La “confesión” de James acerca de su pasado y preferencias curiosamente sirvió para que el captor y el cautivo se sintieran un poco más cómodos el uno con el otro. Si bien Ash seguía siendo atado a la cama todas las noches, y James mantenía su varita a mano en todo momento, los dos jóvenes parecían tenerse algo más de confianza que antes.
Ash comenzó a observar con mucha más atención a James, en los momentos en que estaba distraído. Al principio se decía a sí mismo que lo hacía para tratar de evaluar sus posibilidades en caso de querer atacarlo por sorpresa, pero al final debió admitir que simplemente le gustaba mirarlo. Sentía cierta fascinación al compararlo con su hermano Albus. Notaba infinidad de detalles. Sus labios eran gruesos y rosados, y siempre parecían estar entreabiertos, como invitando a ser besados, mientras que los de su hermano menor eran más pequeños y pálidos y siempre estaban cerrados, en un gesto que parecía más reservado. Sus ojos eran tan grandes como los de Al, aunque castaños. Su barba apenas se notaba, excepto cuando su rostro estaba iluminado por el sol, cosa que no ocurría con la de Albus. Si bien su amigo era más alto que su padre Harry, James parecía ser el de mayor estatura de los tres Potter.
El joven hijo de muggles no tenía ninguna duda acerca de sus sentimientos por Albus: seguía tan enamorado de él como desde el memorable día en que lo protegió de sus compañeros de sangre pura, cuando eran niños. Albus era el centro de su vida, por más de un motivo, y lo único peor que tener que verlo junto a Valerie Rosier habría sido no poder verlo nunca más, no ser parte de su vida. Sin embargo, James era la primera persona en la que se había sentido genuinamente interesado, más allá de lo puramente físico. A Albus lo conocía muy bien, y por eso lo amaba, pero en el caso de James, lo que deseaba era conocerlo mejor (aunque empezando por su cuerpo).
Pero, ¿cómo? En circunstancias normales, Ash se habría sentido bastante capaz de seducir a James. No se consideraba un chico feo ―si bien pensaba que varios amigos suyos, como Scorpius o Isaac, eran más atractivos― y tenía cierta experiencia en esos asuntos. Sin embargo, no podía ignorar el hecho que James era su secuestrador, su carcelero. Aquel departamento no tenía barrotes ni cadenas, pero era su celda. Y un carcelero que se acuesta con sus prisioneros corre el riesgo de pasar a convertirse en prisionero él mismo. ¿Cómo convencer a James que no albergaba segundas intenciones?
La respuesta vino a su mente por la mañana, cuando James lo liberó de sus ataduras para desayunar. Las cuerdas que lo sujetaban a la cama habían sido creadas con un encantamiento especial, y debido a eso tenían dos ventajas: primero, que eran mucho más resistentes que las cuerdas normales, pues solo podían ser cortadas con un hechizo, y segundo, que le impedían escapar transformándose en ardilla; si Ash hubiera intentado utilizar sus poderes de Animago, las cuerdas habrían cambiado de grosor y longitud para seguir manteniéndolo inmovilizado en su forma de ardilla, alrededor de sus patas traseras y delanteras.
Mientras desayunaban, Ash terminó de pulir los detalles de su plan. Era muy osado, pero si tenía éxito, las consecuencias serían verdaderamente deliciosas. Tras levantarse de la cama, el joven mago no se había puesto las zapatillas, y eso le facilitó dar el primer paso. Lentamente, estiró su pie por debajo de la mesa en la que James y él estaban sentados hasta alcanzar la pierna del hermano de Albus. Al principio, James no sintió el contacto, pues Ash comenzó acariciando solamente la tela del jean que llevaba puesto, pero luego acercó su pie unos cuantos centímetros, y James no tardó en darse cuenta de lo que estaba pasando. Miró, sorprendido, a Ash, y él le devolvió la mirada con insolencia y sin dejar de acariciarle la pierna, haciendo que su pie subiera hasta el muslo…
James se levantó de golpe.
―¿Qué estás haciendo?
