El mundo de Sophie

Cuando Albus despertó, se hallaba sumido en la oscuridad. Lo único que podía escuchar era un sonido como de goteo. Percibía un vago olor a podredumbre. Unas cadenas lo sujetaban a la silla en la que estaba sentado.

-¡AYUDA! -gritó- ¡ALGUIEN AYÚDEME!

Como en respuesta a su voz, el muchacho escuchó una puerta abriéndose y pasos que se acercaban hacia él. De pronto las luces del lugar se encendieron, obligando al mago a cerrar los ojos, deslumbrado por el brusco cambio de iluminación.

-Buenos días, querido -dijo una voz femenina que Al no reconoció. El chico tuvo que esforzarse para que la imagen de quien le hablaba dejase de ser borrosa, y cuando lo hizo pudo ver a una mujer de mediana edad, obesa y de cabello rubio y rizado. Su boca estaba torcida en una mueca que Albus supuso que sería una sonrisa, pero sus ojos eran azules y muy fríos.

Los dos se encontraban en una habitación polvorienta, sin decoración alguna y con una enorme maquinaria cubierta de óxido ubicada a pocos metros de donde estaba Albus. Un par de tubos flurescentes proyectaban su fría luz sobre el lugar y emitían su clásico y levemente irritante zumbido.

-¿Quién eres?

-Eso no importa ahora. Lo que importa es que entiendas esto: nosotros somos tus dueños ahora. Tu vida nos pertenece. Pero no depende de nosotros el que vivas o no.

-¿Ah, sí? ¿Y de quién depende?

-De tu padre. Si él paga el rescate en tiempo y forma, te devolveremos vivo e ileso a tu casa. Si él no paga… digamos que te devolveremos en varias entregas.

-¿O sea que esto es un secuestro extorsivo?

-Así es.

-¿Y tienen idea de a quién acaban de secuestrar?

-A Albus Potter, el hijo de Harry Potter.

-¿No les preocupa que mi padre tenga a todos los Aurores del país a su disposición para encontrarme?

-Hemos estado escapando de los Aurores desde antes de que tus padres te concibieran, Potter. No les tenemos miedo.

-No los culpo. Yo tampoco les tengo miedo, no son más que perros guardianes del Ministerio.

-Es una buena definición -dijo la mujer.

-¿Cómo te llamas?

-Sophie -respondió.

-Imagino que no tienes apellido.

-No para ti, Potter.

-Está bien -dijo Al con suavidad-. Escucha, Sophie: no sé qué clase de negocio crees que estás haciendo al secuestrarme, pero te advierto que no saldrá bien.

-Tengo amigos poderosos, Potter. Gente que ha invertido mucho en lograr esto.

-No lo dudo. Pero lo que está en juego aquí no es dinero o una estadía en Azkaban.

-¿Estás amenazándonos?

-Estoy diciéndote esto: si me dejan ir ahora, es posible que no los mate.

Sophie sacó su varita y la apuntó hacia Albus, mirándolo con ojos enloquecidos. Pero de repente pareció tranquilizarse y recapacitar.

-¡Rupert! -llamó Sophie. De la misma puerta de donde había salido ella minutos antes apareció un hombre de casi dos metros de altura, calvicie incipiente y muy fornido- Nuestro muchacho ha sido muy impertinente y necesita un correctivo. Dáselo, por favor.

Sin mirar a Albus a los ojos, el hombre le lanzó un brutal puñetazo al estómago. No era el primer golpe que el chico recibía en su vida, pero sí el más fuerte de todos. La barbilla de Albus cayó, y fue ese justamente el lugar donde impactó el segundo puñetazo de Rupert. Albus sintió que algo se quebraba y perdió el conocimiento.

***

Sophie Beresford era una bruja mestiza que había nacido cinco años antes que Harry Potter. Era hija de un mago de sangre pura y de una muggle, ambos muy pobres pero que se querían mucho… al menos en los primeros seis meses de matrimonio. La madre de Sophie terminó hartándose de la vida de casada y abandonó a su marido y a su hija poco después del nacimiento de ella. Peter Beresford se convirtió en un hombre amargado que trataba a su hija con indiferencia, como si fuera una excrecencia de su matrimonio fallido.

A sus once años la pequeña recibió su carta de Hogwarts y asistió al colegio, siendo seleccionada para la Casa de Gryffindor. Ciertamente la chica no carecía de valor, pero lo que estaba ausente en ella era la nobleza de corazón que debía caracterizar a los Gryffindor.

Al terminar sus estudios ella y otros compañeros de escuela se hallaron sin nada que hacer. No querían conseguir trabajos «decentes», pero la vida de ocio a la que se dedicaron tampoco los satisfacía. Ellos querían ganar dinero de la manera más fácil, excitante y divertida posible, y un puesto en el Ministerio de la Magia no caía en ninguna de las tres categorías.

La guerra contra Lord Voldemort y la victoria temporal del mago oscuro a fines de 1997 les vino como anillo al dedo. Como todos los integrantes del grupo eran de sangre pura o mestizos, no fueron molestados por el nuevo régimen. Pero lo mejor vino cuando se creó la Comisión de Registro de Hijos de Muggles y todos los «sangre impura» que tuvieron la sensatez de no presentarse ante ese cuerpo pasaron a ser blancos.

