—Nunca te perdonaré por esto, Scorpius. Quiero que lo sepas, que lo tengas bien claro. Jamás te perdonaré por obligarme a hacer esto.
La voz de Albus era pastosa, por culpa del whisky de fuego, y los pasos con los que recorría la habitación de un lado a otro, como un león enjaulado, eran torpes; a cada rato parecía a punto de chocarse contra algún mueble, aunque siempre los esquivaba a último momento. Sus ojos, sin embargos, estaban muy despiertos y lanzaban chispas.
Scorpius Malfoy, sin embargo, no se dejaba amedrentar. Conocía lo bastante bien a su amigo como para saber que debía tenerle más miedo cuando aparentaba estar tranquilo que cuando dejaba que su ira se manifestara. Aún borracho —y últimamente parecía estar así con demasiada frecuencia—, era capaz de controlar sus actos, mucho más que sus palabras.
—Al, comprendo que estés enojado conmigo. Pero te aseguro que lo único que hice fue decirte en voz alta lo que tú mismo ya estabas pensando. Esa chica, Anne… no recuerdo su apellido.
—¡Chadwick! ¡Chadwick! —ladró el Hacedor de Reyes.
—Eso es, Anne Chadwick. Bueno, ella es una muggle…
—¿Y? ¿Qué importancia tiene?
—No pertenece a nuestro mundo.
—Eres tan prejuicioso como tus abuelos Mortífagos —dijo Al, en tono hiriente. Haciendo su mayor esfuerzo por no responder a la provocación, Scor replicó:
—Tú sabes que eso no es cierto. Yo no tengo ningún problema con las parejas de magos y muggles. Mi madre tiene sangre muggle…
—Sí, y tu padre se casó con ella solo porque era la única bruja dispuesta a unirse a tu familia después de la guerra, y porque los Malfoy necesitaban un heredero…
—Nos estamos yendo de tema. El hecho es que no tengo prejuicios contra los muggles, y si cualquier otro mago se enamora de una muggle y quiere compartir su vida con ella, tiene mi bendición.
—Pero yo no.
—Pero tú no, porque no eres «cualquier mago». No eres solamente un alto funcionario del Ministerio, ni solamente un profesor en Hogwarts. Tienes esos cargos, pero el poder real que detentas es mucho mayor, y ese poder te ha ganado demasiados enemigos.
—No significan nada. Cuando mi padre sea vencido, todos se desbandarán. Solo necesito cortar la cabeza de la serpiente.
—Tu problema es que la serpiente es escurridiza, y aún si la atrapas, podría terminar siendo una hidra. ¿Cómo estás tan seguro que tu padre es la clave de todo?
—Porque lo es. Es el Chico Que Vivió, es el Elegido, el salvador del mundo mágico. Si consigo derribar a ese coloso, ¿quién más osará alzarse contra mí?
—Aún así, no parece que vayas a lograrlo en el corto plazo. Y hasta que lo consigas, todo lo que tienes estará en peligro, incluyendo tu vida y las de tus seres queridos.
—Mi padre jamás…
—Tu padre es un mascarón de proa. Sabemos que hay gente trabajando junto a él que tiene muchos menos escrúpulos y está dispuesta a todo para librarse de ti.
—Tu propio padre entre ellos.
—No lo sabemos aún. Es imposible para mí conocer sus secretos, aún viviendo bajo el mismo techo. Él es el señor de la Mansión Malfoy, y eso significa mucho más que tener la lealtad de los elfos domésticos de la casa. La magia antigua lo protege.
«Pero nuevamente te estás yendo por las ramas. Lo importante aquí es Annie. Dime, ¿ella sabía quién eres?
—Sabe que soy un mago.
—Pero, ¿sabía qué clase de mago eres? ¿Sabía hasta dónde llegaste y qué cosas tuviste que hacer para eso? ¿Sabía que, de estar contigo, tendría que exponerse a graves riesgos? ¿Que tus enemigos podrían raptarla para obligarte a hacer cosas que no quieres? ¿Que tus peores enemigos podrían lastimarla o matarla solo para tomar revancha? ¿Sabía todo eso?
