Encubierto

—Considero que deberíamos repasar toda la información con la que contamos acerca de Albus Potter y su grupo de… amigos, por así decirlo —comenzó Dawlish.

“Sabemos que en diciembre de 2024, tras el asesinato de Hugo Weasley, él y Valerie Rosier fueron capturados y condenados al Beso del Dementor. Sabemos que, con la ayuda de un grupo de cómplices no identificados pero entre los cuales con toda seguridad se hallaba su primo Louis Weasley, Rosier y Potter lograron escapar del Ministerio en el mismo día del juicio. Sabemos que en los primeros días de enero de 2025, Potter y Rosier reaparecieron en Francia, siendo huéspedes de la familia Saussure; gracias a la influencia de los Saussure en el Ministerio de la Magia francés, Potter logró evitar su extradición.

“Sabemos que, para ese entonces, Potter y Rosier estaban acompañados por un grupo de allegados cuya relación con él se remontaba a Hogwarts: Ashton Bennett, Livius Black, Alcyone Hitchens y Agamenón Lestrange. Posteriormente Rose Weasley y Louis Rosier, la hermana y el novio, respectivamente, del difunto Hugo Weasley, visitaron a Potter en la mansión Saussure, pero que solo Rosier se quedó con él. Rose Weasley, por algún motivo, decidió retornar a nuestro país tras pasar un breve tiempo con su primo y no tenemos motivos para creer que esté ayudándolo. Scorpius Malfoy, que había intentado ayudar a Potter en Gran Bretaña, se reunió con él en Francia tras eludir la vigilancia de los Aurores que pusimos en los alrededores de la residencia de sus padres en Fontainebleau.

“En ese momento, ante la flagrante impunidad de la que gozaban Potter y Rosier, decidimos mandar un grupo de Aurores bien entrenados a… ocuparse del problema —dijo Dawlish, optando por ser ambiguo en los detalles frente a Isaac, quien se suponía que no sabía nada del intento de secuestro extorsivo a Louis Weasley—. Tres de ellos fueron asesinados, y la cuarta desapareció junto a toda su familia.

“El incidente parece haber convencido a Potter de que Francia no era un lugar lo suficientemente seguro como para quedarse permanentemente. Así que ese mismo año hizo un pacto cuyos detalles aún desconocemos con Frida Von Papen, la directora del Instituto Durmstrang. Como resultado, él y su grupo —a excepción de Louis Weasley— se trasladaron a Durmstrang, donde recibieron cierto entrenamiento.

“Louis Weasley se dedicó, mientras tanto, a reclutar mercenarios en distintos países de Europa; el dinero y las conexiones de la familia de su pareja Melusine de Saussure le sirvieron para hacerse cargo de esta misión y eludir todos nuestros ulteriores intentos de detenerlo o de vigilarlo. Calculamos que al menos diez magos y brujas se unieron al grupo original de Potter, lo cual no es una cifra desdeñable.

“Sin embargo, hay una cosa que quiero señalar, y que no se basa en ningún dato de inteligencia que pueda haber recibido de los Inefables sino en mi propia intuición. Potter puede haber recurrido a los servicios de estos mercenarios extranjeros, pero lo ha hecho porque sabe que no tiene suficientes amigos como para organizar su propio ejército. De no ser por eso, podemos estar seguros de que jamás habría contratado a ese tipo de gente. Porque lo que él más valora es la lealtad. Sus amigos pueden ser magos más o menos competentes que los mercenarios, pero esa lealtad los hace muchísimo más valiosos a sus ojos.

—Tienes razón —dijo Servilia, que escuchaba al jefe de los Aurores con gran interés—. En Hogwarts, cuando le tocó enfrentarse a un boggart, éste asumió la forma de varias personas en quienes él confiaba, apuñalándolo por la espalda. Su profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras me lo contó… aunque no muy voluntariamente que digamos.

—Es un buen dato. Pues bien, creo que nuestra contraofensiva debe apuntar a que aquello que Potter más teme se convierta en realidad —dijo Dawlish, esbozando una sonrisa macabra.

—¿Y cómo piensa hacer que los amigos de Potter lo traicionen? —preguntó Isaac. Como se había sentado lejos de la chimenea, sus interlocutores no podían ver que había empalidecido.

—De la misma forma en que Potter hizo que los Aurores nos traicionasen a nosotros: secuestrando a sus familias. Arrestemos a sus padres por complicidad y enviémoslos a Azkaban.

