Los secretos de Servilia (II)

[NOTA 1: Quiero dedicarle este capítulo a Alex (alias DrHallows), el creador de BlogHogwarts, que cumplió años el domingo. Puedo decir sin temor a equivocarme que sin su ayuda mi fanfic no tendría tantos lectores como tiene ahora.

NOTA 2: La canción She’s not there fue escrita y grabada originalmente en 1964 por la banda británica The Zombies, pero la versión que más me gusta es la que puse para musicalizar el capítulo, interpretada por Santana en 1977. Su letra habla acerca de una mujer traicionera, por lo que me pareció muy adecuada.]

♣♣♣

-¿Así que has llegado a la conclusión de que el hijo de Harry al que se refiere la profecía de la señorita Trelawney es Albus con solo escucharla una vez? -preguntó Kingsley, examinando el rostro de la directora muy atentamente.

-¡Por favor, Kingsley! ¡Quizá hace cinco años su significado fuese dudoso, pero hoy es claro como el agua! ¡El único de los tres Potter que coincide con la descripción de la profecía es Albus, no seamos ingenuos! ¡Es una pequeña serpiente ambiciosa! ¡Solo Merlín sabe qué cosas hace con sus amigos por las noches, cuando se escabullen fuera de sus salas comunes! He conocido a muchos alborotadores al estilo de James Potter en mis años como profesora, pero nunca vi a nadie como su hermano menor. James hace travesuras inofensivas y Lily se dedica a seducir chicos por diversión, pero Albus tiene unas tendencias violentas inocultables.

«Ha atacado a cinco chicos en público en lo que va de su período en Hogwarts, y uno de ellos era su hermano. Y sospecho que ha agredido a muchos más por distintos motivos. Dos chicos de Ravenclaw que fueron convertidos en tortugas, dos chicos de Slytherin que estuvieron varias horas Petrificados en un salón abandonado, otros tres chicos de Slytherin que fueron perseguidos por armaduras… todos ellos tenían problemas con Albus o con sus amigos. Está claro que ese muchacho tiene un absoluto desprecio por las reglas y no vacila en imponerse a sus rivales mediante la intimidación.

-Todo estaba en tus informes, Servilia, no necesito que me lo recuerdes.

-Entonces, ¿qué es lo que te hace dudar? ¿Por qué no actúas de una buena vez?

-Porque… ¡porque no quiero arriesgarme, Servilia!

-¿Te preocupa un adolescente de dieciséis años? -dijo Crouch en tono incrédulo.

-¡Me preocupa lo que puede pasar si decido intervenir! ¡Recuerda lo que sucedió con Ryddle! ¡Él quiso evitar que la anterior profecía de Trelawney se llevase a cabo, y todos sabemos cómo terminó!

-Ryddle cometió un error al atacar a Harry cuando era un bebé, en lugar de esperar a ver si la profecía era acerca de él o de Neville Longbottom. Y podemos agradecer a Merlín que cometió ese error, aunque le haya costado al pobre Harry el convertirse en huérfano. ¡Pero la situación aquí no es la misma! ¡Aquí no cabe la menor duda de que Albus Potter es el chico de la profecía! ¡En las presentes circunstancias, no actuar sería tan pernicioso como lo que hizo Ryddle: actuar demasiado pronto!

Kingsley eludió su mirada, prefiriendo concentrarse en sus zapatos. Había perdido su habitualmente imponente aspecto, y parecía un niño a quién estaban por forzar a tomarse una medicina particularmente amarga. Crouch lo observó con severidad, hasta que el ministro terminó por alzar la mirada nuevamente.

-Tienes un plan, ¿no es cierto? -dijo Servilia en un tono intimidante- Tienes un plan para neutralizar la amenaza de Albus Potter, pero no quieres llevarlo a la práctica por temor. Has estado posponiéndolo durante mucho tiempo. ¡Pero ya no se lo puede posponer más! ¡En septiembre del año que viene Potter estará iniciando su último año en Hogwarts, y lo cursará en Beauxbatons, lejos de nuestro alcance! ¡El momento de actuar es en septiembre de este año, cuando Potter comience su sexto año!