—¡No! ¡Pero podría habérselo explicado si no hubieras metido tu nariz de clase alta en mis asuntos!
—¡Tú me llamaste, borracho idiota! —exclamó Scorpius, perdiendo por fin la paciencia—. ¡Me llamaste por la red Flu apenas Valerie y Livius se fueron, me contaste todo y me pediste mi opinión! ¡Puede que tú lo hayas olvidado, pero yo no! Si no empinaras el codo tan a menudo, tu memoria tendría menos huecos.
—¡Vete, entonces! ¡Si tanto te molesta hablar con un borracho idiota al que obligaste a abandonar a su novia, lárgate! ¡Vete, vete como Valerie!
—Podrás quejarte de Valerie todo lo que quieras, Al, pero al menos ella te conocía —señaló Scorpius.
—Oh, sí, eso es una virtud única. Me has convencido, voy a llamarla y rogarle que vuelva conmigo —dijo Al.
—En tu caso, es una virtud. Annie conocía a Albus Potter, no al Hacedor de Reyes. ¿Estás completamente seguro que hubiera podido amar al Hacedor tanto como a Albus? Valerie los conocía a ambos. Estuvo a tu lado en todo momento, a medida que te convertías en el Hacedor de Reyes, y nunca dejó de amarte. Conocía perfectamente los riesgos que corría estando contigo, y sin embargo eligió amarte. Podrás criticarle muchas cosas, pero ella te amaba tal cual eras.
La mirada con la que le respondió el Hacedor de Reyes ya no reflejaba ira, pero tampoco tristeza, o desprecio o ninguna emoción que Scor pudiera reconocer a simple vista. Era como si las palabras que le había dirigido hubieran apagado algo dentro de él, y ya no tuviera fuerzas, ni deseos, para sentir nada.
—Vete, Scor. Solo márchate. Quiero estar solo.
***
Cuando Alcyone Black llegó a la mansión de los Rosier, Louis y Lysander estaban fuera de casa, visitando al abuelo materno del segundo, así que Valerie y ella pudieron hablar con absoluta privacidad sobre lo que había sucedido pocos días atrás. El estado de ánimo de Valerie era un poco mejor que cuando regresó a la casa de sus padres, pero vestía con mucha más sencillez que la habitual y llevaba el rostro lavado; a Alcyone le hizo pensar en un árbol que, después de ser sacudido por una tormenta, pierde casi todas sus ramas y hojas, pero cuyas raíces siguen profundamente enterradas en el suelo.
“¿Así estaría yo si algo parecido nos ocurriera a Livius y a mi?”, se preguntó Alcyone mientras tomaba un sorbo del té que les había llevado uno de los elfos domésticos de la casona. Sin embargo, no tardó en apartar ese sombrío pensamiento de su mente; Liv y ella estaban casados, y pronto estarían unidos por un vínculo todavía más potente. Valerie y Albus solamente estaban unidos por una pasión, muy intensa pero también muy inestable.
De todos modos, lo que más preocupaba a Alcyone no era la relación del Hacedor de Reyes y su novia, sino el papel que su hermana había jugado en todo eso. Lily Potter y Alcyone habían sido compañeras de Casa, y Alcyone la conocía lo bastante bien como para considerarla una adversaria temible.
—Ya se lo dije a él —dijo Valerie cuando Alcyone sacó a colación el tema—. El sobre con las fotos no tenía remitente.
—Pero, ¿tienes algún motivo para pensar en alguien concreto que hubiera querido enfrentarte con Al?
—Sí, sé quién lo hizo —dijo Valerie, con un tono de voz cargado de amargura, mientras revolvía su té—. Albus Severus Potter.
—No finjas que no entiendes a lo que me refiero, Valerie… —comenzó a decir Alcyone.
