De cómo lograr la impunidad en 3 pasos

Paso 1

3 de julio de 2023

Albus tuvo ocasión de hablar a solas con Hugo y con Louis Rosier recién en la segunda noche que pasó en la mansión de la familia de su novia. Michael y Christine estaban durmiendo y Valerie estaba arriba bañándose. Louis y Hugo ya estaban prácticamente listos para ir a su disco favorita en Lyon; solamente les faltaba tomar algunas gotas de poción envejecedora para parecer de veinte o veinticinco años, de modo que los guardias de seguridad los dejasen entrar sin pedirles identificación. Los dos adolescentes estaban tumbados lánguidamente en el sofá. Louis tenía la cabeza apoyada sobre el pecho del primo de Albus y parecía un poco soñoliento.

-Hey, no vayas a dormirte -dijo Hugo mientras le alborotaba un poco el cabello-. Ni siquiera hemos tomado un trago.

-Perdona, debería haber dormido la siesta.

-Parece que no estás tan habituado a trasnochar como Hugo y yo -terció Albus con una sonrisa-. Todos los chicos de nuestra familia somos como lechuzas.

-Qué suerte la suya. Imagino que a sus padres les debe haber encantado el desafío de mandarlos a la cama -replicó Louis con ironía.

-Al menos no nos metemos en problemas -dijo Hugo.

-Bueno, tú no te metes en problemas -señaló Albus-. Yo los atraigo como un imán.

-Pero siempre sales bien parado -dijo Hugo, sacudiendo la cabeza-. Ojalá David tuviera ese talento…

-¿Qué David?

-David MacMillan, el hijo del profesor MacMillan. Conoces a su hermana Irene, ella es la mejor amiga de Rosie.

-Ah, sí. Había olvidado que tiene un hermano.

-David es nuestro compañero de cuarto.

-Su madre es Susan Bones, ¿verdad? -preguntó Albus- Me cuesta imaginar al hijo de una jueza del Wizengamot metido en problemas.

-Ese es el problema, como todos asumen que David es igual de responsable que sus padres, nadie le presta atención. Pero no lo es -dijo Louis, a quien la conversación sobre David había despabilado.

-¿Qué hizo ese chico?

-Le debe dinero… a los duendes.

-¿Con los duendes? ¿En qué estaba pensando? Yo no soy ningún cobarde, pero nunca se me pasaría por la cabeza ni por un segundo hacer negocios de ese tipo con los duendes.

-Es que David no lo hizo de entrada… Verás -dijo Hugo-, él comenzó a apostar pequeñas sumas de dinero con otros estudiantes. Apostaban acerca de los resultados de los partidos de Quidditch. Él siempre jugaba a favor de las Avispas de Wimbourne, y ya sea por intuición o por pura suerte acertó, ya que el año pasado el equipo arrancó su temporada ganando muchísimos partidos.

«El dinero que ganaba gracias a las Avispas era cada vez más, y sus apuestas eran cada vez más importantes. Al final David sobrepasó en capacidad de apuesta a todos sus compañeros, incluso a muchos alumnos de séptimo que ya disponían de dinero propio. Entonces comenzó a apostar con adultos.

«Lamentablemente, la buena racha de las Avispas terminó. Su Golpeador se lesionó gravemente y su reemplazante no estaba a la altura. Perdieron el anteúltimo partido de la temporada por pocos puntos, y como si fuera poco su Buscador se trenzó en una pelea de borrachos con un muggle después del partido, usó su varita y fue enviado a Azkaban. Pero David estaba convencido de que en el partido final las Avispas lograrían vencer. Había escuchado el rumor de que las Avispas le darían una dosis de Felix Felicis a su Buscador suplente para ganar el partido final y el campeonato.

«La cosa no habría sido tan grave si David hubiese apostado todo el dinero que le quedaba. Pero verás, él ya había apostado todo en el partido anterior.

-¿A cuánto ascendía todo eso?

-Había perdido 5.000 galeones.

-Extraordinario.

-Lo más extraordinario fue que él decidió pedir prestado a los duendes otros 5.000 galeones.