«Vas a decirme qué planeas ahora mismo, Kingsley -dijo Servilia, que parecía haber absorbido toda la enérgica autoridad del ministro después de haber oído las palabras de Trelawney-. Vas a decírmelo porque, a pesar de que tu rango es más importante que el mío, la guerra que desatará el hijo de Harry cuando se cumpla la profecía no distinguirá entre rangos. Todos estamos en peligro, ministro. ¡Es necesario detener a Albus Potter antes de que sea demasiado tarde! ¡Tenemos la posibilidad de evitar que este muchacho se convierta en el próximo Señor de las Tinieblas! ¡Si la desaprovechamos, quedaremos en la Historia en la misma página que Cornelius Fudge!

Este último dardo había dado en el blanco. Kingsley había servido como Auror durante el período de Fudge como ministro, y no había ningún otro ministro cuyo recuerdo él desdeñase más. Así que Shacklebolt abandonó sus escrúpulos por completo y comenzó a hablar.

-La solución que yo concebí para el problema de Albus Potter es la menos traumática y violenta que se me ocurrió. ¿Cómo podíamos evitar que se realizase esa profecía? ¿Matando a Albus, un chico que podrá tener defectos pero que es inocente de cualquier crimen serio? ¿Era legítimo arrebatar una vida inocente para salvar muchas otras vidas inocentes? Por supuesto que no. Pero, ¿y si fuese posible neutralizar a Albus Potter sin asesinarlo?

«Y así es que me puse a investigar, y descubrí un recurso perfecto: la poción Nullum Potens. Es perfecto no solamente por sus efectos, sino porque el momento para emplearlo es el adecuado.

-¿Qué es esa poción? No recuerdo cuáles eran sus características exactas.

-Convierte al mago que la bebe en un squib.

-¿Y por qué dices que este momento es el mejor para usarla?

-Porque según la información de la que dispongo la edad ideal para someter a un mago al Nullum Potens son los dieciséis años. Hacerlo antes pone en riesgo su vida, y hacerlo después, cuando el mago cumple los diecisiete y es ya mayor de edad, pone en riesgo la efectividad de la poción.

-¿Y tú tienes una dosis de Nullum Potens en tu poder?

-Por supuesto -dijo Kingsley-. No la tengo aquí conmigo, pues no esperaba tener esta discusión hoy, pero está en un lugar seguro.

-Entonces, ministro -dijo Servilia ceremoniosamente mientras se ponía de pie, dando por concluido el encuentro-, envíeme la poción el 1º de septiembre a la mañana, y antes de que termine el día, Albus Potter ya no representará ninguna amenaza para el mundo mágico.

♣♣♣

La siguiente escena también tuvo lugar en la oficina de Crouch. La directora ni siquiera tuvo que levantarse de su silla para recibir a su nuevo visitante, sino que se limitó a alzar la vista de los papeles que estaba escribiendo y decir:

-¡Cirdan!

Un elfo doméstico se Apareció al instante frente a la directora.

-¿Me llamó, ama? Estoy a sus ordenes.

-Como sabes, hoy es el banquete inaugural…

-¡Sí! -dijo Cirdan, cuyos ojos brillaron de entusiasmo- ¡Los alumnos volverán a Hogwarts y Cirdan tendrá montones de tareas que hacer!

-Así, es -dijo Servilia, complacida-. Y hoy, además de tus tareas habituales, quiero encargarte a ti y solamente a ti un trabajo muy especial.

-Cirdan hará lo que sea, ama, lo que sea -dijo el elfo fervorosamente.

-Toma -dijo Servilia sacando un frasquito de su bolsillo y haciéndolo levitar hacia donde estaba el elfo-. Como sabes, hoy vamos a servir sopa a los estudiantes.

-¿Este es un ingrediente especial? -dijo Cirdan.

