Un consejo y un reencuentro

[NOTA: Este capítulo estuvo a punto de retrasarse por Jack Bauer. Espero que no se quejen de que es corto; tiene mas de 1.900 palabras.]

El sol del mediodía no era lo bastante fuerte como para despertar a la mayoría de los chicos, en parte debido a que su intensidad estaba reducida por el clima invernal, pero sobre todo porque los chicos habían bebido demasiado la noche anterior. La única que se había moderado era Valerie, y por lo tanto fue la única que sí fue sacada de su sueño por la luz.

La joven se incorporó con dificultad, y se masajeó los hombros, doloridos por haberse quedado dormida en un sofá en vez de en una cama. Isaac Prewett estaba acostado en el otro extremo, pero el mueble era lo bastante grande como para que no se tocasen.

Frotándose los ojos, Valerie fue al baño. No se impresionó por su enorme tamaño, pues tanto en su residencia en Londres como en la de Lyon todas las habitaciones solían ser así de grandes. Tras orinar y lavarse un poco la cara, abandonó el lugar y se dirigió a uno de los dormitorios. Abrió las puertas y vio a Albus y a Ash Bennett durmiendo en la enorme cama; al igual que ella y que todos los demás, ni siquiera habían alcanzado a desvestirse; Al, como siempre, dormía de costado, y Ash dormía boca abajo, peligrosamente cerca del borde de la cama. Valerie notó que un hilo de baba colgaba de la comisura de los labios de su novio. Esforzándose por no reírse, la chica se acostó cuidadosamente a su lado. Utilizó su varita para materializar un pañuelo y le secó la boca con gran suavidad.

Si bien ella había esperado que su novio estaría sumido en un sueño demasiado profundo como para notar el roce de la tela, Albus abrió los ojos enseguida.

-Hola -dijo-. ¿Qué hora es?

-La una y cuarto, quizá una y veinte -dijo Valerie.

-Más temprano de lo que esperaba -dijo Albus.

-¿Te sientes bien? -preguntó Valerie.

-Creo que sí -respondió Albus-. ¿Los demás están dormidos?

-Ash e Isaac sí. No podría responder por Agamenón, Louis, Livius y Alcyone, porque están en los otros cuartos -dijo Valerie.

-Deberíamos despertarlos pronto. Quisiera una oportunidad de convencer a Ash y a Alcyone de quedarse en el país.

-¿Estás seguro de lo que dijiste anoche? ¿Piensas que Crouch se dará cuenta de su ausencia si vienen con nosotros?

-No podemos ser demasiado cautelosos, Valerie. Ya subestimé a Crouch una vez, y… ya sabes lo que pasó. No volveré a cometer el mismo error.

-El que más me preocupa es Agamenón. ¿Crees que es de fiar?

-Hace mucho que lo conozco -le aseguró Albus-. Es inteligente, pero demasiado escrupuloso. Eso no significa que sea un potencial traidor.

-Pero, ¿y si…?

-Valerie, ¿hace falta que tengamos de nuevo esta discusión? -la interrumpió Albus- Agamenón y los otros son mis amigos. Les confiaría mi vida. Tienen sus defectos, como todo el mundo, pero no puedo darme el lujo de desconfiar de ellos en estos momentos.

-No te pido que desconfíes de ellos. Pero hay una diferencia entre tenerlos en tu bando y compartir con ellos información tan vital.

-Los necesito a mi lado tanto como te necesito a ti -dijo Albus-. Por favor, Valerie, no insistas. Voy a derrocar a Servilia Crouch, pero lo haré con los aliados y por los medios que yo juzgue convenientes. Lo haré a mi manera o no lo haré, ¿entendido? No me liberé de mi padre para tener que aceptar órdenes tuyas. Ahora vete y déjame dormir un rato más.

***

Valerie se sentía demasiado incómoda estando en la misma habitación que Albus como para pedir que le subiesen el almuerzo. No queriendo almorzar sola, decidió ver si en las otras habitaciones había alguien más despierto, y salió al pasillo, no sin antes tomar otra dosis de poción multijugos. Tuvo la suerte de que una Alcyone Hitchens totalmente despabilada le abriese la puerta de la primera habitación en donde golpeó.

