Memorias de Livius Black VIII

El primer acontecimiento que vino a romper el tedio de nuestra existencia cotidiana en Hogwarts fue la breve desaparición del Auror Ted Lupin. El 6 de noviembre, Lupin visitó a la directora Crouch con el objetivo de averiguar si había alguna vacante en el plantel docente (la de Hestia Jones, profesora de Transformaciones, para ser más precisos). Crouch le confirmó que no había vacantes, y Lupin se dirigió a continuación a la cabaña de Hagrid, para que este lo acompañase fuera de los terrenos del castillo, y luego él pudiera ir a Hogsmeade. Albus, Scorpius y yo nos enteramos de ello de boca del propio Lupin, a quien nos encontramos en el vestíbulo poco después de su entrevista con Crouch. Tuvimos una charla muy breve e insustancial, y luego Lupin siguió su camino y nosotros el nuestro. Albus luego se separó de nosotros, diciendo que tenía que visitar la Cámara Secreta, Scorpius dijo tener que ir a la biblioteca y yo fui a la Torre de Gryffindor para ver a Alcyone (ella me había dado la contraseña a principios de año para que pudiese visitarla cuando tuviese ganas).

Tras una hora y media o dos horas allí, escuchamos la voz de la directora, amplificada mágicamente:

-Atención, estudiantes: es necesario que todos regresen a sus salas comunes inmediatamente. Pido a los prefectos que se ocupen de reunir a los alumnos de sus respectivas Casas.

James Potter me indicó que debía irme a la Torre de Ravenclaw, y tras despedirme de Alcyone lo obedecí, intrigado por saber a qué se debería esta decisión de la directora. Por suerte no tuve mucho tiempo para hacerme preguntas que no podía responder, ya que Albus y Scorpius me interceptaron en el pasillo, mientras me dirigía a mi sala común. Con una vívida expresión de preocupación en el rostro, Albus me contó que había oído que el Auror Lupin, el ahijado de su padre, había desaparecido y que Crouch había puesto a todos los profesores a buscarlo dentro y fuera del castillo.

-Tenemos que decirle a Crouch que nosotros fuimos los últimos en verlo, y que cuando lo hicimos él estaba a punto de salir del castillo. Así, concentrará sus esfuerzos en los terrenos exteriores -dijo Albus con resolución.

-Estoy de acuerdo -dijo Scorpius en el mismo tono. Yo asentí con la cabeza, y los tres nos dirigimos al despacho de la directora.

Como no conocíamos la contraseña, tuvimos que esperar en la puerta durante unos quince o veinte minutos hasta que el profesor Longbottom salió y nos vio allí. Cuando le dijimos el objeto de nuestra visita, Longbottom nos dejó entrar. Crouch parecía nerviosa pero compuesta. Escuchó nuestra historia con atención, nos hizo un par de preguntas y luego nos agradeció y nos instó a regresar a nuestras salas comunes.

Basándose en nuestra información, la directora mandó a los profesores a buscar a Teddy fuera del colegio y a los prefectos a buscarlo dentro. Fue Hagrid quien lo halló inconsciente en el huerto cercano a su cabaña, y fue él quien lo llevó en brazos a la enfermería. La señora Pomfrey lo examinó y dictaminó que tan solo había sido Aturdido, pero el asunto era de una gravedad innegable, de modo que el propio Harry Potter, jefe del Departamento de Aurores, vino al colegio para investigar.

Hay que decir que eso no sirvió de mucho. El agresor de Lupin había sido muy astuto, usando la varita del propio Auror para Aturdirlo y Desmemorizarlo. Lupin despertó siendo incapaz de recordar nada que hubiese ocurrido antes de la noche anterior; todo lo que le había pasado aquel día había sido borrado de su memoria, y esa fue la única pista sólida que los investigadores consiguieron: el hecho de que el Obliviate le hubiese borrado tantos recuerdos indicaba que el atacante no dominaba del todo el hechizo. Eso parecía entonces apuntar a un mago menor de edad, y esa fue la postura de Crouch, pero Harry señaló que también había magos adultos que tenían problemas con el Obliviate. De cualquier modo, tanto la directora como el jefe de los Aurores coincidieron en que el colegio corría peligro, de manera que durante el resto del año el Ministerio puso varios Aurores a patrullar los terrenos. Como resultado, tendríamos que suspender nuestras incursiones de los viernes al Bosque Prohibido.

Albus fue quien me contó todo esto al día siguiente, tras mantener una conversación con su padre. Debo decir que en aquel momento coincidí con Harry, ya que la idea de que un chico de mi edad pudiese atacar y vencer a un Auror -incluso a un Auror recién salido del entrenamiento- me resultaba difícil de concebir. Años más tarde, Albus me reveló la verdad, pero para ese entonces yo estaba tan vinculado a él que el hecho de que hubiese conseguido la Piedra de la Resurrección por medios tan deshonestos no me pareció demasiado censurable. Al fin y al cabo, él no lastimó a Teddy, a menos que se cuente como «lastimar» el borrarle un día entero de su memoria.