-Podríamos decir que sí, pero no está destinado a todos los alumnos sino a uno en particular. ¿Conoces a Albus Potter?

-¡Sí, todos los elfos lo conocemos! ¡Él y sus amigos vienen bastante seguido a las cocinas!

-Perfecto. Quiero que vayas al Gran Comedor y veas dónde se sienta. Luego quiero que bajes a la cocina y eches el contenido de este frasco en el plato de sopa destinado a Albus.

Por primera vez, el elfo dejó de sonreír y miró con desconfianza a su interlocutora.

-¿Es esto veneno? -dijo, mirando el frasquito- ¿Le pide a Cirdan que envenene al señor Albus Potter?

-No -dijo Servilia con dureza-. Le ordeno a Cirdan que envenene a Albus Potter.

-No… no… -dijo el elfo, cuyos grandes ojos se llenaron de lágrimas.

-¡Es una orden directa de tu ama, Cirdan! -exclamó Servilia, poniéndose de pie por primera vez- ¡Tú no eres un elfo libre, eres esclavo y perteneces a este colegio, y por ende me perteneces a mí! ¡Si yo te ordeno que hagas algo, debes hacerlo, aún si es suicidarte! ¡Y límpiate esas lágrimas! -añadió con repugnancia.

Cirdan se pasó la mano por el rostro, tratando de cumplir los deseos de su ama muy torpemente.

-Ahora quiero que vuelvas a las cocinas y sigas con tus labores habituales. Cuando lleguen los alumnos en sus carruajes, subirás al Gran Comedor y verás dónde se sienta Albus Potter, para luego regresar a las cocinas y enviarle un plato con esa poción que sostienes en tu mano ahora. Y apenas lo hayas hecho, te borrarás la memoria. Ah, y te prohíbo contarle a nadie lo que te he dicho ni autosabotear tu misión de ninguna forma. Vete.

El elfo hizo una reverencia a Crouch -durante la cual varias lágrimas cayeron sobre la alfombra- y se Desapareció.

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La siguiente escena tuvo lugar en la Torre de Astronomía, al atardecer. Como siempre, estaba allí Servilia acompañada por el ministro.

-Este es el mejor lugar; todavía no ha anochecido, y los alumnos de la profesora Sinistra tienen que cenar antes de su clase de Astronomía -estaba diciendo la directora-. Podríamos haberlo hecho en mi oficina, pero no quiero que los retratos sospechen. Ya los he cubierto con las cortinas demasiadas veces cuando tú vienes de visita.

-Harry Potter me ha informado que su hijo se fugó de casa anoche -dijo Kingsley sin preámbulos.

-¿Albus?

-Es el único que tendría motivos para irse -señaló Kingsley con acritud.

-¿Adónde se fue? ¿Por qué?

-El porqué es fácil de deducir. Anoche fue su decimoséptimo cumpleaños, y durante la celebración él empujó la torta que le había preparado su madre al suelo… sin tocarla, quiero decir.

-¿Con magia? -preguntó Servilia, azorada.

-Exacto. Magia. Parece que mi infalible poción ha fracasado.

-¡Es imposible! ¡Potter tenía dieciséis años! ¡Tendría que ser un mago poderosísimo para que el Nullum Potens no tuviera el mismo efecto completo y perfecto que tiene en otros casos como el suyo!

-Claramente lo es -dijo Kingsley-. Y si a los diecisiete es capaz de esto, imagínate lo que podrá hacer cuanto tenga la edad de su padre, o la de Ryddle, o la de Dumbledore.

La voz de Kingsley era una extraña mezcla de pesimismo e irritación. Pero Servilia no se contagió de ese estado de ánimo.

-¿Y adónde se escapó? -preguntó la bruja tranquilamente.

