A emigrar

Muy complacido por la respuesta de sus amigos, Albus se reclinó en su asiento.

-Siempre has sido el que mejor se expresa por escrito de todos nosotros, Livius. Quizá algún día seas tú el encargado de contar nuestra historia -dijo Albus.

Livius Black esbozó una tímida sonrisa.

-Pasando a un asunto mucho menos grato, me temo que necesitaré hablar con… Isaac a solas -la vacilación de Albus antes de pronunciar el nombre fue casi imperceptible-. Sé que es la segunda vez que tengo una charla en privado con uno de ustedes, pero les aseguro que es por un buen fin -añadió.

-¿Por qué conmigo, Al? -preguntó Isaac.

-Te lo explicaré en el dormitorio -replicó Albus.

A regañadientes, Isaac Prewett se puso de pie y acompañó a su amigo a la habitación contigua. Albus cerró la puerta y, aparentemente, volvió a colocar un Muffliato para evitar que escuchasen su diálogo.

Los dos amigos estuvieron encerrados adentro un largo rato, y cuando la puerta se abrió los chicos se sorprendieron al ver que solamente Al salía del cuarto. Alcanzaron a ver a Isaac sentado en la cama de Albus y Valerie, con una expresión indescifrable en el rostro, antes de que Albus volviera a cerrar la puerta y lanzase otro hechizo silenciador, esta vez para asegurarse de que Isaac no pudiera oírlos.

-¿Qué es lo que ocurre? -preguntó Agamenón- ¿Por qué tanto misterio?

-A Isaac le he encomendado una misión muy especial. Muy especial y muy difícil -dijo Albus-. Mientras menos sepan ustedes al respecto, mejor. Y mientras menos sepa él de lo que vamos a hacer nosotros entretanto, mejor.

-¿No hay nada que puedas decirnos al respecto? -preguntó Alcyone.

-Solo una cosa: Isaac se quedará aquí en Gran Bretaña -respondió Albus.

-¿Y nosotros no? -preguntó Agamenón.

-No -dijo Albus-. Nosotros vamos a abandonar el país mañana mismo. Por medios muggles, porque los Trasladores Internacionales no son precisamente fáciles de conseguir para dos prófugos del Ministerio y las barreras mágicas impiden que viajemos a otro país por la Red Flu o Despareciéndonos. Creo que lo mejor es Aparecernos en Dover y tomar un autobús que nos lleve por el Eurotúnel hasta Calais, en Francia. No será un viaje largo. Y a partir de ahí…

-Espera un momento -intervino Agamenón-. Todavía no nos has explicado por qué debemos irnos.

-Tenemos que irnos porque no estamos listos para la guerra -dijo Albus-. En este mes he cometido dos errores imperdonables: primero, el haber dejado escapar a Servilia Crouch. Segundo, el haber dejado que Draco Malfoy me atacase por la espalda y me Aturdiese.

-Eso no fue culpa tuya, Al -intervino Ash-. ¿Cómo podías esperar…?

-Debí preverlo todo -replicó Albus-. Mi primer error se debió a mi desconocimiento de la magia sin varitas, y mi segundo error a mi propia imprudencia, al decidir matar a Ron Weasley lentamente en vez de eliminarlo con rapidez e irme. Pero en ambos casos la causa es la misma: no soy un guerrero.

-Pero Al, tú has conseguido librarte de los Aurores varias veces -observó Alcyone.

-La primera vez lo único que hice fue escapar con una escoba. La segunda vez conté con la ayuda de Louis y la tercera vez, con la de ustedes, mi padre, mis hermanos, mi tía y Teddy. Pero no creo que pueda vencer a los Aurores por mi cuenta… sin un entrenamiento igual de duro que el que ellos han recibido -dijo Albus-. Y lamento decir que ustedes tampoco.

-¿Y dónde esperas que recibamos ese entrenamiento? -preguntó Agamenón.

-En Durmstrang -respondió Albus.

-¿Durmstrang? ¿Hablas en serio? -preguntó Agamenón.

-Totalmente -dijo Albus.

-Mira, primero que nada, no sabemos dónde está Durmstrang. Su ubicación es ultrasecreta, así que no podemos simplemente viajar allí desde Francia. En segundo lugar, ¿qué te hace pensar que podríamos presentarnos allí como si nada y decirles que nos den clases? -dijo Agamenón.

-Bueno, creo que mi respuesta a tu segunda objeción también responderá a la primera. Hace pocos meses Liev Oblonsky renunció al cargo de director del Instituto Durmstrang. El Consejo Escolar designó como su sucesora a Frida Von Papen. ¿La recuerdan? -dijo Albus.

-Sí, ella era la profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras -respondió Ash-. Vino a impartirnos la materia… hace cuatro años, ¿cierto? Yo estaba en tercero y tú estabas en cuarto.

-Así es -dijo Albus-. Ella y yo llegamos a llevarnos bastante bien. Von Papen es una bruja muy desprejuiciada, y sospecho que no le cayó del todo bien Crouch cuando le tocó estar con nosotros.

-¿Y crees que va a ayudarte? -preguntó Valerie.

-Creo que podríamos intentarlo. Von Papen al menos no tiene motivos para traicionarnos, pues no ganaría demasiado entregándonos al Ministerio de la Magia británico… ni a ningún otro Ministerio -dijo Albus, sin mirar a su novia.

-¿Qué quieres decir con eso? -preguntó Ash.

