Halcón y paloma

[NOTA 1: Quiero dedicarle este capítulo a Nelson Lestrange, que cumplió veintidós años ayer.

NOTA 2: También quiero recomendar el fanfic de Clermornt Aurger, Les Blues. Tiene algunos errores de redacción pero estoy seguro de que con el tiempo terminará por pulir su estilo.]

Louis y Agamenón se miraron entre ellos, como si cada uno tratara de reconocer en el otro aquello que había hecho que Albus lo mencionase. No dándose cuenta del por qué, volvieron sus miradas hacia su amigo.

-¿Por qué nosotros? -dijo Louis.

-Porque ustedes dos son los únicos que pueden volar.

-Todas las personas aquí presentes pueden volar, Albus -dijo Agamenón-. Todos tenemos escobas y sabemos usarlas.

-Sí, pero ustedes dos son Animagos. Tú eres un halcón y Louis una paloma. Eso significa que pueden seguir a la lechuza de los secuestradores sin levantar sospechas. Porque si hay algo de lo que estoy seguro es de que ellos deben estar mirando ansiosamente al cielo esperando la respuesta de Etienne. Y bastará con que vean una pajita de escoba para que pongan pies en polvorosa y se lleven a LW con ellos… o lo maten.

Louis y Agamenón asintieron. Ninguno confiaba plenamente en Al, pero querían rescatar a Louis Weasley por lo que harían lo posible para que su plan funcionase.

-¿Y qué harán cuando descubran el escondite de los secuestradores? -preguntó Guillaume.

-Vendré a buscarlos. Para eso necesitaré que desactiven el encantamiento anti-Aparición al menos en esta sala.

-De acuerdo -dijo Etienne-. ¿Con cuántos Aurores crees que tengamos que pelear?

-Oh, ustedes no deberán pelear -dijo Albus enseguida-. No quiero que usted y sus hijos se vean involucrados, señor Saussure.

-¡Ya estamos involucrados, Albus! -bramó Etienne- ¡Es el novio de mi hija al que han secuestrado, en caso de que no lo sepas!

-Si ustedes participan del rescate, se verán obligados a ser… cómplices de ciertas acciones legalmente cuestionables, la más insignificante de las cuales será el tomar justicia por mano propia. Y créanme, necesitan permanecer lo más puros y respetables que puedan. Déjennos manejar este problema a nosotros. Esta es nuestra guerra, y la ayuda que nos han dado y que deseo que continúen dándonos es política, no militar.

-¿Estás hablando de a…? -dijo Melusine.

-Estoy hablando de rescatar a Louis y de castigar a sus captores -la interrumpió Albus-. Si eso no te agrada, pues lo lamento, pero no estás en posición de impedírmelo.

«Agamenón, tú eres el más fuerte de los dos -dijo, dirigiéndole la palabra a su amigo y olvidándose de Melusine-. Yo me convertiré en áspid y me llevarás en tus garras, aunque espero que harás lo posible por no lastimarme.

-No te preocupes por eso -dijo Agamenón.

-Perfecto. Etienne, ahora quisiera que les envíes a los secuestradores una carta pidiéndoles una prueba de vida. Nosotros tres saldremos al jardín, nos convertiremos en animales, esperaremos a que la lechuza salga con el mensaje y la seguiremos. Redáctalo en los términos que quieras, porque ellos no alcanzarán a hacer nada tras recibirlo.

***

Tras protegerse con un hechizo para mantenerse calientes, los tres chicos salieron al exterior de la mansión y se transformaron en paloma, halcón y áspid. Agamenón tomó con mucha delicadeza a Albus con una de sus patas y lo mantuvo levantado, pues si bien el hechizo impediría que murieran de hipotermia, no los aislaba por completo del frío de la nieve que cubría el suelo. Albus se enroscó alrededor de la pata del halcón para hacerse aún menos visible.