―¿Qué crees que estoy haciendo? ―dijo Ash, sonriente.
―No quiero que me toques ―dijo James, cuyas mejillas comenzaban a enrojecerse, aunque Ash no podía distinguir si era por la ira o por el bochorno.
―Pues eso es una pena, porque yo sí quiero tocarte… y que me toques ―dijo Ash, levantándose de su silla.
―¡No te acerques! ―dijo James, tomando su varita de la mesa y apuntándole con ella. Ash no se amedrentó, y continuó caminando alrededor de la mesa, aproximándose a donde James estaba parado.
―¿Quieres deternerme? ―dijo Ash, en tono desafiante. Ahora los dos jóvenes estaban tan cerca, que la punta de la varita de James estaba apoyada contra el pecho del Slytherin―. Detenme. Dilo. “Desmaius”. “Petrificus totalus”. “Impedimenta”. ¿Has olvidado los nombres de los hechizos defensivos?
Ash estiró su mano, y la apoyó en la entrepierna de James. Notó el bulto de su pene debajo del pantalón, y si bien no estaba erecto, podía sentir que empezaba a endurecerse.
―Tú tienes la varita, James ―dijo Ash, clavándole la mirada―. Esto puede terminar cuando tú quieras.
James estaba rojo como un tomate, y no se animaba a mirar a Ash a la cara, fijando su mirada en su pecho. Ash abrió su bragueta, le bajó el boxer y empezó a masturbarlo. Pese a que los movimientos de su mano fueron lentos, no le costó gran esfuerzo hacer que se le parara por completo.
―¡Basta! ―dijo James… pero en vez de lanzarle un hechizo, retrocedió tres pasos. Ash supo que había ganado.
―¿No te gustó? ―dijo Ashton―. La verdad, lo disimulas muy bien.
―Vete a la mierda, Bennett.
―No te hagas el indignado, Potter. Seguro que debes haberte levantado muchas chicas haciendo cosas igual de descaradas que lo que yo hice recién, o más. Solo que no te gusta estar del otro lado del mostrador.
―Si vuelves a hacer eso… ―dijo James, mientras luchaba por meterse el pene erecto nuevamente en su jean.
―¿Qué te parece si hago esto? ―lo interrumpió Ash, y comenzó a bajarse los pantalones. Ante la mirada atónita de James, se despojó de todas sus prendas hasta quedar completamente desnudo.
―¡Bennett, vuelve a…!
Pero antes que James completara la frase, Ash salió de la habitación. El muchacho retornó al dormitorio, se tendió boca abajo en la cama y extendió sus brazos y piernas.
―Átame de nuevo ―le dijo a James, que lo había seguido desde el comedor.
―¿Por qué?
―¿No quieres que te toque? Entonces átame nuevamente.
Con una expresión extraña en el rostro, James le apuntó con su varita y pronunció las palabras del encantamiento, haciendo que cuatro cuerdas se materializaran y enroscaran alrededor de los tobillos y muñecas de Ash.
―¿Estás completamente loco? ―preguntó James.
―Ahora puedes hacer lo que quieras conmigo ―dijo Ash―. Así como estoy, no puedo atacarte. No puedo hacerte nada. Estoy indefenso.
“Tienes dos opciones. Si me cubres con las sábanas, sabré que no quieres hacer nada, y no volveré a molestarte jamás. La otra opción… bueno, eres un chico grande, no necesitas que te explique cómo hacerlo.
Ash Bennett estaba convencido que una persona sensata debía estar siempre lista para las decepciones. Aún cuando estaba casi seguro que su plan para seducir a James funcionaría, él prefería prepararse para la posibilidad de ser rechazado. Por eso, cuando en vez de sentir cómo las manos de James lo cubrían con las sábanas escuchó el ruido que hacían las ropas del Gryffindor al caer al suelo, se sintió tan satisfecho como sorprendido.
