumentando a la directora McGonagall que permitiría evacuar a los alumnos en caso de alguna otra emergencia.
Así, Al pudo seguir a Hagrid durante sus visitas a Hogsmeade. Y cuando vio al profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas salir del bar Cabeza de Cerdo con un par de botellas envueltas en papel, supo que aquella noche era el momento propicio de actuar.
Unas horas después, cuando ya el sol se había puesto, Albus salió del castillo y se dirigió con paso resuelto y escondido bajo la Capa a la cabaña de Hagrid. Antes de golpear la puerta, espió por la ventana y vio a Hagrid sentado a la mesa, acariciando a Fang y mirando las llamas (el clima de octubre ya hacía necesario encender las chimeneas, aunque no con demasiada leña). Una de las botellas compradas por el profesor-guardabosque en Cabeza de Cerdo -whisky de fuego, como Albus suponía- estaba sobre la mesa, medio vacía. Satisfecho, Al golpeó la puerta.
-Al, ¿qué haces aquí? -preguntó Hagrid cuando él se descubrió.
-Tan solo venía a hacerte una visita -dijo Albus, con jovial despreocupación-. No podía dormir.
-Ah, de acuerdo, pasa.
Albus entró a la cabaña, siendo recibido alegremente por la lengua de Fang. El chico y el semigigante se sentaron a la mesa, y Al no dejó de notar que Hagrid se movía con cierta pesadez.
La conversación entre ellos fue cada vez más fluida, a medida que Hagrid continuaba bebiendo el whisky de fuego. Los tópicos no variaban mucho: la familia y amigos de Al, los profesores, las materias, el Torneo de los Tres Magos, los campeones, los directores… Albus aludió al pasar a Olympe Maxime, y Hagrid no tardó en ponerse a hablar de ella.
-Ya sé que todo el mundo cree que me sigue gustando Olympe, pero te aseguro que no. Solo somos amigos… sí, solamente amigos.
-¿Pero estuvieron juntos antes, no?
-Sí… Por un tiempo. Creo que lo único que nos unía es que los dos somos semigigantes y nos gustan los animales, pero nada más. Ella era demasiado refinada para mí. Y no le gustaba Grawpy.
-¿Tu hermano sigue viviendo en el Bosque?
-Sí. Ya no arranca tantos árboles como antes y los centauros han dejado de tratar de matarlo cada vez que lo ven.
-¿Y su vocabulario?
-Ah, Albus, si lo vieras… ¡Ya maneja diecinueve palabras!
-¿En serio? -dijo, mientras reprimía una sonrisa- ¡Qué gran avance!
-Pero no era bastante para Olympe, ¿sabes? «No podrás humanizarlo jamás», me dijo. «No es como nosotros, es un gigante de pura raza». Pero ya lo ves, lo tengo viviendo en el Bosque tranquilamente, sin hacerle daño a nadie. A nadie humano, al menos. Tiene que comer algo…
-¿Y qué tal se lleva con las acromántulas?
-Se mantienen alejadas, bien alejadas. Mosag, la viuda de Aragog, es su nueva líder y no quiere tener problemas, sobre todo después de lo que pasó con Ryddle en la batalla final. Intenté evitar que les hicieran daño a sus hijos -dijo, apesadumbrado- pero no logré salvar a tres. Malditos Mortífagos.
-Oye, ¿y Filch sigue dandote problemas?
Las disputas entre Argus Filch y Hagrid eran ya históricas. Filch nunca había digerido que Hagrid hubiese pasado a ser profesor y por lo tanto su superior jerárquico, y no cesaba de desconocer su autoridad en cada ocasión propicia. La última pelea entre ellos había sido escandalosa, y había llevado a que Hagrid pasase el menor tiempo posible en el castillo, no queriendo encontrarse con el «asqueroso rostro de Argus Filch».
-Filch… -dijo, escupiendo al suelo- ¡No me hables de ese! ¡Me trata como si fuese un maldito alumno más! ¡Soy profesor desde hace ya veinticinco años o más y Filch sigue pensando que puede mandonearme!
-¿Por qué fue que discutieron?
-Lo de siempre, me encontró en el pasillo a la noche acompañando a tu hermano a su sala común. Ya sabes, James siempre se escapa por las noches con la Capa de tu padre y yo generalmente no le doy importancia… Pero como al día siguiente iban a anunciar a los campeones, todos estaban nerviosos por la seguridad del Cáliz y quería ahorrarle problemas, así que apenas lo encontré lo llevé de nuevo a la torre de Gryffindor. Y ese imbécil de Filch nos atrapó. Quería castigar a James, pero yo le dije que no, que yo era profesor y James estaba conmigo. Filch se puso a chillar, y yo también me enfadé un poco…
Al recordaba el incidente. Los gritos de ambos habían despertado a todo el colegio y atraido a la directora y los jefes de las Casas. James había acabado perdiendo cincuenta puntos a manos de la propia Servilia Crouch, no tanto por la escapada sino por haber desencadenado la desagradable pelea entre dos miembros del plantel de Hogwarts frente a tantos testigos extranjeros.
-Yo creo que la mayoría de los profesores estuvo de tu parte, Hagrid -se solidarizó Albus-. Salvo la directora, que debe ser imparcial, y la señora Pince…
-¡Pince, jo jo jo! ¡Claro que ella está a favor de Filch! ¡Esos dos han estado saliendo desde antes que tu nacieras, Al!
-¿En serio?
