Los sensuales

En vida de su hermano, Aberforth Dumbledore jamás se había atrevido a desobeceder la ordenanza que prohibía alquilar habitaciones de su taberna a alumnos de Hogwarts. Pero al morir Albus, Aberforth comenzó lentamente a adoptar una postura más laxa hacia los estudiantes que venían a su taberna pidiéndole una habitación por un par de horas. Al principio se limitaba a hacerles la vista gorda a los alumnos mayores de edad, pero con el correr de los tiempos el viejo tabernero alquilaba habitaciones a cualquier persona que pagase por adelantado y que no llevase puesto el uniforme del colegio.

Por lo general las parejas adolescentes iban juntas a pedirle una habitación, pero en unos cuantos casos uno solo de los novios (por lo general el varón) era el que se ocupaba del trámite, y la otra persona lo seguía subrepticiamente una vez que él tenía la llave. Por eso se sorprendió un poco cuando Helen Gamp, estudiante de séptimo año, se presentó sola a solicitar un cuarto.

Tras pagar y recibir la llave, la chica entró a la habitación y se desnudó por completo. La muchacha se entretuvo durante un rato mirándose en el gran espejo que Aberforth había colgado en la habitación. Era hermosa y estaba conciente de ello. Le bastaba con aparecer en el Gran Salón o en su sala común para ser objeto de todas las miradas masculinas. Pero para ella era una desgracia que teniendo la posibilidad de estar con cualquier chico que deseara, se hubiese enamorado del único que no podría tener. Michael Milton. El hijo de muggles.

Los Gamp eran una de las familias de sangre pura más antiguas. Las leyendas afirmaban que sus primeros ancestros habían sido contemporáneos de Merlín. Ellos siempre se habían destacado por su gran inteligencia, que durante siglos les había permitido ser enviados a la Casa de Ravenclaw por el Sombrero Seleccionador. El miembro más prominente del clan había sido Mitrídates Gamp, que había enunciado las famosas leyes de Gamp que marcaban los límites de la magia. Pero Helen no compartía ese rasgo familiar. En efecto, era bastante estúpida. «Abismalmente estúpida», solía decir su madre, a quien no cegaba el amor filial. El Sombrero había querido ponerla en Hufflepuff, pero ella había logrado persuadirlo, no con argumentos sino con pura testarudez.

La mayoría de sus amigas eran feas, y esto se debía a una especie de simbiosis: a Helen el estar rodeada de chicas poco agraciadas le servía para resaltar todavía más su propia hermosura. A sus amigas, les servía para conseguir novios, pues muchos chicos, al ser rechazados por Helen, trataban de emparejarse con sus amigas, en parte como premio consuelo y en parte para permanecer cerca de la propia Helen, por si ella cambiaba de opinión.

Pero Helen nunca cambiaba de opinión. Si le decía que no a un chico, él podía abandonar cualquier esperanza de estar con ella; sin importar cuánto le rogase e insistiese -algo que absolutamente todos los rechazados hacían-, ella se mantenía en sus trece. Y si le decía que sí, él podía disfrutar de algunas semanas en la cima del mundo, hasta que aparecía otro chico mejor parecido y/o con mejores conexiones familiares por el que era desplazado.

Hasta que vino Michael Milton. Milton era un hijo de muggles, pero el Sombrero lo había puesto en Slytherin. A diferencia de Ash Bennett, que había conseguido sobrevivir allí gracias a la protección de Albus Potter, Michael se había hecho valer por su cuenta y pudo ganarse el respeto de sus compañeros de Casa (que por otra parte ya estaban más concientes de que la discriminación hacia los hijos de muggles era poco conveniente y por lo tanto no estaban dispuestos a llegar muy lejos en su hostigamiento). Milton, como tantos otros, intentó seducir a Helen y fue rechazado. Pero a diferencia de sus predecesores, Milton lo aceptó con aparente indiferencia, y ese gesto bastó para que Helen recapacitase. La chica comenzó a prestarle atención a Milton, ignorando a su novio de turno cada vez que él aparecía. Comenzó a ver en él atractivos que antes había pasado por alto. Las imperfecciones físicas que había notado cuando él se le acercó (la nariz prominente, las uñas demasiado largas) comenzaron a minimizarse a sus ojos, mientras que las características más agradables (sus ojos azules, sus hombros anchos, sus labios finos) se magnificaban. Llegó un momento en el cual su infatuación con Milton pasó a ser notoria para todos, excepto aparentemente para el propio Milton.