—Lo entiendo perfectamente —la interrumpió Valerie—. Quieres que te diga quién puede haber sido el perverso delator que le arruinó al gran Hacedor de Reyes la posibilidad de cojerse a dos chicas al mismo tiempo. O más bien, la delatora. De acuerdo, confirmaré tu teoría, y luego puedes ir corriendo de vuelta a Grimmauld Place para contárselo a él: fue Lily. Lily Potter, que es una putita casi tan asquerosa como su hermano mayor. Si Al quiere ponerle un precio a su cabeza, tiene mi bendición. Pero en este caso en especial no me importa lo que hizo. No le guardo gratitud alguna por revelarme lo de Al y esa muggle, pero tampoco pienso guardarle rencor. Tengo mis propios motivos para odiarla, y este no es uno de ellos. Ahora mismo, ella es solamente la segunda peor persona en el mundo para mí.
—¿Eso significa que ahora Albus es tu enemigo?
—No digas tonterías, Alcyone. No pienso mover un dedo en su contra, si es lo que él teme. Podría hacerle mucho daño, pero no lo haré. Simplemente no quiero tener nada que ver con él, ni con su hermana ni con nadie de su miserable familia, ni con la guerra que se traen entre manos. Si hay problemas graves, me iré a Francia con mis padres y dejaré que se arreglen entre ellos.
—¿Y Louis? —preguntó Alcyone.
—Es mi hermano y lo quiero mucho. Ha sido bueno conmigo. Pero ya no es un niño. Si Lys y él deciden quedarse a pelear por Al, no se los reprocharé.
—Entiendo —dijo Alcyone con tono educado—. Bueno, es hora de volver con Livius —añadió luego de terminarse su té—. Supongo que tu elfo me acompañará hasta la salida…
Sin embargo, cuando se inclinó hacia Valerie para darle un beso de despedida, la muchacha la sujetó suavemente del brazo.
—Alcyone, lamento haber tenido que ser tan brusca contigo —dijo la joven Slytherin, cambiando por completo su tono de voz—. Me ha lastimado. Nunca pensé que alguien sería capaz de lastimarme tanto, y mucho menos él, pero lo hizo. Todas las noches, cuando estoy sola en la cama, deseo que él estuviera a mi lado. Y luego recuerdo lo que él me hizo y tengo que morder la almohada para no gritar…
—¿Todavía lo amas? —preguntó Alcyone, mirándola con conmiseración.
Valerie entreabrió los labios para contestarle, pero luego los cerró, y Alcyone no supo si había querido formular un sí o un no.
Al final, su respuesta fue:
—Ya no tiene importancia. No puedo volver con él. No puedo confiar en él.
“Pero a ti siempre te he apreciado —añadió, mirando a Alcyone con calidez—. Puede que nunca hayamos llegado a ser amigas íntimas, pero me caes bien, y quiero verlos felices a Livius y a ti. Se lo merecen.
—Gracias —respondió Alcyone.
—Solo… tengan cuidado. Un amor como el suyo es más frágil de lo que parece. Deben atesorarlo a toda costa.
***
Las clases de Defensa Contra las Artes Oscuras de Albus comenzaron a volverse más teóricas y convencionales luego de su crisis personal. El verdadero motivo por el que actuaba así no era la desidia, sino porque se conocía a sí mismo lo suficientemente bien como para saber que, si impartía una clase práctica, su paciencia con los estudiantes del colegio no tardaría en agotarse; era mejor para todos si, por el momento, se limitaba a escribir algunas cosas en el pizarrón y pedirles que leyeran algunas páginas de sus manuales de Defensa y respondieran preguntas o elaboraran redacciones. Podía ser tedioso para ellos, pero también era más seguro.
Ahora que Valerie había abandonado su cargo en el Ministerio, no había nadie que supervisara de cerca a su tío Percy en su actuación como ministro. Percy le mandaba informes a diario, lo mismo que Isaac, pero la ausencia de Valerie se hacía notar. Había cierta inercia en la labor gubernamental. A Albus ya no se le ocurrían nuevas medidas innovadoras, y se limitaba a aplicar las reformas que ya había aprobado.