-¿Y qué pasó entonces? -preguntó Albus, que no prestaba atención al Quidditch y que además había estado en África cuando se jugó aquel partido.

-Pues que el Ministerio descubrió que el Buscador había bebido Felix Felicis y lo descalificaron. Las Avispas tuvieron suerte de que no descalificasen a todo el equipo. Pero debió jugar el suplente del suplente, que era obviamente mucho peor. Los aplastaron. Así que en vez de haber recuperado sus 5.000 galeones, David quedó debiendo a los duendes esa suma.

-¿Y qué hizo?

-Solamente atinó a decírselo a su madre. Ella es jueza del Wizengamot, y desde ese puesto se las ha arreglado para evitar que los duendes recurran a la Justicia. De todos modos David es menor de edad, por lo que era ilegal apostar con él y era ilegal prestarle dinero.

-¿Entonces está a salvo?

-No. Los duendes son tan astutos como salvajes cuando alguien se mete con su dinero. David estuvo a salvo en Hogwarts, pero ha tenido que pasar todo el verano encerrado en su casa.

-¿No puede la señora Bones pagar su deuda?

-Ella no gana suficiente dinero, y jamás osaría robar fondos públicos para eso. Y el profesor MacMillan tampoco tiene un sueldo tan alto.

-¿Él también lo sabe?

-No. MacMillan es mucho más recto y severo que la señora Bones. Insistiría en arreglar todo el asunto abierta y legalmente de alguna manera, y eso es justamente lo que David y su madre quieren evitar a toda costa.

-¿Entonces David está prisionero en su casa? ¿Irene y el profesor no preguntan qué pasa?

-MacMillan e Irene no le prestan mucha atención a él. Ese es el problema de ser un alumno promedio cuando tu padre y tu hermana han sido brillantes -señaló Hugo con acritud.

-¿Cómo saben todo esto? -preguntó Albus con asombro.

-El día antes de que terminasen las clases encontramos a David llorando en el baño de nuestro dormitorio. Podríamos decir que se desahogó con nosotros. Nos hizo prometer que no le contaríamos a ningún adulto.

-Y yo no califico como adulto, ¿verdad? Pese a que ya lo soy legalmente -dijo Albus sonriendo aviesamente.

-Eh… no -dijo Hugo, ruborizándose.

-No te preocupes, seré discreto con el problema de David -lo tranquilizó Albus, mientras escuchaba los pasos de Valerie en la escalera.

Paso 2

10 de julio de 2023

Albus y Valerie tuvieron que estar un largo rato golpeando la puerta de la casa de los MacMillan hasta escuchar los pasos de David al otro lado.

-¿David, estás ahí? -llamó Al- No te asustes, soy Albus Potter.

-¿Albus Potter? -preguntó David desde el interior.

-Sí, el primo de Hugo Weasley.

-Y yo soy Valerie Rosier, la hermana de Louis -añadió Valerie con suavidad.

-¿Por qué… por qué me visitan? Mis padres y mi hermana no están -dijo David con tono nervioso.

-Queremos hablar contigo, no con ellos. Estamos escondidos bajo una capa invisible. Si entreabres la puerta lo bastante rápido los duendes no nos verán.

-¿Cómo saben…? ¿De qué duendes hablan?

-Hugo y Louis nos contaron todo, David -dijo Valerie pacientemente-. Venimos a ofrecerte nuestra ayuda. Por favor, déjanos pasar.

-Está bien, pero rápido -dijo David. El joven abrió la puerta velozmente, dejando un espacio estrecho para que los dos magos pasasen.

-Cierra -dijo Albus cuando entró al pequeño vestíbulo con su novia. El chico de Hufflepuff se apresuró a obedecer, tras lo cual Al y Valerie salieron de debajo de la Capa. El contraste entre los tres adolescentes no podría haber sido más pronunciado. Valerie y Albus estaban bastante bronceados y presentaban un aspecto más que saludable. David, en cambio, había adelgazado varios kilos y su piel se había puesto más pálida de lo normal por culpa del encierro y las preocupaciones. Sus ojos eran incapaces de fijarse en los ojos o el rostro de sus interlocutores durante mucho tiempo, como si estuviera permanentemente avergonzado.