-¡Sí, claro! Después de todo, están hechos el uno para el otro. Son aves del mismo plumaje. A veces pienso que los une más el odio a los alumnos que el amor.
Hagrid ya había vaciado la primera botella y había consumido ya un tercio de la segunda. Al consideró oportuno entonces actuar.
-Hace unos días, quise sacar un libro y ella se opuso a los gritos.
-¡Sus preciosos libros! ¡Merlin no permita que un sucio alumno ose tocarlos! ¿Qué libro era?
–Transformaciones humanas avanzadas. Está en la Sección Prohibida.
-Supongo que tenía razón al oponerse -balbuceó Hagrid-. Los libros de la Sección Probida, digo Prohibida, son muy avanzados para ti…
-Pero papá me contó que él, el tío Ron y la tía Hermione consultaban libros de la Sección Prohibida ya en segundo.
-¡Sí, sí, pero ellos tenía que salvar al mundo! -dijo Hagrid entre risas.
-El libro que quiero leer no es peligroso, te lo prometo.
-No es a mí a quien tienes que convencer, sino a Pince. Yo confío en ti.
-Entonces, ¿podrías darme un permiso escrito?
-¿Cómo?
-Tú eres profesor, ¿recuerdas? Si me das permiso, puedo ir a la Sección Prohibida y leer todos los libros que quiera.
-Pince no aceptará un permiso mío. Piensa lo mismo que Filch…
-Ella debe aceptarlo, Hagrid. Le caigas bien o no, eres profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas.
Hagrid se fue envalentonando.
-Tienes razón, Al. Te daré la nota.
Se puso de pie, tambaleante, y buscó pergamino, tinta y su pluma, pero Albus sacó del bolsillo un pergamino propio, que ya estaba escrito por él.
-No hace falta que revuelvas tu cabaña, Hagrid. Ya me vine preparado. Solo firma aquí -dijo, mientras señalaba la parte de la nota donde debía ir la firma del docente.
Yo, Rubeus Hagrid, profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas, autorizo a Albus Severus Potter a consultar los libros de la Sección Prohibida de la Biblioteca de Hogwarts, con el objetivo de completar un trabajo especial que le he encargado.
Hagrid logró esbozar una firma creíble -Albus temía que el alcohol le hiciera temblar la mano- y le entregó la nota.
-No piensas usar los libros de la Sección Prohibida para nada malo, ¿cierto? -preguntó, mirando a Albus a los ojos.
-No, para nada -dijo Al.
Hagrid lo contempló unos momentos más y luego le revolvió cariñosamente el pelo.
-Vaya, creo que tomé más de la cuenta. Si no te molesta, voy a irme a la cama.
-No, por supuesto que no me molesta. Muchas gracias por la nota.
-De nada -dijo Hagrid, mientras se tendía en su rústica cama-. Eres un buen chico, Al. Igual que tu padre…
No pudo decir más, pues el sueño, auxiliado por el whisky de fuego, no tardó en vencerlo.
***
De muy mala gana, Irma Pince permitió que Albus leyese Transformaciones humanas avanzadas. Había examinado la nota de Hagrid con tanto desagrado como si fuese un trozo de papel higiénico usado, pero había debido acatar su autoridad.
La poción era relativamente fácil de preparar, pero Al no quería cometer errores y le encomendó la tarea a Agamenón, que había acabado convirtiéndose, gracias a la «protección» de Albus durante las clases que compartían, en el mejor del grupo en Pociones, con lo que se había ganado el aprecio de Axel Klotter y, antes que él, de Horace Slughorn, que antes lo trataba con frialdad por ser hijo de Rabastan Lestrange. Por precaución, los chicos no robaron los ingredientes del despacho de Slughorn, sino que hicieron una colecta y mandaron a Bowy al Callejón Diagon a comprarlos. Agamenón trabajó con infinito cuidado, y al cabo de unos tres días alcanzó a preparar una poción que lo dejó plenamente satisfecho.
Como no sabían cuánto tiempo podía tomarles la transformación, si es que esta se producía, los chicos decidieron beber la poción el sábado al mediodía, poco después de almorzar, de modo que dispusiesen de varias horas.
-De acuerdo, escúchenme -dijo Albus una vez que hubieron llegado a la Cámara-. Sé que esto es muy incómodo para todos, pero me temo que debemos desnudarnos. Según el libro, la primera transformación es más fácil si el mago no lleva ninguna prenda encima. Más tarde, uno termina aprendiendo a convertirse en animal con la ropa puesta, pero al principio tenemos que hacerlo desnudos.
Los chicos intercambiaron risitas nerviosas.
-Sí, sí, ya sé -dijo Al, sonrojándose-, supongo que tenemos que dejar de lado el pudor. Esto no es una orgía, chicos. Simplemente imaginen que estamos en el vestuario.
Viendo que ninguno reaccionaba, Albus puso los ojos en blanco y comenzó a quitarse la ropa. Pronto Livius lo imitó y luego Scorpius y finalmente todos acabaron como Dios los trajo al mundo. Los chicos evitaban escrupulosamente mirarse unos a otros, fijando la vista en las paredes.
-Bebamos la maldita poción de una vez -dijo Ash-. Ya me está dando frío.
Albus sacó varios vasos y una cuchara sopera y los fue llenando de poción uno por uno y repartiéndolos. Con los vasos en la mano, los muchachos se acostaron en el suelo.
-Bueno -dijo Al-, llegó la hora. ¡Nazdarovia!
Y bebió.