-Hola. ¿Quieres bajar a almorzar? -le preguntó.

-Está bien -accedió Alcyone-. Livius ha tomado muchísimo. Va a despertarse sintiendo que alguien le está lanzando Cruciatus dentro de su cabeza.

-Recuerda que estamos entre muggles, Alcyone. Cuidado con lo que dices -la reconvino Valerie mientras caminaban hacia el ascensor.

El menú del hotel era mucho más amplio que el del restaurante donde habían cenado la noche anterior. Las dos chicas comieron casi en silencio, pues no eran amigas muy íntimas. Sin embargo, llegó el momento en que Alcyone no pudo contenerse más, y cuando les trajeron el postre, preguntó:

-¿Cómo van las cosas entre Al y tú?

Valerie la miró con cierta desconfianza. No obstante, poco a poco fue dándose cuenta de que necesitaba hablar con alguien de sus problemas con Albus. Valerie sentía que su mente estaba desbordada por la situación. Pensando que quizá la mente de Alcyone tuviese un mejor enfoque, Valerie le contó todo lo que había estado ocurriendo en aquellas 24 horas, exceptuando su propia desconfianza hacia los amigos de Al (amigos entre los que obviamente se contaba su interlocutora).

Cuando terminó su relato, Alcyone guardó silencio por unos momentos, apoyando pensativamente la barbilla sobre sus manos entrelazadas.

-Lo he arruinado, Alcyone.

-No, pero casi -repuso la chica con calma-. ¿Quieres saber cuál es mi opinión?

-Por eso te lo conté.

-De acuerdo. Yo estoy segura de dos cosas. Primero, que tú amas a Albus y que Albus te ama a ti… No, Valerie -dijo, levantando el índice- ni siquiera te atrevas a cuestionar eso. Si Albus no te amase, no habría hecho lo que hizo anoche. Y está bien claro que tú también lo amas, a tu manera retorcida.

«La otra cosa de la que también estoy segura es de que los dos comparten el mismo deseo de castigar a Servilia Crouch por sus delitos. Puede ser que difieran en algunas cuestiones tácticas, pero el objetivo que ambos persiguen es el mismo.

-Entonces, ¿por qué me trata de esa manera?

-Pues porque tú lo has herido en su orgullo, y ahora estás echando sal en su herida. Lo obligaste a romper con su padre, o al menos eso cree él.

-Pero Albus le dijo a Harry que…

-Albus le dijo a Harry que él estaba actuando por voluntad propia porque quería que su padre creyese eso. Quería protegerte de él. Pero en el fondo me parece que piensa que tú realmente lo forzaste a hacer lo que hizo.

-¿Qué crees tú? ¿De verdad lo hizo por mí?

-No lo sé. Albus siempre ha desconfiado de su padre. Creo que solo era cuestión de tiempo para que terminase rebelándose contra él. Tu intervención, por así llamarla, solamente aceleró las cosas. Desdichadamente ahora él está convencido de que tú fuiste algo más que el desencadenante, cree que tú tienes la culpa.

Las ramificaciones del razonamiento de Alcyone asombraron a Valerie.

-A ver, recapitulemos. Tú dices que Albus se enfrentó a Harry porque yo lo obligué, pero que si yo no hubiese actuado él tarde o temprano habría terminado haciéndolo de todos modos. Y dices que Al le dijo a su padre que actuaba por voluntad propia para evitar que su ira cayese sobre mí, pero que en realidad piensa que fui yo la que verdaderamente lo forzó.

-Es muy complejo, pero la realidad es así -dijo Alcyone-. Hay muchas variables: lo que dijo, lo que piensa, lo que hizo y lo que hubiera podido hacer.

-¿Y por qué dijiste que yo le echo sal a sus heridas?

-Porque insistes en querer manipularlo. Él estuvo dispuesto a obedecerte anoche porque tú le planteaste un ultimátum en términos absolutos: o estás conmigo o estás con tu padre. Pero su orgullo es demasiado grande como para permitirle aceptar que a partir de eso tú vayas a darle órdenes.