-Dijeron que venían a ayudarme, ¿verdad? -preguntó ansiosamente después de conversar durante algunos momentos sobre asuntos triviales.

-Sí, es verdad. Valerie y yo tenemos algo que podría sacarte del apuro en el que estás metido.

-¿Qué cosa?

-Los… -empezó a decir Albus. El muchacho pensaba decir «cinco mil galeones que les debes a los duendes», pero Valerie lo interrumpió.

-Creo que mientras menos sepas al respecto, mejor, David -respondió la chica. Ella y su novio intercambiaron una mirada, y Albus comprendió que Valerie pensaba que sería mejor que solamente Susan Bones y ellos dos conocieran los detalles del trato. David era muy irresponsable.

-¿Pero qué harán? -preguntó David, desesperado por saber más.

-Mira, no te conviene conocer los detalles. Solamente te pedimos una cosa: que nos arregles un encuentro con tu madre. No queremos ir a verla al Ministerio, sería muy… Nos vería demasiada gente.

-Está bien, está bien -dijo David-. ¿Cuándo y dónde?

-Hay un café muggle llamado Sha-Mat, en Whitechapel. Es pequeño y poco concurrido, al menos durante el día -dijo Albus-. Esperaremos a tu madre allí mañana a las cuatro de la tarde. Si para las cuatro y media ella no viene, nos iremos.

Paso 3

11 de julio de 2023

A Albus le encantaba Sha-Mat. La decoración podía ser vagamente oriental, pero el café que servían era 100% colombiano, y últimamente prefería tomar exclusivamente café procedente de ese país. Odiaba el té.

Había descubierto ese lugar en uno de sus paseos por las calles de Londres, en sus tiempos de squib, y le había encantado el contraste entre el entorno del barrio, un lugar habitado primordialmente por personas de clase baja, y la discreta elegancia del local. No había tardado mucho en hacerse amigo del dueño, un iraní muy simpático de mediana edad, y en conocer su historia.

Akbar Jatami tenía quince años cuando se produjo la revolución liderada por el ayatolá Jomeini. Su padre Mahmoud había sido miembro de la policía secreta del Sha de Irán, y como tal había torturado a varios opositores al régimen. Sus actividades eran conocidas por todos en el barrio, y cuando Jomeini tomó el poder en 1979, Jatami padre fue delatado por uno de sus vecinos, encarcelado y posteriormente ejecutado. Temiendo que el nuevo régimen extendiese su castigo a su familia, Akbar y su madre tomaron todos sus ahorros y escaparon de Irán.

-¿Y por qué le pusiste a este café «El Sha ha muerto» en farsí? -preguntó Albus cuando Akbar le contó la historia.

-Porque quería cerrar un ciclo. El Sha había muerto no solo en el sentido literal (falleció el mismo año en que lo destronaron), sino también en un sentido más amplio. Los ayatolás destruyeron la última posibilidad de Irán de modernizarse como sociedad. Ahora solo se preocupan por modernizarse militarmente.

Albus no quiso contradecirlo recordándole que el Sha también había cometido innumerables violaciones a los derechos humanos para llevar adelante su «modernización». Al fin y al cabo, el café era delicioso y el lugar encantador y las ideas de aquel muggle eran inofensivas.

Al día siguiente de su visita a David MacMillan Albus y Valerie fueron a Sha-Mat unos diez minutos antes de las cuatro. Tras departir durante un rato con Akbar, la pareja se sentó a esperar a la señora Bones.

Susan llegó a las cuatro en punto. A Al le pareció un poco extraño verla usando ropas muggles, pues siempre la había visto con túnicas. No obstante conservaba una actitud orgullosamente calma.

-Señor Potter, señorita Rosier -los saludó-. Mi hijo me contó que querían verme.

-Así es, señora Bones. Nos enteramos acerca de los problemas de David con los duendes y decidimos que queríamos ayudarlo.