Sophie y sus amigos decidieron incorporarse a la fiesta y ganar dinero como Carroñeros. Pudieron capturar o matar a cinco magos hijos de muggles, y recibieron puntualmente sus recompensas, pero el último mago al que enfrentaron mató a uno de ellos. Esto hizo que se replantearan sus objetivos. Ser Carroñeros era una fuente de dinero divertida, pero no fácil ni exenta de riesgos.

Fue a Sophie a quién se le ocurrió la idea de dedicarse a los muggles. Careciendo de poderes mágicos y de la protección del Ministerio, eran blancos muchísimo más sencillos que los hijos de muggles, y además eran más abundantes. Durante los últimos meses del reinado de Voldemort Sophie y su grupo se dedicaron a asaltar casas de muggles, asesinar a sus habitantes y desvalijarlas prolijamente. El dinero y los objetos de valor que conseguían lo cambiaban por oro en Gringotts, en donde nadie hacía preguntas sobre su procedencia. Era una gran época.

Pero Voldemort fue derrotado y muerto por Harry Potter, y con eso todo terminó. Después de eliminar a los Mortífagos y a todos los monstruos traídos o reclutados por Voldemort para librar su guerra, los Aurores se enfocaron en los Carroñeros que habían medrado durante el gobierno del Señor de las Tinieblas. La banda original de Sophie Beresford fue ferozmente perseguida y se redujo de los diez integrantes originales a solamente cuatro, incluyendo a la propia Sophie.

Sophie y sus amigos lograron salvarse y permanecieron en la clandestinidad durante los años que pasaron, dedicándose a delitos de poca monta como el tráfico de pociones ilegales, más al estilo de los negocios de Mundungus Fletcher. El dinero que conseguían era escaso, pero era la única manera de sobrevivir.

Fue en mayo del 2023 que su suerte pareció cambiar cuando se les acercó un personaje misterioso ofreciéndoles un trabajo muchísimo más redituable.

El hombre apareció ante ellos en público, sabiendo que los ex Carroñeros no se atreverían a llamar la atención atacándolo con sus varitas frente a los muggles. Al principio Sophie y su banda no quisieron saber nada con él, pero el hombre insistió e insistió hasta que accedieron a escucharlo.

El desconocido se presentó como Harvey. Solo Harvey. Su aspecto no podía ser más anodino y poco llamativo, pues era calvo, muy bajito, con un pequeño bigote y una voz tan suave que parecía incapaz de producir un grito. Pero detrás de esa apariencia Sophie y los suyos se encontraron con una persona tan cruel como ellos, pero mucho más fría.

-Bien -dijo Sophie durante su primera reunión-. Dinos qué quieres de nosotros.

-Quiero que secuestren a un chico, y luego quiero que lo maten.

Sophie no se inmutó. Todos los miembros de su banda habían matado durante la guerra. Habían cobrado las vidas de personas de prácticamente todas las edades y sexos. Su política cuando atacaban casas muggles era no dejar testigos vivos, no por temor a la policía muggle sino por pura precaución.

-¿Cuánto van a pagarnos?

-Doscientos mil galeones el día del secuestro y trescientos mil cuando el cuerpo del chico haya sido encontrado.

-¿Quieren que lo encuentren? -preguntó Sophie, por primera vez sorprendida.

-Así es. Queremos que parezca que fue un secuestro extorsivo que salió mal. El chico trató de escapar, o bien ustedes se pusieron nerviosos y lo mataron. No debe parecer un asesinato premeditado. ¿Es posible?

-Creo que sí.

-Bien.

-¿Cuándo quiere que lo hagamos?

-Ahora mismo no sabemos dónde está el chico, pero estamos seguros de que reaparecerá tarde o temprano. Cuando eso suceda les avisaremos y les diremos dónde está.

-¿Creen que estará solo?

-No. Tiene un grupo de amigos que suele acompañarlo a todas partes.

-¿Cuántos años tienen?

-Entre dieciséis y diecisiete.

-Pan comido.

-No los queremos muertos -dijo Harvey.

-¿Cómo?

-No queremos que ninguno de los amigos del chico pierda la vida.

-¿Por qué? ¿Qué importa un muerto más o un muerto menos?

-Para nosotros importa. Solamente el muchacho tiene que morir.

-¿Y quién es ese muchacho?

-Albus Severus Potter.

-¿El hijo de…? -preguntó Sophie, nuevamente sorprendida.

-Sí, hijo de Harry Potter.

-¡Por Merlín, tendremos a todo el Departamento de Aurores encima!

-No te preocupes por los Aurores. Los tenemos controlados. Solamente dígannos dónde estarán y nos aseguraremos de mantenerlos alejados de ahí.

-¿Quiénes son ustedes? -preguntó Sophie mirando fijamente a su interlocutor.

-Nosotros somos los que les daremos medio millón de galeones cuando Albus Potter haya muerto. Eso es todo lo que necesitan saber.

Siguiente capítulo