-¿Qué puedo hacer ahora?

-Tienes que aceptar que Albus es una de las cosas en tu vida que escapan a tu control. Lo que pasó anoche fue apenas una prueba de lo mucho que él te quiere. Pero si insistes en tensar la cuerda una y otra vez, terminará por dejarte librada a tu suerte, por mucho que le duela.

-¿Quieres decir que él está dispuesto a sacrificar su amor por orgullo?

-Exactamente. Su orgullo es lo único que podría separarlo de ti, y no es inteligente que te dediques a atormentarlo en ese sentido.

-¿Qué me sugieres, entonces?

-Te sugiero que aceptes sus decisiones sin chistar, al menos por ahora. Y que en la medida de lo posible le hagas la vida más fácil. Recuerdo los tiempos en que tú y él estuvieron distanciados, en Hogwarts, antes de que decidieran hacer pública su relación. Y recuerdo lo feliz y relajado que estuvo después. Tienes que volver a esos tiempos.

-Él no confía en mí. Cualquier gesto de ternura lo considerará una estratagema para recuperar mi supuesto dominio sobre él.

-Hay una cosa que puedes hacer que lo complacerá mucho más que cualquier otra -dijo Alcyone, sonriendo.

***

El helado viento invernal agitaba salvajemente las hojas de los árboles. Por lo menos eso parecía desde la ventana del dormitorio de Scorpius Malfoy. La habitación no era tan grande como la que el muchacho tenía en la mansión de su familia en Whiltshire, pero de todos modos era más que confortable. Su padre y su abuela le habían traído algunos libros de su casa, y la biblioteca de la mansión en Fontainebleau estaba muy bien provista. En aquellos momentos, Scor estaba sentado en su escritorio, leyendo.

Lamentablemente, aquellos libros eran lo único que Scor tenía para entretenerse. Su padre le había prohibido terminantemente salir de la mansión, diciéndole que si bien Servilia Crouch le había asegurado que no pensaba llevar adelante ninguna acción legal contra él por haber querido ayudar a Albus Potter, era imposible saber si la ministra no querría vengarse de él «por medios extraoficiales» (Draco utilizó esas ominosas palabras). Y aún teniendo el canal de la Mancha entre su hijo y Crouch, Draco no podía dejar de estar intranquilo.

Desgraciadamente, en Fontainebleau también estaba su madre. Pansy Malfoy aprovechaba cualquier oportunidad para burlarse de su hijo, aunque tenía buen cuidado de no hacerlo delante de su marido. Scorpius suponía que si él le contaba a Draco sobre las cosas que le decía su madre, él la castigaría terriblemente, pero se sentía incapaz de rebajarse hasta el punto de pedirle a su padre ayuda contra su madre.

-Eso es lo que pasa -le decía Pansy casi a diario-, cuando uno se alía con traidores a la sangre como los Potter. El abuelo era un engreído, el padre es un idiota y el hijo es un criminal. ¡Y mira cómo has acabado gracias a él: prisionero en tu propia casa!

Scorpius consideraba mucho más digno soportar las palabras de su madre que prestarse a su juego y responderle a los gritos que prefería aliarse con un criminal como Albus antes que con una ramera insoportable como ella. Sabía que su silencio la irritaba mucho más que cualquier cosa que le hubiese podido decir, y que él ya estaba demasiado grande como para que lo golpease para hacerle responder algo.

Justamente estaba pensando en ella cuando escuchó abrirse la puerta de la habitación, a sus espaldas; fue por eso que asumió enseguida que quien acababa de entrar era su madre y se dio vuelta diciendo:

-Madre, ya es demasiado que…

No obstante, la persona que estaba frente a él no era Pansy Parkinson Malfoy, sino Albus Severus Potter, que lo contemplaba con una sonrisa de oreja a oreja.

-Al… ¿cómo llegaste aquí?

-Podríamos decir que arrastrándome -respondió su mejor amigo.

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