Fuera de sus horas de clase, Albus se pasaba prácticamente todo el día en su casa. Sus amigos lo visitaban a diario, pero si bien conseguían animarlo durante el tiempo que pasaban con él, apenas se iban volvía a sentirse miserable. No sabía qué le causaba más dolor: haber perdido a Valerie o haberse visto obligado a desprenderse de Annie. Ambas significaban muchísimo para él. Valerie había sido su compañera más íntima durante años, era la mujer junto a la cual esperaba envejecer. Y Annie había sido su primer amor, siendo niños, y luego había retornado a su vida como una mujer adulta, representando la posibilidad prometedora de un nuevo amor, quizá más potente y puro que el que tenía con Valerie. Y ahora las dos se habían esfumado. Por culpa suya.
A veces, cuando se sentía de buen humor por algo que habían dicho o hecho sus amigos, o que le habían contado, su mente lo traicionaba con pensamientos al estilo de «Cuando se lo cuente a Valerie…» Y solo entonces recordaba que ella ya no estaba allí. Aquello le recordaba a algo que había leído en una novela histórica años atrás, en la que el protagonista, luego de enviudar, decía sentirse como un hombre mutilado quejándose, durante los días fríos y húmedos, de sensaciones de dolor en la extremidad que había perdido. Él no se atrevía a afirmar que sentía lo mismo por no tener a Valerie ―gracias a Merlín, ella estaba sana y salva, y prefería no tentar al destino con pensamientos temerarios―, pero su ausencia era una herida abierta, y él no sabía cuando, o si cicatrizaría.
Y luego, su primo Louis vino de Francia, y prácticamente se autoinvitó a alojarse en el número doce de Grimmauld Place con Albus.
Su estrategia con Al fue muy diferente de la seguida por sus amigos. Ellos habían estado yendo a ver a Al con regularidad, para que no se sintiera tan solo en el caserón de los Black. Louis optó por obligar a su primo a salir a divertirse, con la excusa de que era el deber de Al llevarlo a conocer todos los pubs y las discos de Londres.
—¡Pero tú tienes novia! —protestaba Albus— ¿Por qué quieres salir todas las noches?
—Porque quiero beber y bailar, no cojer —replicaba LW—. Eso último te lo dejo a ti.
Los amigos de Al seguían tres caminos con el tema de Valerie: uno era no mencionar el asunto, el otro era sugerir que con el tiempo ella podía llegar a perdonarlo, y el tercero era sugerir que al final Al conseguiría alguien más. Louis, en cambio, insistía en que su primo debía aprovechar su cambio de situación sentimental para levantarse chicas.
Y pese a que había una parte de Al que se rebelaba contra esa posibilidad y que le demandaba permanecer fiel a Valerie, poco a poco el discurso de su primo comenzaba a hacer mella. No es que cuando estaba en pareja él no mirara a otras chicas; cuando se cruzaba con una muchacha de belleza impresionante, no podía dejar de admirarla, pero nunca pensaba seriamente en llevársela a la cama. Ahora, cuando entraba en una habitación, sus ojos se desviaban continuamente hacia las chicas guapas. Y ahora también pasaba otra cosa: notaba más la mirada de las chicas sobre él. No es que algo en su aspecto exterior hubiera cambiado luego de quedarse soltero, algo que lo hubiera vuelto más atractivo que antes: simplemente, por primera vez, Albus comenzaba a percibir la atención que despertaba en el sexo opuesto, y le gustaba.