—No me parece un plan muy sensato —dijo Isaac—. Los padres de Scorpius Malfoy, por poner un ejemplo, son adinerados y han recuperado casi toda la influencia que tenían antes de la guerra con Ryddle. No podríamos ponerlos bajo arresto sin que se arme revuelo. Lo mismo que la madre de Agamenón Lestrange, cuya hermana es esposa de Blaise Zabini. Y Prometheus Hitchens es un mago muy respetado, que jamás se alió con magos oscuros…

—Coincido —lo interrumpió Dawlish—. Por eso nuestro objetivo deben ser los padres de Bennett y Black, que no son magos ni tienen lazos con la comunidad mágica. Nadie sabrá que están arrestados y por lo tanto nadie podrá causar problemas.

Isaac guardó silencio, sabiendo que no podía seguir argumentando contra la idea de Dawlish sin que su propia lealtad fuese cuestionada. Servilia, en cambio, parecía más satisfecha que nunca.

—John, tu plan es espléndido. Pero ¿cómo vamos a contactarnos con Bennett y con Black para hacerles llegar nuestras demandas?

—Es muy sencillo: nos llevaremos a sus padres muy discretamente, para que Potter no se entere. Y cuando Black y Bennett vayan a visitarlos, encontrarán una carta nuestra informándoles del arresto de sus padres y de las condiciones para su liberación.

“En caso de que Potter les haya prohibido ver a sus padres hasta que la guerra termine, cosa que dudo, tendremos que recurrir a algún otro método para comunicarnos con ellos dos.

—¿Y les pediremos que entreguen a Potter al Ministerio? —preguntó Isaac.

—Que lo maten —dijo Crouch—. No pienso arriesgarme a que lo rescaten otra vez. Si él muere, la guerra termina. Si ellos son tan amigos de Potter, podrán llegar a él y asesinarlo sin problemas.

—¿Qué haremos con lo de los Aurores que trabajan para Potter? —dijo Isaac.

—No creo que podamos ocultar su arresto —dijo Servilia—. Tenemos que inventarnos una buena historia…

—¿Puedo hacer una sugerencia? —dijo Isaac.

—Claro.

—Digamos la verdad… o al menos parte de ella. Los Aurores traicionaron al Ministerio y eran agentes de Potter desde el comienzo.

—¿Desde el comienzo? —dijo Dawlish— ¿Qué quieres decir con eso?

—Los secuestros de sus familias fueron una farsa desde el comienzo. Ellos eligieron ayudar a Potter y le permitieron llevarse a sus familiares para que nadie sospechase de su lealtad. Siempre supieron que sus hijos, esposas, esposos y padres estaban a salvo.

—Muy bien —dijo Crouch—. Esta versión los hará aparecer no solo como traidores, sino como muy buenos mentirosos. Nadie volverá a confiar en ellos.

—Haré que Marietta redacte los decretos —dijo Isaac, levantándose del sillón y dirigiéndose a la puerta.

—Gracias, Isaac.

Pero quien dijo esto último no fue Servilia ni Dawlish, sino Albus Potter, y no se dirigía al Isaac Prewett del recuerdo, sino al Isaac Prewett que, pocas horas después, se lo había traído para que lo viera. Al salir del Pensadero, el joven espía parecía estar un poco aliviado, aunque intentaba ocultarlo.

Por su parte Valerie, que también había visto el recuerdo, estaba preocupadísima.

—¿Qué vamos a hacer? Al, no podemos permitir que Dawlish y Crouch se salgan con la suya. Si los padres de Livius y Ash…

—Cálmate, Valerie. Calculo que todavía tendríamos tiempo para sacarlos de sus casas: Crouch y Dawlish parecen convencidos de que Isaac es leal a ellos, por lo que no temen que se produzca una fuga todavía.

—¿Quieres que vaya a buscarlos o que mande a Ash y a Livius…?

—Espera, dije que podríamos hacerlo, no que vayamos a hacerlo —dijo Albus, levantando la mano.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó Valerie.

—Que tenemos que pensar antes de actuar —replicó Albus apaciblemente.

—¿Qué hay para pensar? —protestó Valerie— ¡No puedes permitir que los padres de Liv y de Ash sean arrestados!

—“Arrestados” no quiere decir “asesinados”, Valerie.

—¡Siendo ellos muggles, el que sean enviados a Azkaban equivaldría a un asesinato! Nunca sobrevivirán allí. Y de todos modos ese no es el punto: si los capturan, Ash y Livius no tendrán otra opción más que pasarse al otro bando. Y Alcyone seguirá a Livius. No podemos permitirnos perder a tres soldados.

—No podemos permitirnos perder a un espía tan valioso como Isaac —repuso Albus. Isaac se sonrojó enseguida.