-¿Y en qué consistiría esa ayuda? -preguntó Susan con frialdad.

-En pagar su deuda.

-¿Me dicen que ustedes, dos adolescentes de diecisiete años, tienen cinco mil galeones? -preguntó Susan con incredulidad.

-En realidad yo los tengo. Valerie podría reunir esa cantidad, aunque a duras penas, pidiéndosela a sus padres. En cambio yo dispongo de esa cantidad libremente, y estoy dispuesto a usarla para librar a David de la amenaza de los duendes.

-¿Y vas a pagar una suma tan importante por puro altruismo?

-Por supuesto que no, Susan. A cambio de mi dinero, yo espero recibir algo.

-¿Qué? -preguntó ella con los dientes apretados.

-Tu ayuda. Como sabrás, mañana tengo que presentarme ante el Wizengamot y necesito alguien que me respalde en el tribunal.

-¿Quieres comprar mi voto? -preguntó Susan, empalideciendo por la cólera.

-Quiero algo más valioso que tu voto. Quiero tu influencia.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Yo pensé en una estrategia a seguir cuando me presentase ante el tribunal mañana. Esa estrategia consistirá en pedir que el Wizengamot se expida sobre si tiene o no jurisdicción sobre delitos cometidos fuera de Gran Bretaña por magos y brujas británicos. Tengo la esperanza de que la mayoría de los jueces comprenderán que ese tribunal no tiene derecho a juzgarme por lo que supuestamente hice en África. Pero también sé que mi tío Ron y quizá el propio ministro están usando sus influencias para lograr que el Wizengamot me condene.

«Y es ahí donde tú intervienes. Tú eres la jueza más respetada del Wizengamot. Tus colegas te admiran por tu imparcialidad y por el recuerdo de tu tía Amelia. Si yo sostengo la postura de que el Wizengamot no tiene autoridad para procesarme, ellos la desecharán. Pero si tú lo haces, muchos se mostrarán de acuerdo no por los argumentos sino por quién los emplea.

-Dime esto: ¿qué te hace creer que estoy dispuesta a usar mi influencia en tu favor? He leído el expediente, ¿sabes? Todas las pruebas apuntan a que tú le robaste sus poderes a Rodrigo Barfleur y luego hiciste que lo mataran -replicó Susan, mirándolo con desprecio.

-Eso es discutible -dijo Valerie conservando la calma-. Lo que es indiscutible es que todo eso ocurrió fuera del país, y que el tribunal solo tiene jurisdicción aquí. Y lo que también es indiscutible es que si no pagas la deuda pronto, los duendes terminarán por atrapar a tu hijo. Y cuando eso suceda, algo me dice que lo que Weasley dice que le hizo Albus a Barfleur no será nada comparado a lo que le harán ellos a tu hijito Dave -concluyó la joven ferozmente.

-Susan, lo que está en juego aquí es el futuro de tu hijo -añadió Albus-. Estoy seguro de que si la deuda fuera tuya las cosas serían distintas. Pero David es quien la contrajo, y él no es capaz de enfrentar la situación. Es joven y cometió un error. No merece que le arruinen la vida por esto. Y yo no merezco que me arruinen la vida por culpa de que mi tío es un patán rencoroso y cobarde.

Susan bajó la mirada hacia su taza de té, como si buscara una respuesta en el líquido ambarino. Tras casi un minuto de silencio, habló.

-Lo haré. Tendré que pensar cuidadosamente en cómo puedo intervenir con mayor éxito, pero me parece que es factible que todo salga como tú dices. Varios jueces votarán conmigo a favor tuyo.

-Excelente, Susan -dijo Albus con una sonrisa que en otras circunstancias habría parecido la más dulce de todas.

[NOTA: Quiero disculparme, no por la demora, sino por haber escrito este capítulo antes que el de ayer. Hubiera tenido más sentido explicar los pasos que siguió Al para salvarse del Wizengamot antes de hablar de su secuestro que después. Pero uno no escribe lo que quiere sino lo que le sale espontáneamente.]

Siguiente capítulo