-Guinea Ecuatorial. Hogar de Emma Barfleur, para más datos. No sé cómo pudimos permitirle salir del país por medio de un Traslador Internacional. Si se lo negábamos…

-Legalmente es imposible negárselo a un mayor de edad sin problemas con la ley, ni siquiera si es un squib. Y de todos modos, ¿por qué querríamos detenerlo? ¿Me dices que Albus Potter va a visitar a la bruja renegada más talentosa del mundo y tú preferirías mantenerlo aquí? -dijo Servilia, en un tono cada vez más alegre- ¿Una bruja inmortal que ha borrado del mapa a decenas de magos habilidosos que han tratado de contactarla a lo largo de los siglos?

-Ellos no querían contactarla, querían robarle su Piedra Filosofal. No me consta que sea por eso que Potter va a verla a su aldea.

-Aún así, no creo que reciba a sus visitantes con los brazos abiertos…

-¿Dices que es posible que Potter no regrese vivo de su viaje?

-Quizá ni siquiera regrese muerto. Jamás se encontraron los cuerpos de los otros magos codiciosos que trataron de meterse en su aldea. Potter se encamina a la boca del lobo -dijo Servilia, esbozando una sonrisa que curiosamente le recordó a Kingsley a los colmillos de un lobo.

-¡Basta, Servilia! ¡El hecho de que Albus Potter represente una amenaza no significa que quiera verlo muerto! -exclamó Kingsley con severidad- No permitiré que nadie le haga daño, ¿entendido?

-¿Y cómo vas a protegerlo desde aquí? -dijo Servilia- El muchacho está fuera de nuestra jurisdicción. Nadie nos echaría la culpa… no, nadie nos echará la culpa cuando Barfleur lo mate.

Kingsley contempló fríamente a Servilia durante algunos momentos, y sin decir palabra dio media vuelta y abandonó la Torre de Astronomía.

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El siguiente escenario de los recuerdos de Servilia estaba localizado en un lugar que Albus solamente conocía por haberlo visto en fotografías: la oficina del ministro de la Magia. Kingsley Shacklebolt ocupaba su sillón y Servilia estaba sentada al otro lado del escritorio.

-Albus Potter sobrevivió -dijo Kingsley, yendo al grano como en la ocasión anterior. Se advertía cierto desagrado de su parte al tener que mantener esta charla con Servilia, pero como buen político era capaz de disimularlo parcialmente-. Barfleur no solamente no le hizo daño, sino que lo ayudó a recuperar sus poderes.

Servilia cerró los ojos y apretó los labios, reprimiendo sin duda alguna exclamación grosera. Tras algunos segundos de silencio, habló.

-Es… una noticia inesperada. La situación ha cambiado totalmente. Me temo que ahora solo nos queda una posibilidad…

-Todavía hay una manera de librarnos de Albus Potter sin asesinarlo o dejar que lo asesinen -dijo Kingsley en tono cortante-. No se trata en este caso de violar la ley, sino de aplicarla. Y nadie podrá acusarnos de ser responsables directos de su caída.

-¿De qué se trata?

-Sabemos que Potter sobrevivió a su estadía en Kirite, la aldea de Barfleur, gracias a que su padre y sus tíos Ronald y Hermione viajaron allí para rescatarlo, cuando recibieron la noticia de que las potentes barreras mágicas que impedían la entrada de magos y brujas a Kirite se habían trasladado.

«Al llegar, encontraron la aldea quemada hasta sus cimientos, un cadáver descuartizado y a Albus Potter, que se disponía a escapar de allí. Potter se negó a darles ninguna información sobre el descuartizamiento o el incendio, aparte de que los responsables eran los propios habitantes de Kirite. También les dijo que había vuelto a ser un mago, y realizó un encantamiento Patronus frente a ellos para demostrárselo. Una vez hecho eso, y antes de que su padre y sus tíos pudieran seguir interrogándolo, se Desapareció junto con un elfo doméstico.

«El cadáver fue luego identificado como el de Rodrigo Barfleur, el único otro mago residente en Kirite aparte de Emma. El Auror Weasley cree firmemente que Albus hizo que Emma le robase sus poderes a Rodrigo y se los pasara a él, y que luego lo mató o hizo que lo mataran. La destrucción de Kirite también habría sido obra suya, aunque se desconoce qué ocurrió con los aldeanos. Según Weasley, tiene evidencias suficientes como para acusarlo y lograr una condena.

