El señor y la señora Weasley

[NOTA: Mi computadora sigue rota, y parece que el problema se extenderá por mucho tiempo. Por suerte tengo otra computadora (que es lo bastante vieja como para que Julio César la haya usado para escribir sus Comentarios sobre la Guerra de las Galias pero que al menos funciona) en mi dormitorio, y es la que usé para escribir este capítulo y el que sigue.]

El señor Ronald Bilius Weasley, residente en el número 752 de la calle Bloomsbury, en Ottery St. Catchpole, Inglaterra, declara lo siguiente:

Que alrededor de las 19:00 del 20 de diciembre de 2024 realizó una visita a la casa del señor Draco Malfoy en respuesta a una invitación de su hijo, el señor Scorpius Malfoy.

Que Scorpius Malfoy le reveló voluntariamente que esa misma noche se encontraría con Albus Severus Potter y Valerie Christine Rosier, buscados por el Ministerio en relación con el asesinato del señor Hugo Weasley y el secuestro de la señora ministra de la Magia Servilia Crouch, acaecidos el 15 de diciembre. Que el lugar de su reunión sería el café Sha-Mat, un establecimiento ubicado en la Londres muggle.

Que, temiendo que Potter y Rosier escapasen mientras él buscaba refuerzos, se dirigió solo al local.

Que antes de ingresar al mismo colocó un hechizo anti-Aparición.

Que al ingresar se identificó como jefe de la División de Aurores y exigió a Potter y Rosier que se entregaran sin oponer resistencia.

Que Potter y Rosier respondieron atacándolo con Maldiciones Asesinas.

Que una de las Maldiciones, lanzada por Rosier, terminó alcanzando a la muggle Bárbara Gunder Frank.

Que el muggle Akbar Jatami intervino en la refriega atacando a Potter y Rosier con su «pistola», y que Potter lo asesinó.

Que en medio de la confusión del duelo, una de las municiones de la «pistola» de Jatami hirió al declarante en el hombro.

Que el muggle Stephen Stern intentó atacar a Potter y Rosier en represalia por la muerte de Frank y fue asesinado por Potter.

Que Potter consiguió paralizar al declarante con un Petrificus Totalus.

Que Potter lo sometió a la maldición Cruciatus en repetidas ocasiones.

Que Potter utilizó la maldición Sectumsempra para producirle un corte en el cuello que le habría causado la muerte por pérdida de sangre de no ser por la intervención del señor Draco Malfoy.

-Ustedes deben estar locos si creen que voy a firmar esto -fue lo primero que dijo un estupefacto Ron al terminar la lectura del documento. John Dawlish ni siquiera parpadeó ante aquella reacción tan extemporánea.

Durante los días que habían transcurrido desde el duelo en Sha-Mat, Ron no había hablado con nadie acerca lo ocurrido, a excepción de su esposa Hermione. Sus padres y hermanos le habían solicitado muchísimas veces que les revelase la verdad, pero finalmente habían cedido ante su mutismo. Intrigados pero decididos a no abandonar al menor de sus hijos en esas circunstancias tan difíciles, Arthur y Molly accedieron a alojarlo en la Madriguera.

Su única comunicación con el Ministerio había sido una lacónica carta en la que presentaba su renuncia como jefe de la División de Aurores a la ministra Crouch. Ron había esperado que Crouch le respondería con otra carta en la que aceptaba la dimisión y le agradecía por los servicios prestados, pero la ministra lo había sorprendido enviándole a la Madriguera a su sucesor en la jefatura de la División, Dawlish.

-Weasley -dijo Dawlish fríamente-, si no firmas, serás enviado a Azkaban.

-Ya lo sé, y no me importa. Yo torturé a Malfoy y maté a esos muggles. Merezco ir a prisión.