Helen comenzó a abandonar la compañía de sus amigas y su novio para seguir a Milton. Pero como no era muy inteligente, Milton la descubrió enseguida.

-¿En qué puedo ayudarte, Helen? -dijo cortesmente, en las primeras palabras que le dirigía desde que fue rechazado.

-Este… yo… me… -balbuceó la chica, que por primera vez en su vida se sentía nerviosa frente a un varón.

-¿Te molesta si completo tu frase? -dijo Milton, empujándola suavemente contra la pared y besándola en la boca.

Y así comenzó todo. Helen Gamp y Michael Milton comenzaron una relación que constituyó para Helen la mayor pasión de su corta vida. Para Michael, en cambio, Helen era algo muy distinto. Milton había sido atraído hacia ella por su atractivo físico, pero sobre todo por su apellido. Ser el novio -y quizá en el futuro, el esposo- de una Gamp significaba formar parte de una familia de sangre pura de mucho mayor linaje y casi tanta riqueza como los Malfoy. Y que a diferencia de los Malfoy, no se había vinculado con magos oscuros sino que había estado en el exilio durante las guerras. Un Slytherin no podía desaprovechar eso, aún cuando en tiempos recientes la pertenencia a esa Casa o cualquier otra Casa hubiera dejado de tener sentido… Milton había observado atentamente a Helen, había comprendido su patrón de conducta con el sexo opuesto y había elaborado la manera perfecta de vincularla a él indisolublemente.

Lo que Milton no había imaginado es que los Gamp, si bien no estaban dispuestos a arriesgar su pellejo en favor de la pureza de la sangre, tampoco estaban dispuestos a permitir que la pureza su propia sangre se viera comprometida por un arribista como él. Así que apenas escucharon que Helen se había puesto de novia con Michael Milton, un hijo de muggles, sus padres le escribieron una fría y severa carta ordenándole poner fin a la relación.

Lamentablemente Helen decidió obedecerlos, pero utilizó para ello una conducta tan torpe como la que había seguido cuando comenzó a interesarse por Michael Milton. En vez de simplemente decirle que no podía estar con él, ella lo convocó a la habitación que solían alquilar en Cabeza de Cerdo durante las visitas a Hogsmeade para tener relaciones por última vez y comunicarle la mala noticia. Helen estaba convencida de que el golpe sería menos duro para Michael si se lo daba después del sexo.

Y cuando Michael llegó, Helen se esmero por complacerlo en todo. No solamente le chupó el pene, sino que también lo apretó entre sus senos, chupó sus testículos y, cuando Michael eyaculó, ella no retiró su boca sino que se tragó todo su semen. Para Michael fue magnífico,  su primer pensamiento coherente después del orgasmo fue que valía la pena estar con una tonta como Helen si todas sus noches con ella serían así.

Y luego vino el balde de agua fría. Helen le habló acerca de la carta de sus padres y le dijo que ya no podían estar juntos. Si no rompía con él enseguida, la desheredarían.

Michael permaneció petrificado en la cama, mientras Helen, sentada en el borde, lo miraba ansiosa y su erección comenzaba a bajarse. «Así que los Gamp no quieren verme con su hijita…», pensó con rencor. «Claro, los Gamp no pueden permitir que su hija tenga hijos con un sangre impura como yo. ¡Pues que se vayan a la mierda! ¡Voy a casarme con Helen aunque tenga que exterminarlos a todos!» Pero luego se serenó. «Helen no me será tan útil como esposa si la desheredan. Todo el dinero irá a parar a otras manos».