***
Albus nunca llegó a darse cuenta de que estaba perdiendo el conocimiento. Para él, fue beber la poción de un trago y un segundo después hallarse en medio del limbo.
El muchacho estaba en la oscuridad más absoluta, la noche más negra. Y sentía esa oscuridad como algo palpable, casi como un líquido en el que nadaba desesperadamente, sabiendo que mientras más rápido se moviese, más rápido llegaría a la luz.
No se equivocó. Una pequeñísima luz blanca, casi un punto, apareció a lo lejos, frente a él. Albus, entusiasmado, nadó con más fuerza. La luz comenzó a agrandarse más y más. Llegó un momento en que Albus dejó de moverse hacia la Luz -así, con mayúsculas, pensaba en ella ahora- y la Luz empezó a moverse hacia él. El Blanco invadía ahora todo, empujando al Negro hacia los confines de ese Universo bicolor. Albus veía la Luz blanca con una mezcla de miedo y excitación. Pero no podía hacer nada sino esperar que la Luz lo tocase, lo cobijase.
La Luz llegó a él, cegándolo. Cerró los ojos, pero los párpados fueron incapaces de cubrir la Luz.
Y de repente, la Luz se apagó y Albus volvió a abrir los ojos.
Estaba en el desiero, rodeado por decenas, quizá centenares de dunas. El viento soplaba a su alrededor, levantando nubes de arena, pero él no podía sentirlas contra su piel, lo mismo que tampoco sentía el abrasador sol. Albus era incorpóreo e inasible.
Poco después, el escenario a su alrededor comenzó a moverse. Las dunas se deslizaron hacia él, cada vez más rápido. Al las atravesó sin sentir nada.
El chico vio como el desierto se movía con creciente velocidad. Las dunas fueron dejando paso a una llanura de arena, que posteriormente se convirtió en una franja de tierra negra y luego en un larguísimo río. Aquí la dirección en la que Albus -o bien el escenario- se movía cambió y el chico empezó a seguir el curso del río.
La rapidez de su viaje era enorme. Unos diez o quince segundos después, Albus vio una aldea, y a su mente vino la palabra nomos. Fue casi como si una voz extraterrestre se lo hubiese dicho, pero de alguna manera Al supo que nomos era la palabra correcta para referirse a aquel conjunto de chozas en particular y a todos los conjuntos de chozas del país en general.
También vio gente en aquel nomos y en aquellos por los que pasó más tarde. Los niños casi siempre estaban desnudos. La mayoría de los varones adultos usaba sandalias y un taparrabos de tela blanca, mientras que los mujeres vestían una túnica corta del mismo color. Los niños jugaban en el agua, pero los adultos estaban ocupados en trabajar la tierra. La voz extraterrestre (¿su inconsciente, su «mitad oscura»?) volvió a hablarle a Albus y le dijo que aquellos campesinos eran fellahs. Y Albus entendió. Estaba en Egipto.
¿Cómo podía ser que su «meditación trascendental» lo hubiese llevado a Egipto? Era imposible saberlo. A Albus le gustaba la Historia en general, pero jamás se había interesado mucho en la Historia egipcia. Conocía algunas cosas básicas: las pirámides, Ramsés, Akhenatón, el paso de Alejandro Magno, Cleopatra…
Pero antes de que pudiera seguir reflexionando, empezó a ver ciudades. Las primeras eran grandes pero viejas y algo derruidas, y Albus supuso que serían Menfis, Heliópolis, Tebas, El-Amarna o alguna otra de las antiguas ciudades del país que cayeron en la oscuridad bajo la dominación de los greco-macedonios.
Albus se movía a una velocidad mareante, pero por suerte para él no tardaron en llegar al que debía ser su destino: Alejandría.
Se trataba de una ciudad portuaria que miraba hacia el Mediterráneo, no hacia el Nilo como las demás. Su periferia parecía un gigantesco nomos, cubierta de casas humildes y muy apiñadas unas contra las otras, pero el casco urbano era bellísimo. Los blancos edificios, construidos según el modelo griego, resultaban verdaderamente deslumbrantes. Albus pasó por la Biblioteca de Alejandría, que mostraba señales de haber padecido un incendio unos años antes (y Al recordó que efectivamente el edificio había sido incendiado por Julio César en el siglo I a. C.) pero que continuaba abierta y llena de personas que entraban y salían.
La velocidad y la altura de Albus empezaron a disminuir, y el chico comenzó a flotar a nivel del suelo, pudiendo así ver a los alejandrinos de cerca. Notó que había muchos fellahs deambulando por las calles de la ciudad, pero también bastantes personas de clase alta. Estas se dividían en dos grupos por la forma de vestir. Estaban los que usaban ropa griega y los que usaban ropa egipcia. Albus notó que los nobles de un grupo y los del otro se trataban con cortesía pero también con cierta desconfianza.
De ponto apareció un batallón de soldados que Albus identificó rápidamente como romanos. Los nobles de ambos grupos se mostraron nerviosos, pero Al advirtió que los egipcios parecían temerles más que los griegos. Y su impresión se vio confirmada cuando escuchó a un noble griego comentarle a otro en voz baja:
-A mí personalmente no me molesta la presencia de los romanos. Creo que se parecen más a nosotros los alejandrinos que estos egipcios a los que Cleopatra tanto admiraba.