-Primero que nada, el haber torturado a Scorpius Malfoy no constituye ningún crimen. Malfoy era cómplice de Potter y Rosier, y el único motivo por el cual no está haciéndoles compañía en prisión ahora mismo es que su papi fue quien los capturó, te salvó la vida y lo mandó al extranjero, donde no podemos arrestarlo. Draco Malfoy y la ministra han llegado a un acuerdo, y la primera parte de la declaración es el fruto de ese acuerdo. Oficialmente, Malfoy hijo delató a Rosier y a Potter y Malfoy padre intervino para ayudarte en Sha-Mat, o sea que, en cuanto a lo que le concierne a la opinión pública, los dos siguen siendo magos respetuosos de la ley y leales al Ministerio.

-¿Y qué hay de los muggles?

-Esa es la clave, Weasley: son muggles -dijo Dawlish con infinito desdén-. A nadie le importa un carajo quién los mató realmente, siempre y cuando ese «quién» reciba un justo castigo por esas muertes. La ministra habló con el primer ministro muggle y le aclaró la situación, por lo que no habrá inconvenientes desde ese lado. Rosier y Potter serán condenados.

-Yo los maté, Dawlish, no Potter y Rosier.

-¿De qué nos sirve encarcelarte? Potter y Rosier son asesinos comprobados; da igual que les añadamos estas muertes a su lista.

-¡No tengo intención de prestarme a esta maniobra, Dawlish! ¡No firmaré! -gritó Ron, levantándose de la cama en la que había estado sentado.

-¡Entonces tú irás a Azkaban y ellos no!

-¿Qué?

-¡Piensa, Weasley, por una vez en tu miserable vida, piensa! ¡Tú eras el jefe de la División de Aurores! ¡A la comunidad mágica no me importa lo que les hagamos a los magos oscuros, pero no ven con buenos ojos que asesinemos inocentes, por más que sean muggles! ¡La imagen de la División quedará manchada para siempre! ¡Y Potter y Rosier tendrán más chances que antes de ser absueltos o de recibir condenas más blandas por todo lo que hicieron! ¡Si tú, el Auror encargado de dirigir su búsqueda, confiesas haber matado a tres inocentes, entonces lanzarás una sombra sobre todo lo que hicimos para capturarlos! No hay duda de que tu confesión te pondrá en Azkaban. Pero a ellos les vendrá como anillo al dedo cuando presenten sus defensas. En el mejor de los casos, Potter y Rosier recibirán diez o quince años, y cuando salgan todavía serán jóvenes y tendrán toda la vida por delante. Pero si firmas esta declaración, entonces nos aseguraremos que reciban el Beso del Dementor, y ya no serán una amenaza para nadie.

Ron clavó los ojos en el papel que sostenía en la mano derecha, como buscando la respuesta entre las líneas de tinta. Dawlish observó su rostro con avidez, olfateando la debilidad de su ex jefe pero no queriendo arriesgarse a seguir presionándolo. Finalmente, Ron levantó la mirada e hizo un gesto casi imperceptible de asentimiento. Dawlish conservó una expresión solemne mientras sacaba una pluma y un frasco de tinta de su maletín, pero por dentro estaba riendo a carcajadas.

***

El viento era muy fuerte aquella tarde, y Hermione tenía que sujetarse continuamente el cabello para evitar que le tapase el rostro. Hubiera preferido mil veces hallarse en el interior de su casa o de cualquier lugar cálido y cerrado, pero quería que su encuentro con Harry fuese en un lugar privado, y los bosques que rodeaban su casa en Ottery St. Catchpole estaban desiertos en días tan fríos como aquel.

El ruido que producían las ramas al ser agitadas por el intenso viento invernal le impidió escuchar los pasos de Harry en la nieve, a sus espaldas, hasta que su cuñado estuvo tan cerca como para tocarle el hombro. Hermione dio un respingo, pero al ver que solo se trataba de Harry, se relajó. Los dos viejos amigos se abrazaron, sintiendo por primera vez en mucho tiempo un genuino placer.

-Perdóname por no ir a verte -le dijo Harry al oído.

-No es culpa tuya. No debí recluirme de esa manera.

-Perdiste a tu hijo. Yo no sé qué haría si perdiera a uno de los míos.

-Pues ni no actuamos pronto, vas a perderlo. A Albus, quiero decir.

-¿Por eso querías verme?