—Al, no estoy dispuesto a aferrarme a mi cargo si el precio son las vidas de los padres de Ash y Liv.

—La prioridad es ganar la guerra, y para eso te necesito justo donde estás: junto a Crouch, pasándome información importante como ésta. Si salvamos a los Bennett y a los Black, entonces sabrán que tú eres el espía. No podemos permitir eso.

—¿Y qué hay de los Aurores?

—Sobrevivirán. De hecho, fue muy inteligente lo que le dijiste a Crouch: cuando tomemos el poder confirmaremos la versión difundida por ella. Así, cuando liberemos a los Aurores ellos no podrán traicionarnos, pues nadie los considerará dignos de confianza. Y su arresto permitirá que sus familias comprendan de una vez por todas que su única esperanza de recuperar sus vidas pacíficas y felices es que nosotros ganemos la guerra; no habrá más intentos de escape.

Durante algunos momentos cayó sobre ellos un silencio, que puede ser descrito más como meditabundo que como incómodo. Prácticamente todas las luces del penthouse estaban apagadas, y la única iluminación del cuarto provenía del resplandor de los recuerdos de Isaac que flotaban en el Pensadero. A lo lejos se escuchaba una sirena de la policía.

—¿Cómo tomaremos el poder? —preguntó Isaac finalmente.

—Gracias a Dawlish, te enteraste de muchos datos que yo no te conté sobre el plan. La idea era matar a Dawlish y poner a Crouch bajo arresto: ese sería el rol de nuestros Aurores. Las células tendrían la misión de localizar y asesinar a todos los Aurores leales a Crouch. Una vez finalizadas las dos misiones, tú podrías asumir el cargo de ministro, nos indultarías a todos y realizaríamos alguna clase de una reforma constitucional que nos permitiría gobernar conjuntamente. Crouch sería juzgada públicamente y castigada.

“Ahora que nuestros Aurores están fuera del juego, Valerie y yo tendremos que ocupar sus lugares en el plan. Deberás introducir a Valerie en el Ministerio, y cuando Crouch haya muerto, ella matará a Dawlish.

—¿Vas a matar a Crouch? —preguntó Valerie— Pensé que…

—No podré hacer lo que tenía planeado para ella —admitió Albus—. No puedo capturarla viva, no soy lo suficientemente poderoso. Los Aurores sí hubieran podido, porque la habrían superado en número y habrían contado con el elemento sorpresa a su favor. Pero yo tendré que matarla. No me queda otra salida. Crouch morirá, y cuando eso pase ustedes serán los primeros en saberlo; para ese momento ustedes deberán estar ya dentro del Ministerio.

“Valerie, tú tendrás que ir al despacho de Dawlish y matarlo —dijo Albus, y luego se quedó pensando durante unos segundos—. Isaac, quiero que la ayudes.

—Soy perfectamente capaz de ocuparme de eso sola —protestó Valerie.

—Lo sé. Pero quiero estar 100% seguro de que Dawlish morirá inmediatamente después que Crouch. Isaac solo intervendrá si tú tienes problemas.

Valerie no estaba muy conforme con el arreglo, pero asintió con la cabeza.

—Una vez muertos Dawlish y Crouch, enviaremos un mensaje a todas las células para que ataquen a sus respectivos objetivos. Antes de que termine la noche, todos aquellos que representen una amenaza estarán muertos. Tú asumirás como ministro, y poco a poco irás preparando las cosas para nuestra absolución.

—Matar a Dawlish no será difícil —dijo Isaac tras reflexionar sobre el plan de Albus—. El tipo se queda en su oficina hasta muy tarde, cuando todos los demás Aurores ya se han ido a sus casas. Pero Crouch… Ella casi nunca se mueve sin su guardia personal.

—Dijiste que “casi” nunca lo hace, no que nunca lo hace —dijo Albus.

—Hay un lugar, un solo lugar donde podrías atacarla sin que ellos estén para protegerla. Pero el problema es que estará rodeada de muggles. ¿Te consideras capaz de matarla en esas circunstancias?

—Sí —dijo Albus sin vacilar.

—Irá a la ópera dentro de ocho días. Madame Butterfly.

[NOTA: Creo que este capítulo demuestra que, para Albus, ganar la guerra se ha convertido en lo más importante de todo. No vaciló en permitir que los padres de Livius y Ash fuesen arrestados; aunque seguramente se justifica a sí mismo diciendo que la verdadera culpa de la experiencia traumática que pasarán en Azkaban es de Dawlish, y que a fin de cuentas, si su nuevo plan triunfa, estarán allí “solamente” ocho días.]

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