Albus entendió lo que decía pese a que éste debía haber hablado en el más puro griego ático, una lengua que el chico ciertamente no manejaba. Aunque deseaba seguir escuchando la charla, la fuerza que lo movía continuó desplazándolo. Se cruzó con más nobles, fellahs y legionarios. Pasó velozmente por el ágora alejandrino y luego vio que se acercaba a un enorme palacio. Estaba construido con el estilo griego pero recientemente le habían agregado varios jeroglíficos a las paredes exteriores.
El interior del palacio parecía un hormiguero. Soldados romanos iban de un lado para otro, lo mismo que un enjambre de nobles alejandrinos y egipcios. Había también muchos romanos vestidos con toga, que se movían con más tranquilidad. A Albus le dio la impresión de que estaban catalogando y tasando todos los objetos valiosos del palacio, ayudados por funcionarios locales. Al vio pasar a un obeso general romano, a quien todos saludaron con efusiva adulación.
Al cabo de un rato, Albus salió a un gran patio interior del palacio. En el centro del patio había una edificación que parecía haber sido contruida bastante recientemente, cubierta de jeroglíficos. Su puerta estaba custodiada por dos legionarios, uno de ellos cincuentón y el otro de unos veinticinco o treinta años.
Tres mujeres salieron al patio, y Albus las examinó con curiosidad. Presentaban un curioso contraste. Dos de ellas, que rodeaban y escoltaban a la tercera, eran altas y muy hermosas. Al calculó que debían tener poco más de treinta años. Una era rubia y la otra pelirroja. Vestían suaves túnicas azules, llevaban algunas joyas y estaban maquilladas. Cada una cargaba en sus manos una canasta de mimbre cuya tapa impedía ver el contenido.
La mujer del medio era bajita y delgada. Su rostro (tenía la cara lavada), de grandes ojos verdes y una boca suave y pequeña, hubiera sido muy bello de no ser por su gran nariz ganchuda. Ella llevaba el pelo castaño tan corto como el de Albus. Usaba una túnica blanca muy modesta y no tenía joyas.
-Alto -dijo el soldado más joven, dirigiéndose a la mujer del medio-. Vos y vuestras damas no podéis entrar al sepulcro del general Marco Antonio sin ser registradas.
-¿Por qué no, romano? -dijo ella, con tono más cansado que enfadado.
-Por… medidas de seguridad -dijo el legionario, un poco menos seguro que antes.
-¿Seguridad? ¿Qué es lo que teméis? ¿Que le haga daño al cuerpo de Marco Antonio o a su sepulcro? ¿Que lo profane? ¿Acaso no sería eso deshonrarlo no solamente a él sino a mi misma, su esposa?
-Órdenes son órdenes, reina Cleopatra.
-¿Quién os dio esas órdenes, soldado?
-César -respondió simplemente.
-¿Él os ordenó expresamente que registráseis las canastas donde llevamos alimentos cuyo objetivo es garantizar el descanso del animus del general Marco Antonio, su pariente?
-No, reina, pero dijo…
-César me ha autorizado a celebrar este banquete fúnebre en honor a Marco Antonio. Él sabe que Antonio, en sus últimos años, adoptó la religión egipcia y con ello la creencia de que los muertos no pueden descansar en paz si sus deudos no realizan un banquete fúnebre. Él ha decidido rendir tributo a la memoria de su primo y antiguo cuñado permitiendo el banquete. Y no estará feliz si ustedes me ponen reparos.
Albus notó que hablaba con gran autoridad, y que empezaba a hacer mella en el ánimo del soldado. Pero éste hizo un último intento de imponerse.
-Tan solo requiero revisar las canastas, señora.
-Decidme, ¿habéis combatido bajo las órdenes de mi esposo?
-No, reina Cleopatra.
-Yo sí -intervino orgullosamente el legionario más viejo-. Luché con él en Farsalia contra Pompeyo y en Filipos contra Bruto. Era un gran general, sobre todo porque antes fue un gran soldado.
-¿Cuál es vuestro nombre? -preguntó Cleopatra con más suavidad.
-Tito Flavio, señora.
-Os suplico, Flavio: ahorradme esta indignidad. Dejadme honrar a mi marido, vuestro general, por última vez. Él os estaría agradecido.
Flavio reflexionó durante unos instantes, y dijo:
-De acuerdo, reina Cleopatra. Podéis pasar.
-¡Pero…! -exclamó el otro soldado.
-Dije que pueden pasar, Marcio -lo cortó Flavio, amenazante.
Marcio se quedó callado e inmovil mientras Cleopatra y sus acompañantes entraban al sepulcro. Albus las siguió.
Cuando los legionarios cerraron las pesadas puertas, el trío de mujeres pareció relajarse.
-Gracias a Isis que los hemos convencido -dijo la dama rubia.
-Yo también estoy aliviada -dijo la dama pelirroja-. Podrían haber arruinado el plan.
-Los dioses están de nuestra parte. Osiris nos desea en su reino y hemos de partir allí inmediatamente -dijo Cleopatra solemnemente-. Carmiana -añadió, dirigiéndose a la rubia-, ¿podrías sacar los ropajes de tu canasta?
-Por supuesto, Majestad -dijo Carmiana.
La mujer extrajo de la canasta un vestido púrpura. Albus recordaba que la tela púrpura era, en aquella época, muy valiosa ya que era un símbolo de la realeza y solo se fabricaba en la ciudad siria de Tiro, lo cual explicaba el hecho de que Carmiana tomase aquel vestido con tanta reverencia. La dama también sacó una gran peluca negra, una corona, un collar y dos pulseras de oro sólido y algunos frascos que contenían lo que Albus creyó que sería maquillaje.