***

Antes de continuar el relato creo que es necesario que le dedique algunos párrafos a explicar, lo mejor que pueda, el por qué del accionar de mi amigo Albus. Pero primero quiero aclarar algo: si bien hablaré sin tapujos de todos sus errores y defectos, de todas las ocasiones en que Al actuó de mala fe, esta sinceridad no significa que yo le guarde rencor. Es cierto que perdí muchísimas cosas a causa de la guerra que él desencadenó, pero no soy capaz de odiarlo por ello. En primer lugar, porque tanto yo como mis amigos elegimos voluntariamente respaldarlo. Él no nos amenazó ni nos engatusó para atraernos a su causa, y siempre nos dijo que podíamos abandonarla cuando quisiéramos, siempre y cuando no nos enfrentásemos a él. En segundo lugar, porque Albus perdió muchas más cosas que yo.

Por lo que yo pude reconstruir, cerca del final de nuestro cuarto año algo le ocurrió a Albus que lo lástimó y que lo cambió profundamente. No fue un cambio inmediato sino progresivo; poco a poco, Al comenzó a endurecerse cada vez más, a relegar sus sentimientos a un segundo plano y a dejarse llevar por su ambición. No quiero decir que dejase de querer a su familia y a sus amigos, pero comenzó a ver esas emociones como algo potencialmente riesgoso. La mejor prueba de que nunca dejó completamente de amar es el hecho de que fue en última instancia el amor lo que lo llevó a ir a la guerra.

***

El segundo acontecimiento que marcó aquel año escolar fue el extrañísimo incidente entre Valerie Rosier y James Potter. Fue extraño no porque Valerie fuese la clase de chica incapaz de tener arranques de furia -más bien todo lo contrario-, sino porque James y ella apenas se conocían. No obstante, ocurrió.

Fue una mañana a principios de marzo. Yo, como solía hacer siempre, había pasado a buscar a Alcyone a la Torre de Gryffindor para ir luego a desayunar juntos. Caminamos detrás de James Potter y su grupito de amigos, y por eso pudimos ver todo con gran claridad. Estábamos entrando al vestíbulo cuando de repente apareció corriendo Valerie, vestida con un camisón y con una expresión desencajada.

-¡JAMES! -gritó con furia- ¡PEQUEÑA RATA TRAICIONERA, VEN AQUÍ!

Todos nos sobresaltamos ante la sorpresa, menos el propio James. El chico de séptimo literalmente cayó al suelo, retorciéndose de la risa. Y si bien tenía cierta gracia ver a una chica en camisón en pleno vestíbulo, como si se hubiera levantado sonámbula de la cama o algo por el estilo, las risas de James eran excesivas incluso para eso. El joven derramaba lágrimas mientras sus fuertes carcajadas -James tenía una voz muy potente- estremecían al vestíbulo!

-¿TE PARECE GRACIOSO, JAMES? -bramó Valerie- ¿QUÉ TE PARECERÍA SI YO…?

-Oye, no sé quién mierda eres, pero… -trató de intervenir uno de los amigos de James, pero Valerie lo cortó.

-¡Cierra la boca ahora mismo, Jordan, tú no tienes ni la más puta idea de lo que ha pasado!

Ante ese intercambio, James no hizo más que seguir riéndose. La escena era francamente surrealista, y Alcyone me sujetó del brazo, claramente asustada. Valerie, no obstante, sacó su varita y la apuntó a James con el odio brillando en sus ojos. Por un momento, creí que iba a utilizar una Imperdonable y estuve a punto de sacar mi propia varita, pero luego Valerie pareció recuperar una pizca -apenas eso, una pizca- de autodominio y gritó «¡Chiroptera naris!», tras lo cual salió corriendo del vestíbulo en dirección a las mazmorras. James, que no había hecho nada por defenderse, se quedó en el suelo estornudando mocomurciélagos y sin dejar de reírse.

-James -dijo Andrew Jordan, mirando con preocupación a su amigo, como si se hubiese vuelto loco-, ¿tienes idea de por qué esa chica de Slytherin te hizo esto?

-Sí, claro que tengo idea -dijo James-. ¿Por qué crees que me río tanto?

Durante muchos años traté de comprender los aspectos ocultos de la historia. Desgraciadamente, las únicas tres personas que la conocían in extenso eran Albus, James y Valerie, y ninguno de los tres quiso contármela en los tiempos en que estuvimos juntos. Ahora, cuando han pasado tantos años desde aquel hecho, tal vez estarían dispuestos a hacerlo, pero contactarme con Valerie o con James sería imposible, por no hablar de Albus. Soy un pájaro atrapado en una jaula dorada, y la libertad y seguridad de muchas otras aves depende de que yo me quede en donde estoy.

[NOTA: No estoy 100% satisfecho con este capítulo, pero no lo considero demasiado malo. Lo que ocurre es que el capítulo que escribí para el viernes me gusta mucho más. En el de hoy intento ofrecer alguna explicación suscinta del por qué del «cambio» en el comportamiento de Albus. Lo que según Livius le ocurrió a Albus cerca del final de su cuarto año y que fue el desencadenante de dicho cambio no es otra cosa que el aborto de Valerie.]

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