-Estoy convencida de que Albus es inocente, Harry. Tu hijo no es una buena persona, pero no mató al mío.

-¿Cómo lo sabes? -dijo Harry, manteniendo una expresión impasible.

-Por esto -dijo, extrayendo un papel de su bolsillo-. Es una declaración de mi marido. Tuve acceso a ella gracias a mi puesto en el Ministerio, y me consta que van a presentarla como evidencia en el juicio a Albus y a Valerie Rosier. Él dice que Albus y Valerie asesinaron a los tres muggles que murieron en Sha-Mat.

-¿Y no fue así?

-No. Ron me confesó que él fue quien los mató. Lo hizo en San Mungo, apenas recuperó la conciencia.

-¿Entonces tú crees que Ron decidió mentir por miedo a ir a Azkaban?

-Pienso que esto va mucho más lejos. Aún si mi marido mintiera, tendrían que encontrar más pruebas para condenar a Albus y a Valerie. Tendrían que revisar sus varitas para verificar que de ellas salieron las Maldiciones Asesinas que mataron a los muggles. Tendrían que tomarle declaración a mi marido bajo la Veritaserum, y también a Albus y a Valerie. Y sin embargo, el Ministerio no mueve un dedo en esa dirección.

«Y luego me puse a pensar en qué elementos de prueba hay para condenar a tu hijo y su novia por el asesinato de Hugo, aparte de la varita de Albus y la declaración de la ministra. No planean hacerles beber la Veritaserum a Albus y a Valerie durante el juicio, Harry. No planean hacer que Crouch vuelva a declarar oralmente. No planean pedirles que muestren sus recuerdos en un Pensadero. Simplemente presentarán la declaración escrita que hizo Crouch la noche en que murió Hugo, el informe del Departamento de Misterios acerca de la varita de Albus y la declaración escrita de mi marido que tengo en mis manos. ¡Eso es todo!

«Crouch está encubriendo los asesinatos cometidos por mi marido para lograr que Albus y Valerie sean condenados por el de mi hijo. Y si es capaz de hacer esto, es capaz de…

-¿Realmente crees que ella mató a Hugo? -dijo Harry, completando lo que ella estaba por decir.

-¿Y tú realmente crees que Albus lo hizo? Él y su novia son capaces de secuestrar a Crouch por cualquier motivo retorcido, pero no matar a mi hijo.

-¿Por qué no?

-Porque Hugo era inocente. Tu hijo posiblemente haya asesinado o instigado el asesinato de varias personas, pero aparentemente todos eran criminales. A sus ojos, todos habían hechos algo que los hacía merecedores de la muerte. ¿Qué podía haber hecho mi hijo, aparte de interponerse en sus planes? Nada. Albus podría haberlo paralizado como hizo con Filch y su gata, pero lo mató. Puede que, como dijo Crouch, él y Valerie estuvieran locos, pero me cuesta imaginar que dos locos hayan engendrado un plan casi perfecto para secuestrar a la ministra de la Magia.

-Sabemos que Albus torturó a Ron e intentó matarlo.

-¡Pero él se lo merecía! ¡A los ojos de tu hijo, Ron era un asesino de muggles!

-Nadie merece la muerte, ni siquiera los asesinos -dijo Harry.

-Estoy de acuerdo -se apresuró a replicar Hermione-. Pero si queremos llegar a la verdad, tenemos que adoptar el punto de vista de Albus. Para él, matar a un asesino o a un violador no solo no es malo sino que es elogiable. ¡Y mi hijo no era ninguna de esas dos cosas!

Harry miró largamente a Hermione, como preguntándose si podría confiar en ella.

-Estoy de acuerdo -dijo finalmente-. Siempre supe que Al no podía haber matado a Hugo, pero solo ahora me doy cuenta. Es innegable que mi hijo tiene graves defectos… No es Voldemort. No es absolutamente perverso. Es inescrupuloso y sádico y necesita ser controlado de alguna manera, pero no carece totalmente de frenos morales.

-Necesitamos hacer algo, Harry -dijo Hermione, tomándolo de la mano.

-Solamente se me ocurre una cosa -dijo Harry con expresión ausente.

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