-Tuve mucha suerte de poder sacar estas cosas antes de que los romanos llegaran al palacio. Las he tenido escondidas en mi casa desde entonces.
-Has hecho muy bien, Carmiana -dijo Cleopatra, y la dama sonrió, satisfecha-. Ahora, ayudadme a vestime.
Carmiana y la otra mujer, a la que Cleopatra llamó Iris, ayudaron a su señora a quitarse la túnica blanca y ponerse el vestido, la peluca, la corona y las joyas. Posteriormente Iris maquilló a Cleopatra con gran esmero. Una vez finalizado su trabajo, Albus evaluó que Cleopatra presentaba un aspecto más majestuoso. Era verdaderamente la reina de Egipto.
Iris y Carmiana luego levantaron la tapa de la tumba de Marco Antonio dejando expueso su cuerpo. Albus había imaginado al general como un hombre joven y atractivo, pero se llevó una desilusión. Marco Antonio, por lo que podía ver, tenía el cabello casi totalmente encanecido y el rostro surcado de arrugas y cicatrices. Su cuerpo parecía bastante musculoso y su piel presentaba ya la palidez del rigor mortis.
-Esposo -dijo Cleopatra cariñosamente-, pronto me uniré a ti en el reino de Osiris. Te lo prometo. Y también te prometo que cuando Octaviano muera, seremos tú y yo, como faraones de Egipto, quienes lo juzguemos por sus pecados. Seremos vengados por el Tiempo.
Y se inclinó hacia el cadaver y besó sus labios delicadamente.
-Abre la otra canasta, Iris -ordenó Cleopatra.
Iris obedeció, y Albus vio la cabeza de una serpiente asomarse fuera de la canasta donde había estado encerrada.
-¿Estáis segura, Majestad? -preguntó Carmiana.
-¿De que debo morir? -replicó Cleopatra, extrañada- ¡Por supuesto! No tengo intenciones de dejar que Octaviano me lleve a Roma para exhibirme como trofeo ante el populacho y luego hacerme estrangular y arrojar a una cloaca.
-No me refería a eso, Majestad. Lo que quise decir es si estáis segura de querer morir mordida por un áspid. ¿No teméis el dolor?
-Hace un tiempo yo probé distintos venenos con varios condenados a muerte -contó Cleopatra-. Mis cortesanos y yo llegamos a la conclusión de que el más rápido y menos doloroso de todos era el del áspid. Y aún si fuese el más terrible de todos los venenos, sería por mucho preferible a la humillación que me tiene preparada Octaviano. O «César», como le dicen sus acólitos.
Carmiana asintió obedientemente. A continuación, Cleopatra se acercó a la canasta y miró al áspid.
-Serpiente -le dijo-, tú serás la encargada de poner fin a la vida de Cleopatra VII Tea Filopator, reina de Alejandría, Faraona del Alto Egipto y Faraona del Bajo Egipto.
Y metió sus muñecas en la canasta. Albus no vio cómo la serpiente la mordía pero vio cómo el rostro de Cleopatra se contraía cuando los colmillos del animal se hundieron en su carne. La reina sacó sus muñecas y Al vio la marca de los dientes debajo de su mano izquierda.
-Gracias -le dijo al reptil. Iris y Carmiana la apoyaron en el suelo y le colocaron una almohada púrpura bajo la cabeza.
-Adios, amigas -les dijo la reina a sus damas.
-Hasta pronto, Majestad -dijo Iris con lágrimas en los ojos.
Cleopatra cerró los ojos. Las damas vigilaron su respiración hasta que esta se interrumpió. Luego, sin decir palabra alguna, se aproximaron a la canasta e hicieron que el áspid también las mordiera. Iris fue la primera en ser mordida y en morir. Carmiana, por su parte, alcanzó a arrastrarse hasta donde estaba Cleopatra y acomodarle la corona. Justo en ese momento irrumpieron los soldados romanos. Carmiana los miró son una sonrisa burlona antes de perder el conocimiento.
Por un momento, los soldados quedaron paralizados, observando la escena de la reina y sus damas muertas a los pies del sepulcro de Antonio. Pero la entrada de un nuevo personaje los sacó de su trance. Albus dedujo de inmediato que se trataba de Cayo Julio César Octaviano.
Lo primero que lo sorprendió era lo parecido que resultaba a su amigo Scorpius. Octaviano tenía ojos grises, piel muy blanca y rasgos faciales afilados. Se diferenciaba en que su cabello era más dorado que platinado y lo llevaba más corto que el de Scor. Y los ojos eran infinitamente más fríos.
Octaviano fue quien rompió el silencio.
-¡Olimpo!
Un hombre calvo y vestido a la griega se abrió paso entre los soldados.
-¿Sí, César?
-Revísalas y dime si se las puede salvar.
Olimpo se acercó, y Al notó la pena que mostraba su rostro. Debía haber sido médico de Cleopatra. Les palpó el pulso a los tres cadáveres con mucha delicadeza y dio su diagnóstico.
-La reina Cleopatra e Iris han muerto. Carmiana morirá en pocos minutos.
Octaviano no se inmutó. Con dos grandes pasos llegó hasta donde estaban los cuerpos y vio la canasta con el áspid dentro.
-¿Usaron esa serpiente?
-Diría que sí -dijo Olimpo.
-¿Y cómo -dijo Octaviano, con un tono helado- lograron introducir a la serpiente aquí?