James estaba muy excitado, y la forma en que lo penetró fue quizá tan brusca como la forma en que Ash lo había abordado momentos antes. No intentó acariciarlo ni lamerlo ni practicar ninguna clase de juego previo: simplemente le separó las nalgas y empezó a penetrarlo con fuerza, golpeándolo con sus caderas. Ash lanzó un grito de dolor; no solo el pene de James era mucho más grande de lo que él estaba acostumbrado, sino que además no tenía el culo lubricado, de modo que sentirlo adentro era mucho más incómodo de lo que había esperado. Sin embargo, si James prestó atención a su grito, no pareció importarle; incluso aceleró el ritmo de sus embestidas.
Pese al dolor, el salvajismo de James hizo que Ash se sintiera cada vez más a gusto. Sus gritos empezaron a dejar paso a gemidos de placer casi tan potentes como los que soltaba James Potter. Y cuando James, al llegar al orgasmo, lo sujetó violentamente del pelo, Ash apenas lo sintió. Su propio pene, apretado entre el colchón y su estómago, estaba erecto y a punto de eyacular.
―Hazme una paja, yo también estoy por acabar ―le pidió Ash. A James le alcanzó con tocarlo durante unos pocos segundos para hacerlo empapar el colchón de semen.
Después de eso, los jóvenes se quedaron inmóviles en la cama, con las frentes perladas de sudor y recuperando el aliento.
―Estuvo genial ―dijo Ash, finalmente. James no le contestó. Se levantó de la cama, y al cabo de unos instantes, Ash escuchó el sonido del agua de la ducha corriendo. De pronto, sintió cómo las cuerdas que lo mantenían inmovilizado se desataban. Cuando pudo incorporarse de la cama, vio que la puerta del baño estaba entreabierta, y que James se estaba duchando sin haber corrido las cortinas. Sin dudarlo, se dirigió hacia él.
Su cautiverio iba a ser mucho más divertido de lo que había pensado.
***
Albus no confiaba lo suficiente en los Aurores como para encomendarles la tarea de vigilar a su tía Hermione en su casa de Ottery St. Catchpole. Hacía que sus amigos se turnaran para pasar dos horas al día junto a la viuda de Ron Weasley, para asegurarse de que no huyera de su arresto domiciliario. Ella no podía recibir visitas de nadie, pese a que algunos de sus familiares sabían que estaba en la casa. Los únicos que iban y venían de la vivienda eran los amigos de Al.
Hermione se sentía más sola que nunca, lo cual era comprensible dado que quienes la mantenían prisionera apenas hablaban con ella, y ni siquiera comían juntos. Ella se cocinaba sus propios alimentos, observada atentamente por su vigilante de turno, y los comía sola. Una vez por semana alguno de los amigos de su sobrino venía con víveres recién comprados para abastecer su cocina, y eso era todo. Se entretenía leyendo —por suerte Hermione había dejado en su casa varios libros sin terminar cuando Albus subió al poder y ella pasó a la clandestinidad, y además le traían El Profeta todos los días— y escuchando la radio. Pensaba mucho en su hija Rose, y también en Harry, que se habían convertido en las dos personas más importantes de su vida. Incluso extrañaba un poco a Draco Malfoy, pues pese a su agrio sentido del humor, era alguien con quien podía ser estimulante conversar.
Un día, mientras lavaba su plato después de almorzar, escuchó sonar el timbre. Livius Black, que era quien la estaba vigilando en aquel momento, se levantó de su silla y se dirigió a la puerta. Hermione no prestó mucha atención; sin su varita, cualquier intento de huída sería inútil. Pero repentinamente escuchó algo mucho más esperanzador, la voz de una muchacha que gritaba:
—¡Petrificus Totalus!
La bruja cerró la canilla y caminó cautelosamente hacia el vestíbulo de su casa. Lo primero que vio fue a Livius Black, tendido en el suelo, tieso como una tabla, con los ojos que miraban al techo con una expresión de absoluta sorpresa. De pie, a poco más de un metro, estaba una muchacha muy bonita, de cabello y ojos castaños y tez clara, que aún le apuntaba con su varita al joven. Era Alcyone Hitchens.