No obstante, por más extraño que pueda parecer, Albus Severus Potter, el Hacedor de Reyes, no tenía idea de cómo acercarse a las chicas, aún cuando notaba su interés. Si bien ya había superado con creces la adolescencia, sus experiencias con Valerie y Annie lo habían dejado muy mal preparado en ese terreno. Y aunque Louis hacía lo posible por darle consejos, y Al consideraba que eran atinados, no se atrevía a ponerlos en práctica. De modo que noche tras noche, LW y él iban a los bares, y el joven mago dejaba escapar a varias muchachas muggles que estaban dispuestas a ser atrapadas. Con cada oportunidad desperdiciada, su frustración se iba incrementando.
***
Fue Ash quien le propuso llevar a LW a un bar en donde una banda encabezada por dos amigos suyos iban a dar un concierto. Ash no podía asistir, pero les había prometido a sus amigos que les conseguiría algo de público. Sería un gran favor, le dijo, si en algún momento Louis y Albus pudieran acercarse y decirle a los miembros de la banda que habían venido de parte de Ash. Dado que no se le ocurría una mejor opción para la noche, Al accedió.
Luego de ducharse, y mientras se vestía, Al escuchó sollozos ahogados. Salió de su habitación y siguió el sonido, hasta localizar su origen: era su elfo doméstico Bowy, que lloraba en un descanso de la escalera. Últimamente la criatura había estado muy sensible, y Al lo atribuía a que extrañaba a su padre. Sin embargo, decidió preguntarle.
—Bowy, ¿pasa algo?
—No, no, amo Albus —dijo Bowy rápidamente, mientras se enjugaba las lágrimas con el antebrazo—. Solo que… estaba limpiando la cocina y tiré un vaso al suelo.
—Pero supongo que lo habrás podido reparar, ¿verdad? —preguntó Al.
—Sí, amito, pero… me sentí inútil y torpe.
—Solo debes llorar por aquellos errores irreparables, Bowy —dijo Albus, acariciándole el hombro. Los ojos de Bowy se llenaron de lágrimas, y antes que Al pudiera seguir con la conversación, se Desapareció.
Albus hubiera querido llamarlo para continuar indagándolo y averiguar qué le estaba pasando —sabía que si le daba la orden de regresar, no podría desobedecerla, por más que técnicamente su amo fuera Harry y no él—, pero justo entonces Louis asomó su cabeza fuera de su habitación.
—¿Al, estás listo?
Como Albus estaba descalzo y sin camisa, decidió volver a su habitación y terminar de vestirse.
«Cuando vuelva a casa, me sentaré a hablar con el pobre elfo. Quizá lo mejor sea mandarlo a la casa de algún pariente.»
***
El bar donde la banda iba a tocar era pequeño, pero bien decorado; a Al le gustaron las luces rojas y verdes y los cuadros de músicos famosos, algunos de los cuales parecían estar autografiados. Louis y él escogieron una mesa debajo del retrato de Eric Clapton, y observaron cómo el local se iba llenando de gente. Comenzaron bebiendo solo cerveza, pues no querían estar tan ebrios como para no poder disfrutar de la música cuando la banda comenzara a tocar. Entretanto, habían puesto el primer disco de Violent Femmes (Al y LW tuvieron que preguntarle a la camarera que les trajo las cervezas quiénes eran los artistas), que le pareció rudimentario y desprolijo, pero intenso.
Como era de esperarse, el bar no tardó en estar repleto de gente. Las entradas no eran caras, pero además varios de los asistentes tenían camisetas con el nombre de la banda escrito con fibrón negro. Claramente, el grupo tenía una pequeña y, acaso, creciente tribu de seguidores. Entre los presentes había muchas mujeres atractivas, y Al no dejó de examinarlas. Pero al cabo de un rato, sus ojos se fijaron en una muchacha rubia, sentada en la barra dándole la espalda a su mesa. Albus estaba seguro de haberla visto antes, quizá por su forma de moverse o por su peinado o algo así, y en un momento, llegó a estar casi convencido de que era Annie. Y cuando la chica comenzó a darse vuelta, tuvo una mezcla de temor y emoción al pensar que pronto podría volver a ver su querido rostro.
Pero no era ella. Era Jezebel Smith.
