En la casa segura

[NOTA: Helena Dax comenzó a publicar hoy un nuevo fanfic, llamado Alianza (si ella fuese argentina en vez de española diría por el título que es una historia de terror…). Al igual que Harry Potter y el secreto del monasterio, tiene parejas del mismo sexo, pero es primordialmente un relato de aventuras. El primer capítulo, que pueden leer aquí, es muy prometedor.]

Una vez que Albus y Valerie se recobraron de la sorpresa que les causó la aparición de Louis Weasley, accedieron a dormir aquella siesta que les proponía Harry. Los chicos creían que, habiendo experimentado tantas emociones intensas en aquellas pocas horas, les costaría mucho conciliar el sueño, pero apenas apoyaron la cabeza en la almohada se quedaron profundamente dormidos.

Despertaron poco más de dos horas después y bajaron a almorzar. Albus no sintió más que regocijo al ver a sus amigos nuevamente -ya que cuando se fueron a la cama ellos todavía seguían bajo los efectos de la poción multijugos-, y al ocupar su asiento junto a ellos se sintió más poderoso que nunca. Valerie se sentó a su izquierda, y Harry a su derecha. James había vuelto ya de su misteriosa misión y estaba sentado frente a Albus, lo mismo que Lily.

-No tienen idea de lo que me alegra tener a mis tres hijos a salvo junto a mí -dijo Harry con una sonrisa mientras Kreacher, Winky y Bowy les servían el almuerzo.

«Solo falta mi… esa mujer», pensó Albus con amargura, pero prefirió no arruinar el buen clima mencionando el tema de Ginny Potter.

-Yo también me alegro de que me rescataran -dijo Albus-. La idea de no volver a ver a mi familia y mis amigos era lo que más me atormentaba durante mi encierro… aunque no tanto como la idea de que toda mi familia y todos mis amigos hubieran creído las mentiras de Crouch y me considerasen culpable de la muerte del pobre Hugo.

Algunos de los presentes advirtieron un matiz de dureza en la segunda parte de la frase de Albus.

-No tienes que preocuparte. Aquí todos estamos seguros de que tú y Valerie dicen la verdad -lo tranquilizó Hermione.

-Lo sé. Pero ahora deberíamos pensar en cuál será el próximo paso -dijo Albus quedamente mientras se llevaba un trozo de pollo a la boca con el tenedor.

-Ya lo tengo todo previsto -replicó Hermione-. Harry y yo acusaremos personalmente a Crouch del asesinato de Hugo ante el Wizengamot, y presentaremos como evidencia los recuerdos de ustedes dos de lo que ocurrió.

-Y si hace falta, hay una evidencia adicional que pienso aportar -añadió Harry.

-¿En qué consiste?

-No te lo puedo decir ahora -dijo Harry sin alterarse-. Pero te aseguro que se trata de una prueba irrefutable.

-¿Y qué hay de Sha-Mat? -preguntó Valerie, y de inmediato los rostros de Harry, Hermione y Rose se oscurecieron. Hubo varios segundos de silencio en el comedor.

-Pues me temo que mi esposo tendrá que pagar por lo que hizo -dijo al fin Hermione-. Una vez que demostremos fuera de cualquier duda la inocencia de ustedes dos con respecto a la muerte de Hugo, estoy segura de que él aceptará declararse culpable del asesinato de los tres muggles. No obstante, haremos lo posible por evitar que la pena sea excesivamente dura. Irá a Azkaban, pero no de por vida; y ciertamente no recibirá el Beso del Dementor.

-Hay un problema mucho más serio que tenemos que resolver -se apresuró a añadir Harry cuando vio que su hijo y la novia de él parecían disgustados por las palabras de Hermione-. Christopher Wickham. ¿Por qué lo mataste, Al?

-Él me dijo que si yo escapaba o intentaba escapar, lo primero que haría sería asesinar a Valerie delante de mis ojos. Y de hecho alcanzó a levantar la varita y apuntarle a Valerie. Era él o ella.

-Pero, ¿por qué le gritaste lo de su hermano? -preguntó Hermione con un poco más de severidad.

-Me habían contado la noche anterior que él se había unido a los Aurores porque su hermano mayor había muerto durante la guerra y quería vengarlo simbólicamente combatiendo magos oscuros. Era la única manera de enfurecerlo y distraerlo lo suficiente como para poder… ponerlo fuera de combate.

-Muchos cuestionarán que hayas preferido matarlo a él y que hayas dejado vivos a los otros Aurores. Creerán que tenías un problema personal con Wickham -replicó Hermione.

-¡Pues claro que tenía un problema personal con él! -exclamó Valerie- ¡Deberías haber visto como nos maltrataba en la prisión de encausados!