-Yo las dejé -intervino Tito Flavio-. Mi compañero Quinto Marcio quería registrar las canastas, pero la reina me convenció de no hacerlo. Acepto toda la responsabilidad.
Octaviano lo miró con sus ojos glaciales durante unos segundos y dijo:
-Llévenlo al patio. Haré que mis lictores lo azoten en los tobillos con sus fasces por su insubordinación.
Flavio salió del sepulcro con la frente bien alta. No parecía orgulloso ni avergonzado, sino simplemente tranquilo.
-Y en cuanto a esa bestia -dijo Octaviano, señalando al áspid-, mátenla.
Y salió del sepulcro para hacer azotar a Tito Flavio.
Un oficial se acercó a la canasta, tomó con mucha precaución al áspid del cuello y lo colocó encima de la tapa de la tumba de Antonio. Luego hizo que un soldado desenvainase su espada y le ordenó cortarle la cabeza al reptil.
Albus miró al áspid a los ojos, y detectó en ellos un brillo familiar. De repente deseó que no lo matasen. Y su deseo le fue concedido: el soldado se paralizó antes de descargar su espada sobre la cabeza de la serpiente. De hecho, todo el mundo se paralizó. Albus sintió por fin que no era movido por ninguna fuerza, sino que podía moverse por su cuenta. Lentamente y sin dejar de mirar los ojos del áspid, se acercó a él.
Apoyó su dedo sobre el hocico de la serpiente, y la Luz volvió a invadirlo todo.
Albus volvía a flotar en la Luz. Pero esta vez estaba acompañado. El áspid estaba a su lado, o encima suyo, o debajo suyo, o detrás suyo, o adelante suyo. O dentro suyo. O en todos esos lugares a la vez. Albus sentía como si el áspid y él se estuviesen fundiendo. Él era el áspid, el áspid era él.
***
En la Cámara Secreta, comenzaron a brotar lágrimas de los ojos del inconsciente Albus. No lloraba de pena, sino de alegría. Su animal interior y él se habían encontrado, y para el chico era como si se hubiese reencontrado con un hermano perdido. O mejor, con un fragmento de su alma. A Albus lo inundaba un sentimiento de completud.
Y fue en ese momento que se produjo la transformación. En el pecho de Albus, entre las tetillas, apareció una bola de luz. Esta fue expandiéndose y expandiéndose, como una burbuja, iluminando toda la Cámara y envolviendo el cuerpo de Albus hasta hacerlo desaparecer. El único que vio la luz fue Godric, que se despertó de su letargo invernal. Los demás chicos continuaron sumidos en sus propios sueños inducidos por la poción.
La luz continuó expandiéndose, pero de repente se detuvo y empezó a contraerse. El envoltorio del cuerpo de Albus se fue achicando y achicando hasta ser más pequeña que Al. Su forma dejó de ser la de una burbuja y pasó a ser más alargada y estrecha. La de una serpiente de luz.
Ante la atenta mirada de Godric, la luz se apagó, dejando en su lugar a un áspid.
Y el Animago Albus Severus Potter abrió los ojos a un nuevo mundo.
[NOTA SOBRE LA VERACIDAD HISTÓRICA: Los personajes de Iris y Carmiana son reales. Fueron damas de compañía de Cleopatra VII y se suicidaron junto a ella. Tengo entendido que Carmiana llegó a intercambiar palabras con uno de los romanos que irrumpió en el sepulcro de Antonio antes de morir, pero como no recuerdo exactamente qué diálogo mantuvieron, lo limité a esa sonrisa. El médico de Cleopatra se llamaba Olimpo y si bien no sé si examinó los cadáveres, Plutarco cuenta que estuvo presente cuando los encontraron y también, si no me equivoco, dejó un relato escrito de la muerte de la reina en el que dicho historiador se basó. La descripción física de Octaviano es, en general, veraz: el primer emperador era delgado, de corta estatura y tenía ojos grises y pelo rubio. Para una descripción más detallada conviene leer a Suetonio. Los personajes de Tito Flavio y Quinto Marcio son inventados.]
Wow!! que buen capi!!
Y largo… Me dejó exhausto escribirlo.
No es por nada pero sería bueno que siguieras cometiendo «ese» tipo de errores.. es que escribes muy bien, si puedes me gustaría que dejaras tu msn para poder conversar contigo, antes de que te vuelvas un escritor famoso.. jajaja, pero en serio me gustó mucho como incluiste a Al en esta historia, me encanta toodo lo que tiene que ver con Egipto, este fue uno de mis capítulos favoritos, tiene incluidas las 2 cosas que más me gustan, Harry Potter y la cultura Egipcia!!
Y si estaba un poco largo.. jeje
Es raro como mezclas el capítulo con Historia de Egipto. Interesante, pero extraño.
Me imagine que convertirías a Albus en una serpiente, aunque no especificiamente una áspid áspid.
Ya veremos que sucede en los próximos capítulos.
PD: Si Hogwarts existiera… Me gustaría ir con Ginny a la Cámara de los Secretos 😉
Hola, soy nueva, me encanta tu fic, tienes ese no se que por el cual te quedas con ganas de mas. Espero que actualizes pronto y que sea tan interesante como los demas capitulos te felicito. Las personas como tu tienen un futuro por delante Exito en la vida porque como escritor le haces la competencia a J.K. Rowling.
oh cuantos recuerdos!