Por un instante fugaz, Al se sintió decepcionado. Pero inmediatamente esa sensación dejó su lugar a la sorpresa, la curiosidad, y finalmente el interés. Jamás había visto a Jezzie vestida de manera tan provocativa. Llevaba un vestido negro de vendas elásticas, ceñido, con una falda muy corta y una abertura bajo el escote, combinado con una chaqueta de lentejuelas doradas y zapatos del mismo color.
Sin embargo, el mensaje que transmitía su atuendo no era «Estoy disponible», sino «Estoy disponible para ti». La mirada que le clavó Jezzie cuando lo vio mirándola fue más que elocuente. Duró solo unos segundos, antes de acercarse a su mesa y adoptar una actitud más jovial y despreocupada, pero Albus no dejó de darse cuenta.
—¡Jezzie! —exclamó Louis, sonriéndole y levantándose de su asiento para saludarla con un beso—. No sabía que ibas a estar aquí también.
—Ash me dijo que aquí podría escuchar buena música —dijo Jezebel—. ¿Puedo sentarme con ustedes?
—Mientras más seamos, mejor —respondió LW al instante—. Al, córrete, déjale algo de espacio.
Obediente, Albus se corrió unos cuantos centímetros en el sofá en el que estaban sentados, permitiendo que Jezzie se ubicara a su lado. Su proximidad no lo dejaba indiferente. Pese al calor que hacía en el bar, Al podía sentir la calidez de su cuerpo cerca del suyo, y pese a la multiplicidad de olores del lugar (humo de cigarrillo, cerveza y otras bebidas, algo de sudor), su nariz podía distinguir el perfume que se había puesto Jezzie, e incluso el tenue aroma del shampoo que había usado al bañarse.
El ruido de las voces de la gente iba haciéndose cada vez más ensordecedor, lo mismo que el volumen de la música, lo cual le dio una excusa a Albus para no participar de la animada conversación entre Jezzie y Louis. Se limitó a sonreír y espiar a la chica por el rabillo del ojo, muy conciente de que era la primera vez que estaba tan cerca de ella desde que había intentado, con tanta torpeza, seducirla en la Mansión Malfoy.
Finalmente, la música que habían puesto fue apagada, lo mismo que todas las luces excepto una, que iluminaba el escenario, donde un joven de camisa y sombrero subió y tomó el micrófono.
—¡Bueno, chicos y chicas, ya son las once! ¡Llegó la hora del concierto!
El público comenzó a aplaudir y a corear el nombre de la banda. El muchacho no tardó en presentar al grupo y bajarse. Los cuatro jóvenes músicos comenzaron a tocar una canción lenta; si Ash no le hubiera dicho ya que el cantante no era inglés ―lo mismo que el guitarrista―, Albus no hubiera tardado en deducirlo, por la forma en que pronunciaba las palabras de la canción. El bar, tan ruidoso momentos antes, ahora guardaba absoluto silencio.
Albus aprovechó la oportunidad para girar el rostro y mirar el de Jezzie… pero se encontró con que ella lo estaba mirando a él. La joven acercó sus labios a los de él y le dio un beso. No fue muy largo, solo duró unos diez segundos, pero pudo sentir la punta de su lengua acariciando sus dientes. Luego se separó de él y volvió a mirar a la banda, como si nada hubiera pasado. Louis no parecía haber advertido nada.
Cuando el primer tema terminó, los tres magos aplaudieron con tanto entusiasmo como el resto del público. La banda siguió tocando durante más de una hora, durante la cual el guitarrista y el cantante intercambiaron lugares varias veces, sin que la calidad de su música decayera.
Al final, cuando el recital terminó, Albus se levantó de muy mala gana para cumplir con el encargo de Ash. Tras una larga espera —pues los miembros de la banda se hallaban asediados por sus fans—, Al logró acercarse a Jaime y Javier, el vocalista y el guitarrista del grupo, para saludarlos y contarles que venía de parte de Ash. Le dieron las gracias, pero su atención parecía fijada en un par de chicas especialmente guapas que querían «felicitarlos» por su presentación.