-¿Y está dispuesto a hacerle eso a su propio sobrino? -preguntó Servilia.

-Lo presentará como una cuestión de «aplicar la ley por sobre todas las cosas». Si fuera su hijo, las cosas serían muy distintas -dijo Kingsley, y luego se interrumpió, recordando el delicado asunto del hermano y el sobrino de Servilia.

-Entiendo -dijo Servilia, sin darse por aludida-. Entonces ¿Albus Potter será condenado y terminará en Azkaban?

-O en el exilio, lo cual es casi lo mismo -dijo Kingsley-. Lo notificaremos de la convocatoria ante el Wizengamot, pero no lo vigilaremos muy estrechamente, de manera que pueda huír del país si lo desea.

-¿Crees que se irá? -dijo Servilia.

-Si es inteligente, comprenderá que no le queda otra salida. Él es apenas un muchacho y no podrá contrapesar la influencia de Ronald Weasley sobre el tribunal… por no hablar de la mía.

Crouch asintió, pensativa. Su confianza en las maniobras del ministro estaba claramente debilitada.

-Escucha, Kingsley, ¿has contemplado la posibilidad de que te equivoques?

-¿Qué quieres decir?

-Albus Potter es demasiado astuto como para examinar su accionar con los parámetros de un chico normal de su edad. Creo que durante todo este tiempo hemos estado subestimándolo, y creo que ha llegado el momento de quitarnos los guantes y empezar a tratarlo como trataríamos a un mago adulto.

-¿Estás insinuando…? -empezó a decir el ministro con indignación, pero Servilia lo interrumpió.

-Escúchame y no digas nada de lo que después puedas arrepentirte. Yo conozco gente, Kingsley. Gente capaz de ocuparse de los problemas de los que hace falta ocuparse. Si me das quinientos mil galeones y no haces preguntas, te garantizo que lograremos eliminar la amenaza de Albus Potter de una vez por todas.

-¿De dónde voy a sacar quinientos mil? -preguntó Kingsley.

-¡No seas ingénuo, Kingsley! ¡Eres el ministro de la Magia, diriges un aparato burocrático en el que circulan montos como esos todos los días. Solo tienes que desviar varias pequeñas partidas del presupuesto hasta llegar a esa cantidad. No es necesario ser un experto en Aritmancia.

«Lo único que tienes que hacer es conseguir el dinero y dármelo en efectivo. No es necesario que sepas nada más, yo me ocuparé del resto, y si se descubre yo seré la única implicada. Pero jamás se descubrirá. Jamás.

-¡Todavía podemos terminar con Albus Potter de manera legal! ¡Estás actuando sobre la base de conjeturas paranoicas, Servilia! ¡Potter será condenado a prisión!

-Entonces hagamos un trato -dijo Servilia, clavando su mirada en Kingsley-. Si Potter es enviado a Azkaban, abortamos mi plan. Pero si Potter logra salvarse, tú me darás los quinientos mil galeones ese mismo día, y pondré mi plan en marcha.

Kingsley estaba muy incómodo e indeciso. Jugueteaba con su larga y elegante pluma y se meneaba de un lado a otro sobre su sillón, manteniendo su mirada apartada de la de Servilia.

-Kingsley, no tengo intenciones de estar aquí sentada esperando que reúnas el coraje necesario para decirme que sí o que no -dijo Servilia con desdén-. Dame una respuesta de una vez, para que pueda volver a mi trabajo.

El ministro abrió la boca para hablar, pero emitió un sonido ahogado y casi inaudible. Terminó asintiendo con la cabeza a Servilia, que se puso de pie y se dirigió a la chimenea del ministro, dispuesta a marcharse por la Red Flu. Por primera vez en aquella entrevista, podía verse una sonrisa triunfal en sus labios.

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