-He escuchado rumores acerca de Durmstrang… rumores muy interesantes que hablan acerca de su status jurídico. Parece que de algún modo el instituto ha eludido cualquier clase de control gubernamental durante siglos. Los rumores hablan también acerca de muchos fugitivos que han logrado refugio en el instituto, a causa de esa suerte de aislamiento diplomático del que goza Durmstrang.

-¿Mortífagos? -preguntó Alcyone.

-Posiblemente, aunque considerando el perfil que buscó darle Oblonsky al instituto no podría afirmarlo categóricamente -dijo Albus.

-¿Y qué haremos si realmente hay Mortífagos viviendo en Durmstrang? Todos sabemos que todavía quedan algunos prófugos -preguntó Alcyone.

-No creo que eso represente un problema -dijo Albus-. Si Von Papen acepta recibirnos, nos aseguraremos de que les ordene a sus… huéspedes que no le hagan daño a Ash, que es el único hijo de muggles entre nosotros.

-No es a eso a lo que me refiero -dijo Alcyone-. ¿Estás dispuesto a convivir con Mortífagos?

-La guerra contra Tom Ryddle no es mi guerra -dijo Albus con indiferencia-. Mi prioridad es Servilia Crouch.

-¿Sabes cómo murió mi madre? -preguntó Alcyone.

-Sí, lo sé -dijo Albus.

-¿Qué? ¿Cómo…?

-Vi tu árbol genealógico cuando me invitaste a tu casa, Alcyone. Y cuando advertí lo joven que era tu madre cuando murió, me puse a investigar en los archivos de El Profeta.

-Entonces estás al tanto de que mi madre fue asesinada por los Mortífagos -dijo Alcyone.

-No quiero sonar insensible, Alcyone, pero tu madre fue asesinada por un Mortífago. Un Mortífago que no actuó obedeciendo órdenes de nadie -porque Voldemort había muerto varios años atrás cuando eso ocurrió- y que ha sido capturado por los Aurores. Mulciber está en Azkaban, no en Durmstrang.

-No estoy dispuesta a alojarme en Durmstrang si allí también viven Mortífagos, aún cuando entre ellos no esté Mulciber -dijo Alcyone.

-No sabemos si hay Mortífagos en el instituto -repuso Albus tranquilamente.

-Pero es una posibilidad, ¿cierto?

-Sí -admitió Albus-. Pero piensen: ¿qué es lo más importante? ¿Deshacernos de Servilia Crouch o demostrar nuestro repudio a la ideología y al accionar de los Mortífagos negándonos a residir en un castillo donde podrían residir algunos ex Mortífagos fugitivos? El único lugar en donde recibiremos el entrenamiento que necesitamos para vencer a Crouch es Durmstrang.

«A veces tenemos que tomar decisiones desagradables. Sin embargo, esas decisiones son las que, en definitiva, nos permiten triunfar. En el corto plazo puede parecernos que estamos haciendo o tolerando el mal, pero en el largo plazo estamos trabajando para destruir el mal.

-¿El fin justifica los medios?

-No. Hay algunos medios que jamás pueden ser justificados. Ahora bien, no creo que vivir bajo el mismo techo que un grupito de magos oscuros jubilados sea un medio injustificable.

Alcyone parecía lívida, y Livius, muy incómodo, tuvo que escribirle una nota. Pese a la curiosidad de los presentes, solo Alcyone la leyó, y pareció calmarse un poco. La chica se guardó el papel en el bolsillo y dijo:

-Está bien, supongamos que acepto. ¿Cuánto tiempo tendremos que estar en Durmstrang?

-El que haga falta. Pero ahora que reflexiono sobre la cuestión del tiempo, me parece que voy a tener que aconsejarles a ti y a Ash que no nos acompañen.

-¿Cómo? -preguntaron ambos al unísono.

-Todavía no han completado sus estudios en Hogwarts -dijo Albus-. Si los abandonan en este punto, corren el riesgo de que Crouch sospeche de ustedes. Y tienen que parecer lo más inofensivos que puedan. Lo mejor es que se unan a nosotros en Durmstrang cuando aprueben los EXTASIS. Usen como excusa que van a realizar un Gran Tour. En los últimos años ha vuelto a ponerse de moda…

-Pero eso significa que no podré ver a Livius hasta… junio del año que viene -protestó Alcyone.

-No creo que eso represente una gran diferencia de lo que hubiera pasado en circunstancias normales. Livius ya no es alumno de Hogwarts, y solamente podrías haberlo visto en las vacaciones de Pascua y en las visitas a Hogsmeade. Pero de todos modos, es una decisión tuya. Y lo mismo le digo a Ash. Si abandonan Hogwarts ahora, atraerán la atención de Crouch. Ella ya parece saber que son amigos míos, y no es ninguna tonta.

-Estoy dispuesta a arriesgarme -dijo Alcyone lealmente.

-Yo también -dijo Ash.

-Creo que deberían pensarlo con más detenimiento -dijo Albus-. Partiremos a Dover mañana por la noche.

-Perdona que me anticipe tanto, Al -dijo Agamenón-. Pero supón que en Durmstrang conseguimos un entrenamiento que nos deje listos para combatir en esa guerra prolongada que tú te propones librar. ¿Cuál será nuestra estrategia?

-En pocas palabras, apuntaremos a las familias de los Aurores -dijo Albus lacónicamente-. Pasando a otra cuestión, ¿quieren ir a cenar? Estoy muy hambriento y todavía es temprano. Conozco un lugar que tiene máquina de karaoke. Sería deprimente pasar el resto de Nochevieja aquí, ¿no creen?

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