-Estoy segura que el accionar de Wickham fue imperdonable -dijo Hermione plácidamente-. El motivo por el cual estoy cuestionándolos de esta manera es que Albus asesinó a un miembro muy prominente de la División de Aurores frente a decenas de testigos. Como tú mismo lo dijiste, Al, ese es un problema muy serio del que te será difícil librarte. En el mejor de los casos, aún si te absuelven por el asesinato de Hugo y el de los tres muggles, te condenarán a varios años de prisión domiciliaria. Fue seguramente defensa propia, pero desde el punto de vista estrictamente legal, te excediste y debes ser penado por el Wizengamot. Y lo mismo pasa con tu intento de asesinar a Ron: podemos suavizar la acusación -podemos decir que tu Sectumsempra no estaba dirigido a su cuello o algo así, y que no tenías intención real de matarlo-, pero no hacerla desaparecer.

-No pienso volver a ser condenado por esos tipos -dijo Albus, rechinando los dientes.

-Estoy seguro de que podremos llegar a un acuerdo -intervino Harry, intentando evitar roces entre su hijo y su cuñada-. Al fin y al cabo, estamos hablando del mismo Wizengamot que te condenó hoy mismo, sin molestarse en analizar ninguna prueba ni escuchar testimonio alguno. Muchos de sus miembros se sentirán culpables cuando llegue la hora de juzgarte por lo de Wickham. Además, haremos que El Profeta haga una campaña publicitaria muy positiva hacia ti y Valerie.

No obstante, estas palabras de Harry no hicieron más que causarle a Albus un mayor desconcierto e irritación. El chico abrió la boca para protestar, pero Valerie le apoyó suavemente la mano en el antebrazo.

-Amor, creo que lo mejor es que discutamos estas cosas más adelante -dijo dulcemente-. ¿No podemos simplemente disfrutar de este almuerzo en paz?

-Está bien, Valerie -dijo Albus, mientras bebía un trago de hidromiel-. ¡Carpe diem!

Aliviados por la oportunidad de hablar de temas menos polémicos, los demás comensales le dirigieron sonrisas de agradecimiento a Valerie y el ambiente se distendió muchísimo.

***

Tras los postres, todos se levantaron de sus sillas y se dirigieron a la sala de estar -a la que Harry acababa de agregarle varios sillones y mesitas, aunque todavía presentaba un aspecto algo deprimente por la falta de otros adornos- para tomar el café. Albus aprovechó la oportunidad para acercarse a su primo Louis y susurrarle al oído.

-¿Podemos hablar a solas?

-De acuerdo. ¿Quieres que vayamos a tu cuarto?

-No hay suficiente privacidad allí -repuso Albus-. Al fin y al cabo, existe algo llamado orejas extensibles, y más de uno en esta casa puede utilizarlas. Lo mejor es salir de la casa.

-En eso tienes razón -dijo Louis-. No obstante, alguien podría verte.

-¿Quién, algún automovilista? -dijo Albus con desdén- Esta no parece ser una zona de magos, y dudo que los muggles que pasan por la ruta estén muy preocupados por atrapar fugitivos.

-De acuerdo, pero si pasa algo no digas que no te lo advertí -dijo Louis sonriendo resignadamente.

Los chicos entonces se escabulleron al exterior de la bella casa de campo. Albus se deleitó observándola por un tiempo y preguntándose si su padre había elegido ese lugar por casualidad o si en verdad tenía un buen gusto para las viviendas. Pero luego recordó que el tiempo apremiaba (y que el clima invernal era poco propicio para quedarse mucho tiempo a la intemperie) y encaró a Louis.

-Ahora que me explicaron a la perfección en qué consistía el plan y tu rol en él, quiero decirte que te perdono por haberme escupido y por las cosas que me gritaste en el juicio… con una condición.

-¿Qué condición? -preguntó Louis con desconfianza.

-Quiero que me digas a mí lo que no quisiste decir delante de los demás. Creo que tengo más derecho que nadie a saberlo.

Unos minutos después, Louis terminó de hablar y se quedó mirando a su primo, esperando que dijese algo. El joven sonrió con algo que al hijo de Bill y Fleur Weasley le pareció tristeza.

-Gracias por tu sinceridad. Pero ahora sabes que no puedo dejarte conservar ese conocimiento.

-No, no puedes.

-Es una información vital y solo me concierne a mí. No puedo arriesgarme a que lo sepan mis enemigos.

-No te preocupes, entiendo cómo son las cosas. Hazlo.

Agradeciendo que su primo se tomase la situación con tanta ecuanimidad, Albus levantó su varita y le apuntó a la cabeza.

Ir al siguiente capítulo