No tardaron en ver a la lechuza salir por la ventana y emprendieron vuelo. Volar en escoba nunca había sido una experiencia agradable para Albus. A diferencia de Harry, Al no se sentía más libre en el aire, sino privado de su libertad. En tierra firme, se sentía plenamente poseedor de su cuerpo, mientras que volando se sentía sacudido por los vientos como si fuera su juguete. Sin embargo ahora la situación era diferente, pues él no volaba sino que era llevado en el aire por sus amigos y podía disfrutar el paisaje sin preocuparse por los vientos. Vio como la mansión de los Saussure se hacía cada vez más pequeña y difícil de localizar a medida que Agamenón, Louis y él se alejaban de ella siguiendo a la lechuza.

El ave y sus dos perseguidoras atravesaron Marsella, y tras ver la catedral y el Velódromo Albus no pudo evitar quedarse dormido a causa del frío y del hecho de que todavía era temprano y él generalmente se levantaba más cerca del mediodía.

Lo despertaron los suaves picotazos de Louis. Cuando abrió los ojos, vio que habían descendido a tierra de nuevo y no tardó en volver a su forma humana. Desperezándose, preguntó a la paloma y al halcón que lo miraban desde el suelo:

-¿Dónde estamos?

Louis y Agamenón se transformaron en humanos en pocos segundos. Louis fue el encargado de responder, pues conocía mejor la geografía de la zona que Agamenón, a pesar de que los dos eran franceses de nacimiento.

-En las afueras de Aviñón.

Albus vio que estaban en medio de un bosquecito.

-¿Y la lechuza?

-Ven, te mostraremos -dijo Agamenón, y lo guió hacia un punto donde la vegetación se hacía menos espesa y el bosquecito se convertía en una pequeña llanura. Albus pudo divisar a unos cincuenta metros una cabaña. En apariencia, era viejísima, con varios cristales y tejas rotas, y estaba deshabitada. No obstante pudo detectar rastros de magia. Rastros que solo podían pertenecer…

-Por Merlín, ¿usaron un encantamiento Fidelius?

-Así es. Podríamos acercarnos a la casa todo lo que queramos, podríamos mirar por las ventanas e incluso entrar a la cabaña y no los veríamos ni escucharíamos.

-Bueno, mientras pienso en un plan, creo que es hora de llamar a los demás. ¿Podrías ir a buscarlos, Agamenón?

-De acuerdo -dijo el chico, y se Desapareció. Su ausencia fue muy corta, de menos de diez minutos, durante los cuales Al no le dirigió la palabra al hermano de su novia, no tanto porque existiera ningún tipo de frialdad entre ellos sino porque él estaba más concentrado en decidir qué hacer para liberar a su primo. Albus mantuvo su vista muy fija en la cabaña, buscando algo, cualquier cosa que le diese la idea salvadora.

Agamenón trajo consigo a Valerie, Alcyone, Livius y Ash, con lo cual pasaron a ser siete. Pero no podían saber si realmente superaban en número a los secuestradores, más allá de que el tamaño de la cabaña era demasiado reducido como para albergar a mucha gente.

-Por lo pronto -dijo Albus-, vamos a lanzar un hechizo anti-Aparición en todo el perímetro de la cabaña. Así puede que nosotros no podamos atacarlos, pero ellos no podrán escapar sin salir de su escondite.

-¿Y si están conectados a la Red Flu o usan Trasladores? -apuntó Valerie

-No lo creo. Ambos medios de transporte están vigilados por el Ministerio francés, y por el tono de su carta estoy seguro de que piensan que nosotros les hemos informado. No pienso que vayan a arriesgarse. Lo más probable es que huyan en escoba, pero si lo hacen entonces no estarán protegidos por el Fidelius y podremos detenerlos. Louis, quisiera que te dediques a volar alrededor de la cabaña y asegurarte de que no escapen sin que lo sepamos.

«En cuanto a los demás, quiero que se escondan bajo encantamientos Desilusionadores y rodeen la cabaña, pero sin acercarse demasiado. La idea es que puedan detener a cualquiera que trate de escapar de los límites del hechizo anti-Aparición a pie.

-¿Y tú qué vas a hacer? -preguntó Ash.

-Voy a entregarme a ellos -dijo Albus, contemplando la cabaña con expresión soñadora.

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