8 años sin vagar por los «nomos»
y HAgrid en el futuro! a él de hecho lo buscaría primero en Hogwarts
creo que el médico de Cleo las debe haber más que chequeado a la usanza de los de entonces
Es un capítulo excelente.
La verdad, felicitaciones.
Me encanto!!! Me muero por leer el proximo capitulo.
Si es que puedes, trata de escribir mas seguido, porque no me gusta esperar todo una semana… jeje.
Saludos!!!
Muy bueno este capítulo!!! Una serpiente… yo tambien me lo había imaginado, sobre todo cuando el aspid entro en escena
Muy buena la historia… mezclar con la historia egipcia y todos los detalles, wao!!! debes haber investigado bastante. aunque siempre imagine el proceso de convertirse en animago como algo un poco mas dificil que beber una pocion… no por nada James Potter y sus amigos que eran considerados los mejores del colegio no lo lograron sino hasta el quinto año
No tuve que investigar historia egipcia para escribir este capítulo, sino para un examen que me tomaron a principios de diciembre. Pero aún así, gracias por los elogios.
Yo también pensé que les estaba haciendo las cosas quizá demasiado fáciles a Albus y sus amigos, pero hay que tener en cuenta que, aparte de beber la poción, hay que encontrarse y unirse con el animal interior.
Saludos
Excelente capítulo !!! He quedado divinamente encantanda, especialmente por esos trazos históricos que introduciste increíblemente bien, felicidades!
Extraño, pero bueno… seguire leytendo
al principio no entendia xq te adentraste tanto en la cultura egipcia pero todo tuvo sentido esta muy bueno este cap!! te felicito martin lo estas haciendo super!!!
SERPIENTEEE?!?!?!?!parece que si tenemos a un mini-voldemort en potencia… O_O wenissimo tu relato segui asiii *__*
Es la primera vez que comento desde que empecé a leer y tengo que decir que me gusta muchísimo la continuación que estás haciendo de las historias de Harry Potter, con Albus como protagonista. En algunas cosas avanzas muy rápido, pero es un fanfic, no se puede esperar más.
Lo que no me gustado es convertirse en Animago sea tan sencillo. No sé… teniendo en cuenta el grado de complicación que tiene ese tipo de transformación, ¿no ha sido demasiado fácil? ¿Una poción? Y encima tampoco es que la poción fuera muy complicada. No sé, no me ha convencido. Por lo demás, todo genial.
Si no te gusta, ¿por qué no lees otro fanfic o escribes el tuyo? Como dicen en The cell: «My world, my rules».
Cuanto suelen vivir los perros en el mundo de los magos, porque, si no recuerdo mal, Fang ya estaba bastante viejo cuando Harry estaba en el colegio…
No lo sé, y creo que tampoco me importa. Yo soy el narrador, y si quiero que Fang viva tanto como un ser humano, así será.
creo q te molestan un poco los comentarios, lo digo por tu forma de expresarte,pero recuerdan son solo comentarios y no todos pueden ser buenos…
por mi parte solo puedo decirte muchas felicidades,otro muy buen capitulo!!:-)
saludos!!
No es que me molesten, es que a veces tengo poca paciencia y soy más áspero de lo que debería.
si, se alcanza a percibir q t sacas de onda a veces. igual todos somos asi de agrios alguna vez….o es de pronto el stress.
Dios como he venido ddiciendo a lo largo de la historia de que Albus tiene una gran parecido con Tom Ryddle, y este capitulo me lo avab de dejar mas claro, eres soprendente Martin como mezclas todo. EXCELENTE CAPITULOS. Seguire leyendo
me encanto el capítulo, ya que también me gusta la historia de egipto. un poco antes de llegar a la mitad del capítulo dedusí que la forma que tomaría Albus sería una serpiente, y no estuve legos ya que fue una áspid (Vipera aspis) es una especie de víbora.
genial…el mejor asta aora en narrativa
hola martin…
vaya, me sorprendes con tus conocimientos sobre egipto… yo para los nombres soy pesima, pero ya sea por cuenta o por examen, si la dominas..
me imaginaba que albus se convertiria en serpiente, pero no en un aspid, la mas venenosa de todas las serpientes…
ahora falta ver en que se convierten los demas… Sera que Scor se convertira en hipogrifo y terminara de matar a su padre???? jajaja
bye
Concuerdo con Alehandro Martínez (o creo que es DrHallows) en que se me hace raro como mezclas las dos historias, como relato me gusta mucho es mas tienes un gran talento, pero como Harry Potter no se lo de orgía no me lo imagino en los personajes o la importancia que tuvo la historia de Cleopatra, también veo a un Albus muy diferente al que se sube al tren preocupado, pero igual todo esta muy bien igual los otros capítulos me tienes enganchado, que bueno que piensas seguir escribiendo.
buen capitulo.
muy largo!! esta bknn !gracias
olvida a harry potter y haz tu propia historia. lo haras realmente bien
hola q tal me parece q escribes muy bien y q en realidad tienes ideas fantasticas es la primera ves q comento y eh estado leyendo y me parece que tienes madera pero en algunas ocaciones como este capitulo estas mesclando varias cosas y seria mejor que siguieras con tu historia sin esos momentos que a mi parecer no tienen que ver con la literatura de harry potter pero muchas felicidades tienes una gran imaginacion
Oe me encanta tu historia, es el primer fanfic que leo. Aunque hay algunas cositas que no me cuadran – como k a cada rato menciones fechas, jk no lo hacia, debes tener una linea de tiempo pegada en tu escritorio no? jajajaja- es muy bueno y realmente tienes pasta de escritor. Lo mejor es k d¡ le des un toke sexual a la historia, lo hace ver mas creible que el libro original _total, no por ser heroe harry debio dejar de ser adolescente no jajaja. Wenu, seguire leiendo xk ta intenso jajaja
bueno un poco largo…pero fue muy bueno e interesante…segui asi!