“No”, se corrigió mentalmente. “Ahora es su esposa. Se llama Alcyone Black”.
—Ven conmigo —dijo una voz femenina, que no le pertenecía a Alcyone. Hermione sonrió, complacida. Pronto volvería a estar con Harry.
[NOTA DEL AUTOR: Por si no las han visto, les recomiendo leer mi viñeta El coleccionista, cuya primera parte publiqué el mes pasado y cuya segunda parte publiqué esta misma noche.]
Lo que Yo quisiera saber es por que publicas tan lentamente. Me gustaron los dos tanto el coleccionista como lacontinuacion del hacedor de reyes.
Trabajo + estudio + cursos de capacitación.
Saludos 😀
A leer al fin! 😀 trata de actualizar mas rapido porfas, estoy muy copada con esta historia! 🙂
Ya se que tenes obligaciones y demas, pero si podes mejor 🙂
Haré lo posible 🙂
Siiii!! Por favor, publica mas!!! Que genialidad, Martín!
Estén atentos la semana que viene 😉
Si martinchooo! jaja estuve esperando a que se me fueran los mareos que te dije para leerlo, me alegrás el día 😀
Qué bueno que te haya gustado, Camilo 🙂
Muy buen capitulo martin y buen regalo jajaja.
pobre livius nunca se abria esperado que su esposa lo atacara aunque no era ella en realidad.
bueno esperemos el siguiente capitulo con ansias felicidades
feliz navidad
Como diría Cersei Lannister, «the more people you love, the weaker you are«. No es una filosofía que yo sostenga, pero a veces es cierto.
Saludos.
desgraciadamente asi es. pero bueno aqui es cuando livius debe realmente decidir si sigue con albus o es mejor abandonar el barco. esperemos que el nos cuente que pasara en el proximo capitulo. excelente gracias
pero es obvio que ella estaba bajo alguna maldicion no? no esta actuando por voluntad.
En serio que no me lo puedo creer, me lo esperaba pero… en fin por favor no tardes mucho en subir un nuevo capitulo.
Ten esperanzas y vuelve a fijarte la semana que viene 🙂
sin palabras, exelente como siempre! vamos que se viene el verano y te dan ganas de seguir publicando jaja
Gracias, Gonza 🙂 Seguramente cuando nos veamos en La Plata ya tendré publicado el 211.
Increíble como siempre Martín! Pero trata de tener piedad y actualizar más seguido! Besos desde Colombia!
Espero poder hacerlo ahora que comenzaron mis vacaciones.
Saludos
** DOBLE RONRONEO **
¡¡¡¡¡¡¡¡EEEEEEEXXXXXEEEEEELENTEEEEEEEEE!!!!!!!
De casualidad me di cuenta que actualizaste, tengo la pagina de tu fic como de mis favoritas y sin querer accedi :p … me alegra que no lo hayas abandonado, espero sigas adelante, saludos,.
Muchas gracias por tus palabras de aliento, Eduardo 🙂 Dentro de 4 horas podrán leer el próximo capítulo.
Todo el rollo del cautivo sexual me gusta. Total si va a estar cautivo pues que disfrute. Pobre Ash enamorado de Albus, y Albus no se merece que lo quieran tanto. Sigo esperando el momento en el que Valerie lo deje por engañarla con Annie. No sabes la delicia que será leer eso. En caso de que ella lo deje, si es algo diferente voy a sentirme frustrada XD.
Seguramente fue Rose o la traidora hembra mala de Lily, la detesto, me inclino más por la segunda opción por que ella tiene más facilidad de estar cerca de Alcy. Ojala que muera Hermione, mira que no guardarle respeto a Ron! jajaja
Me gusto el capitulo, muy buen regalo de navidad. Felices Fiestas Martin.
Lo que dices es totalmente cierto, pero, ¿cuántas veces vemos en la vida real a personas egoístas pero con cierto carisma que logran que otras personas caigan rendidas a sus pies sin merecerlo? Y eso que Al ni siquiera es totalmente egoísta.
Saludos, y espero que disfrutes del próximo 🙂