-¿No hay alguna forma de hacerlos recapacitar? -dijo Michael.

-No. Ellos solamente me permitirían estar con alguien que no sea de sangre pura si fuese un Harry Potter. No hay nada que podamos…

-Espera, espera. ¿Qué es eso que dijiste?

-Que mis padres no me dejarán estar con nadie que no sea de sangre pura y que no hay nada que podamos hacer.

-¡No, en el medio! ¿Qué es eso de Harry Potter?

-No es que me guste Harry Potter… -dijo ella, alarmada.

-Claro que no -dijo Michael, armándose de paciencia-. Pero dijiste algo así como que solo te dejarían estar con un Harry Potter. ¿Qué significa eso?

-Bueno, si el mago con el que quisiera casarme fuese un héroe, a mis padres no les importaría que fuese un hijo de muggles o un mestizo.

-¿Y si yo fuese un héroe? -dijo Michael.

-Supongo que te dejarían, pero no veo cómo… No hay ningún Lord Voldemort al que puedas matar.

-¿Estás segura? ¿Y qué hay de…?

-¡NO! -gritó ella, poniéndose de pie. Por primera vez, había podido deducir lo que Michael iba a decirle antes de que él hablase-. ¡Ni se te ocurra, Michael!

-¿Por qué no?

-¡Muchísimos magos más grandes, inteligentes y poderosos que nosostros lo han intentado y fracasaron!

-¡Ellos no dormían bajo su mismo techo! ¡Piénsalo, Helen! ¡El tipo está prevenido contra cualquier ataque exterior, pero no debe haberse planteado la posibilidad de un ataque interior!

-¡Es peligroso, Michael! ¡Podemos acabar muertos!

-No si lo hacemos mientras duerme. ¡No podemos fallar, Helen!

-Supón que lo matemos. ¿Qué pasará después?

-¿Qué importa? ¿Crees que alguien querrá vengarlo?

-Tiene amigos…

-Y tiene enemigos que son mucho más peligrosos que sus amigos. Ellos se harán cargo de la situación cuando él esté muerto. Y seremos recompensados. Seremos héroes a los ojos de todos, Helen. Tus padres no podrán sino permitir que nos casemos.

Mientras decía esto, Michael se acercó al borde de la cama, se sentó y comenzó a acariciarle las nalgas a Helen, que estaba de pie a pocos centímetros. El chico besó su estómago plano y su ombligo y comenzó a deslizar su lengua hacia abajo.

-Te lo prometo, Helen -dijo entrecortadamente mientras bajaba hacia su entrepierna-. Tú… y yo… vamos a matar… al Hacedor de Reyes…

[NOTA 1: Quiero desearle feliz cumpleaños atrasado a Winky. No tengo idea de la fecha exacta en que cumplió años, y ella no ha querido recordármela a pesar de que se lo pedí varias veces.

NOTA 2: Hay dos referencias literarias en el capítulo, pero son demasiado difíciles de adivinar como para que plantee un concurso como el del capítulo anterior. El título se lo puse por un capítulo de Los hermanos Karamazov, de Fedor Dostoievsky, que empecé a leer el jueves pasado y terminé el lunes. Y algunos detalles de la relación entre Helen y Michael los saqué de El mundo según Garp, de John Irving. En ese libro Helen Garp, la esposa del protagonista, tiene un romance con un alumno llamado Michael Milton. Y cuando su marido se entera, al igual que Helen Gamp, decide terminar el romance , pero solo después de practicarle sexo oral por última vez, creyendo que así la ruptura será menos traumática. No obstante, hay que decir que la Helen de El mundo… es una mujer mucho más inteligente que la Helen de este capítulo.]

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