quiero decirte q me gusta tu forma de escribir, tus ideas son muy buenas y el fanfic es bueno pero pienso q deberias regirte un poco mas por las pautas dejadas por la senora Rowling y optar por seguir algunos consejos de los comentaristas
wow!!!
simplemente GENIAL!!!
m enkanto komo kontaste la historia!!!
y tienes razon en molestarte x los komentarios d personas k te kritikan jejejeje.es TU fanfic y lo mejor dl mundo!!!
saka tu propia historia!!!
de seguro tendrias muxo exito!!!
bueno,nOS vemos y espero k sigas escribiendo tan bien komo hasta ahora ;D
XOXO
«TrAvEsUrA rEaLiZaDa……»
sabia q Albus se ica a convertir en serpiente
albus en serpiente lo sabia
Este inicio que leo, es como estar leyendo el libro de harry y la cámara secreta, me imagino que te inspiraste en ella, pero sigue siendo muy buena la forma en que entrelazas toda la trama.
Felicidades, sigo de cerca cada capitulo.
Tenes el digno temperamento de un escritor… y claro, como te va a importar lo q los demás piensen si sabes q lo van a seguir leyendo, xq, y aca va mi oponión, el relato es realmente muy bueno.
A mi tampoco me convencio tanto lo de poción pero la visión de Albus y todos los datos historicos que aportaste a la historia fueron geniales. Al principio me senti como cuando leí el capitulo «los Gaunt» de J.K., no x lo q dice, sino xq me costo entender hacia donde iba, pero una vez finalizada la lectura, valio la pena jeje
No te enojes x el comentario q hizo «ANA» sobre Fang, hay varios personajes q ya pasaron los cien años, me parece…. 😛 (es una forma de decir) En fin: Felicitaciones x tu trabajo!!
Otra vez GENIAL!!!!!!
n c como l haces…
no tardas en convertirte en un escritor famoso…
FELECIDADES!!!!!!!
=)
es mentira la fisiologia de los hombres de esa region es opuesta. los hombres eran por lo generel petisos de cabellos negros y piel blanca o palida. en cuanto a marco antonio y cleopatra murieron juntos, marco antonio se clavo su propia espada y cleopatra efectivamente se hizo morder por una serpiente
Te recomiendo informarte mejor: Cleopatra se suicidó un tiempo después de la muerte de Antonio, cuando ya la ciudad había caído en manos de Octaviano y ella sabía a ciencia cierta que se la llevarían a Roma para ser ejecutada. En cuanto a la fisiología de los egipcios, me parece que en el capítulo el único personaje descrito en detalle es Cleopatra -que era de ascendencia macedonia, no egipcia-, por lo que es muy injusto de tu parte criticarme por eso.
Wuau!!!! que capítulo estuvo buenísimo!!!! Estoy ansiiosa por saber en que animal se convierten los demás chicos, sobre todo por saber el animal de Livius! Es un de mis personajes favoritos!!
Besos de Anto desde 😀 😉
WOOOOWWW CAPITULAZO, MAS QUE ENGANCHADA A LA HISTORIA
y supongo que salvaste ese examen jeje
muy bueno, sigo con el otro. 🙂
estaba cantado k se convertiria en serpiente, totalmente predecible y la historia de egipto, increiblemente aburrida y para alargar el capitulo
joder xq metiste tanta historia, no es ke odie a cleopatra ni a los romanos sino que asu q odide es leer de muxa historia. Si ubiera sido un lobo seguro ubiera visto eskimales o vikingos :S
Quien se jodió eres tú, ya que deberías saber que el autor del fic es estudiante de Historia, así que todavía vas a leer varias partes o referencias «históricas» por aquí… Jajaja.
te encanta lo YAOI Martín… si necesitas inspirarte, mira el anime Jon Jou Romantica… jeje… sos un gran escritor, seguí para tenernos entretenido a todos.
kiss
Me pareció original que Martín entremezclara algo que sucedió hace siglos en la vida real con la historia de Harry Potter… ¡Y lo más sorprendente es que Albus ocupará el cuerpo de la mismísima serpiente que mordió a Cleopatra!
Lo que me sigue pareciendo incoherente fue la forma tan rápida y fácil de haberse convertido en animago… Creo que mínimo debió de haberles costado más trabajo de elaborar la poción a Albus y su pandilla, ya que se supone que hay muy pocos animagos en la comunidad mágica por la dificultad y el tiempo que representa poder hacerlo…
Está muy bien que aproveches tus conocimientos de historia para introducirlos en el fic. Esto le da mayor madurez y al fin y al cabo es lo que hacen los grandes escritores, documentarse para ser lo más fieles posibles a la historia que quieren contar.
Felicidades.
Me parece interesante toda la historia en torno al encuentro de Al y su animal interior. Supongo que cada persona que logra convertirse en animago viviría una experiencia parecida. Lo único que tengo que objetar es que todo pareció demasiado fácil… está claro que Al es un mago excepcional, pero a los 12 años… Bueno, siempre me imaginé que los merodeadores lo habrían intentado durante meses. Saludos.
Acá se nota que sos estudiante de historia ! (ahora supongo, un graduado)