El sombrero y el vendedor de pociones

Albus miró como su padre entraba nuevamente en la chimenea y desaparecía entre las llamas verdes. Luego se volvió hacia la puerta, listo para llamar de vuelta a Servilia Crouch. No obstante, algo lo detuvo. En una de las vitrinas, a pocos centímetros de la espada de Godric Gryffindor, descansaba el Sombrero Seleccionador. Albus se aproximó y notó que la puerta estaba sin cerrojo. El adolescente vaciló durante algunos instantes, pero aquel día se sentía bastante osado, de modo que optó por tomar el Sombrero y colocarselo en la cabeza.

Albus Potter, susurró la voz del Sombrero en su oído, qué placer estar de nuevo en tu cabeza.

-No estuviste mucho tiempo la vez anterior -comentó Albus con sorna.

Lo cual lamento mucho, pues me habría interesado tener una charla contigo. Pero tu mente era tan claramente Slytherin que no quise perder el tiempo y te mandé allí enseguida.

-Me alegro de que lo hicieras. Al principio me sentía un poquito abochornado por ser el único de mi familia en ir a esa Casa, pero ahora estoy orgulloso.

Esa es la actitud correcta, siempre y cuando no sea acompañada por el desprecio hacia otras Casas. Por suerte veo que no es tu caso. Te has formado un grupo muy heterogéneo.

-El «Ka-Tet», como lo llama mi amigo Livius…

La Torre Oscura, ¿cierto?

-¿Cómo lo sabes?

Uno de los alumnos que sorteé en 1992 había leído las primeras novelas de esa saga.

-Pero, ¿eres capaz de saber todo sobre nosotros?

Bueno, al principio me costaba más. Los Fundadores no solo pusieron sus personalidades en mí, de modo que supiera qué alumnos habrían escogido ellos, sino que me dieron el poder de practicar la Legeremancia. En los primeros siglos, mis poderes no estaban tan desarrollados y me tomaba más tiempo leer la mente de los niños, pero con el paso del tiempo me he vuelto rapidísimo y puedo conocer sus personalidades y capacidades en un abrir y cerrar de ojos. A través de sus mentes, he conocido y aprendido muchas cosas, Albus.

-Fascinante. ¿De modo que sabes cuál es, por ejemplo, mi saga de películas favorita?

La de El Padrino, respondió el Sombrero sin la menor vacilación.

-¿Mi fruta preferida?

El kiwi.

-¿Mi canción favorita de Guns ‘N’ Roses?

Patience.

-¿Cuántas lenguas hablo?

Tres: inglés, pársel y bastante francés.

-¿Cómo aprendí francés?

Te enseñaron tu tía Fleur, tu primo Louis y tu amigo Scorpius.

-¿Cuándo descubrí que sabía hablar pársel?

En tu primera noche en Hogwarts.

-¿Cuál es mi lugar favorito del colegio?

La Cámara Secreta de Salazar Slytherin.

-¿Cuál es la forma de mi boggart?

Tus amigos apuñalándote, lo cual representa la traición.

-¿Cuál es mi peor recuerdo?

Por ahora, la ocasión en que Valerie Rosier te atacó con la Cruciatus.

Albus se asustó. ¿Con solo ponerse el Sombrero le había enseñado todo eso? ¿Y si se lo contaba a Servilia Crouch?

No se lo contaré a nadie, Albus. Jamás revelo a nadie los secretos que veo en las mentes de las personas. Jamás. Puedo hablar de sus personalidades en general, pero jamás de sus secretos. Es injusto con ellos.

-Oye, ¿mandaste a mi hermano James a Gryffindor enseguida o lo pensaste un poco?

Lo hice enseguida, como contigo. James tiene la astucia de un Slytherin, pero en todo lo demás es puro Gryffindor. Lo mismo ocurría con tu abuelo.

-¿Puedes ver el futuro?

No. Muchos creen eso, pero lo cierto es que solo puedo ver el presente de las personas y suponer cómo será su porvenir.

-¿Imaginaste el de Tom Ryddle?

Supe que llegaría lejos en cualquier camino que eligiese, tanto el del bien como el del mal. Tom hubiera podido restaurar la estirpe de Salazar sobre nuevas bases, más gloriosas. Podría haber redimido a su Casa de los pecados con los que se la suele asociar. Pero prefirió otra clase de gloria, más destructiva que constructiva. Lo curioso es que no le guardo rencor. Puede que haya intentado quemarme, pero nunca creo que sea capaz de odiarlo o de despreciarlo como en tu caso. He visto tantas cosas, tantas mentes… Es imposible para mí juzgar si alguien es bueno o malo, porque he conocido muy pocos personajes totalmente sublimes o abyectos.

-Y dime, ¿cuál supones que será mi futuro?

No creo que termines como Tom, si eso es lo que temes. Escuché tu charla con tu padre. Como tú bien dijiste, hay dos cosas que te separan de Tom: primero, que él era un racista. No creo que eso haya que discutirlo, dada la forma en que defendiste a Ash Bennett. Segundo, lo que tu llamaste «cobardía». Tom le tenía miedo a la muerte, y tú no. No es que seas un suicida, pero le temes menos a la muerte que a la traición de tus allegados, como lo demostró el boggart. Tom, en cambio, no temía que sus allegados lo traicionasen porque jamás confió en ninguno de ellos tanto como para que una eventual traición fuese realmente peligrosa.

No obstante, yo diría que tú también tienes el potencial que Tom tenía, un potencial para construir un nuevo mundo o destruirlo… Quizá incluso para intentar lo primero y terminar haciendo lo segundo. Como Tom, tú buscas ser un mago poderoso, y probablemente lo conseguirás. Para qué utilices esos poderes depende de ti.

***

Intranquilo, Albus finalmente salió del despacho de la directora y fue acompañado por ella hasta la enfermería. Allí encontró a Agamenón y su madre, junto con Lily y Alcyone.

-Creo que nunca nos han presentado -dijo Albus a la señora Asset, tendiéndole la mano-. Soy Albus Severus Potter.

-Charlotte Asset -respondió la madre de Agamenón, y Albus advirtió sin mucha sorpresa que no usaba su apellido de casada. Charlotte no parecía del todo cómoda en presencia de Albus; por un lado sabía que el chico era un buen amigo de su hijo y que lo había defendido, pero por el otro no le gustaba que Agamenón se juntase con chicos tan problemáticos.

No obstante, en aquel momento su mayor preocupación era cómo librarse de las horribles trenzas que le habían puesto a Agamenón. Interrogados acerca de la poción que le habían hecho tomar, Eugene y los suyos habían jurado que ellos no eran los que la habían fabricado sino que solamente la habían comprado, pero no quisieron decir a quién. La enfermera Pomfrey y el profesor Slughorn habían hecho varios intentos de hacer que se le cayeran las trenzas, pero pronto comprendieron que la única manera de quitárselas era con una poción que lo dejase completamente calvo, y ni Agamenón ni su madre estaban dispuestos a tamaño sacrificio. Por lo pronto, se decidió que Agamenón se quedaría en la enfermería lejos de la vista del público.

Por suerte para el chico de Gryffindor, James Potter decidió intervenir en el asunto. Aquella noche, cuando Albus volvía de cenar, fue abordado por su hermano mayor.

-Al, necesito hablar contigo.

-Está bien -respondió Albus. Su relación con James ya se había normalizado del todo, después de sus cortocircuitos durante el primer año. James lo condujo al pasillo en donde se encontraba la entrada de las cocinas.

-¿Qué ocurre? -preguntó Albus al llegar allí.

-Fui yo quien le vendió la poción a Finnigan -dijo sin rodeos-. No sabía que la iban a usar en Agamenón, te lo juro -se apresuró a añadir, viendo que Al comenzaba a indignarse-. Lamento no haberles preguntado a quién se la iban a dar, si me lo hubieran dicho me habría negado a vendérselas.

-¿Cómo es que vendes pociones, James?

-Bueno, tú sabes que siempre he sido bueno en la materia. Es más, creo que Agamenón y yo somos los mejores del colegio. Curioso para ser dos Gryffindors, ¿no? Pero bueno, hace poco encontré un lugar donde puedo preparar pociones sin ser molestado, y entonces se me ocurrió usarlo para inventar pociones nuevas.

-¿Y luego comenzaste a comercializarlas?

-Bueno, sí. Quiero comprarme la nueva Nimbus. Tu amiguito Malfoy me está dando muchas dificultades, y creí que si conseguía una escoba de último modelo podría alcanzar cierta ventaja.

Scorpius se había convertido en el nuevo Buscador de Slytherin a principios del año escolar, y había demostrado en el primer partido un talento excepcional para atrapar la snitch, amenazando el reinado casi indiscutido de James como el mejor Buscador del colegio. El diminutivo con el que Albus llamaba a su mejor amigo, «Scor», se había difundido y comenzaba a ser empleado por sus seguidores para alentarlo, aprovechando su doble sentido. A Albus le importaba muy poco el Quidditch, pero no podía ser ajeno a la naciente rivalidad deportiva entre su hermano y Scorpius.

-Ya veo. ¿Tienes muchos clientes?

-Bastantes. No me faltan muchos galeones para comprarme la Nimbus, aunque de todos modos creo que seguiré vendiendo.

-Algún día tendrás que contarme más sobre este lugar que usas como laboratorio. Pero lo que ahora me gustaría saber es cómo sacarle las trenzas a Agamenón.

-Solo si me prometes no contarle a nadie acerca de mi negocio -Albus alzó las cejas con desconfianza y James añadió, a regañadientes-. Te aseguro que en lo sucesivo les preguntaré a mis clientes para qué quieren usar la poción.

-Así está mejor. De acuerdo, entonces te prometo que nadie se enterará de tu negocio de venta de pociones por mí.

-Toma -dijo James dándole un frasquito-. Allí hay un poco de unguento que fabriqué especialmente para contrarrestar los efectos de la poción. Haz que se lo frote en el cuero cabelludo, en la zona de las trenzas, y se le caerán en menos de una hora. Pero dile que lo haga por la noche, sin que nadie lo vea. Así creerán que las trenzas desaparecieron por su cuenta.

-¿Desaparecerían por su cuenta? -preguntó Albus.

-Sí -contestó James, sonrojándose-, pero dentro de un año. No creo que Agamenón quiera esperar tanto.

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