Habiendo hecho lo prometido, Al regresó a su mesa. Louis, en esos momentos, se había levantado y se estaba poniendo su abrigo.
—¿Ya te vas? —preguntó Al, extrañado.
—Sí. Me parece que Jezzie y tú necesitan algo de privacidad, primito —replicó LW en voz baja.
—¿Acaso ella te dijo algo?
—No necesitó decirme nada, me bastó con ver la forma en que la mirabas y ella te miraba a ti. Te desearía buena suerte, pero no parece que la necesites —añadió, sonriente.
—Gracias, primo —dijo Al.
—Harías lo mismo por mi —dijo Louis. Luego se inclinó hacia Jezzie, que seguía sentada, le murmuró una despedida, la besó en la mejilla y volvió a hablarle a Albus—. ¿Quieres que esta noche duerma en casa de mis padres, o de mi hermana, o en algún otro lugar?
—No —dijo Al. No sabía cómo iba a terminar su noche, pero estaba seguro que no quería llevar a Jezzie al número doce de Grimmauld Place—. Ve a mi casa. Yo encontraré otro lugar para pasar la noche… si llega a suceder algo, quiero decir.
—Está bien —dijo Louis, y le dio un abrazo de despedida—. Disfrútala.
***
Jezzie y Albus salieron del bar cuando faltaba poco para que cerrara. Él se sintió aliviado al estar en la calle; el ruido del interior había llegado al punto en que le costaba escuchar sus propios pensamientos. Caminaron en silencio durante una cuadra y media, sin dirección alguna, hasta que Albus decidió ir al grano.
—¿Por qué?
—¿Por qué qué?
—¿Por qué me rechazaste antes y me besaste ahora?
—¿No querías que lo hiciera? —preguntó Jezzie, en un tono más curioso que ofendido.
—Sí —admitió Albus tras algunos segundos de vacilación—. Pero mi pregunta es por qué ahora sí y antes no.
—Porque no tienes novia —dijo ella de inmediato.
—¿Solo por eso? —preguntó Al— ¿No querías ser «la otra chica»?
—Solo por eso. ¿Tiene algo de malo?
Albus intentó encontrar una respuesta en su mente, pero no lo logró.
—Pues no, no tiene nada malo. Solo que esperaba algo más… no sé, complejo.
—Yo soy más simple de lo que crees, Al —dijo Jezzie—. Yo ya estuve con alguien que estaba en pareja, y fue un desastre. No quiero que vuelva a pasar.
—¿O sea que estuviste todo este tiempo esperando que mi relación con Valerie se desmoronara?
—Si me preguntas si deseé alguna vez que eso pasara, la respuesta es no. Si me preguntas si lamento que haya ocurrido… la respuesta también es no. Ahora yo tengo una oportunidad, y nadie puede hacerme ningún reproche, pues no dejaste a Valerie por mi.
—Eso es cierto… bah, en realidad, ella me dejó a mi.
—No importa. Yo no tuve nada que ver con su ruptura.
—Es verdad. Entonces… ¿quieres estar conmigo?
Jezebel observó a Albus de pies a cabeza, y esbozó una sonrisa irónica.
—Creí que lo había dejado bastante claro ahí dentro.
***
El aliento de Jezzie tenía apenas un tenue rastro de la cerveza que habían estado bebiendo en el bar cuando Albus comenzó a besarla. Tras un buen rato de jugueteo de su lengua con la de ella, el joven se sintió lo bastante seguro como para tocarle los pechos por encima de la fina tela negra del vestido. No eran tan grandes como los de Valerie, pero eran igual de firmes y agradables al tacto.
Jezebel se quitó la chaqueta y el vestido y arrojó ambas prendas al suelo, para luego acostarse sobre el colchón. Sus ahora desnudos senos actuaron como un imán para Albus, quien no tardó en quitarse la camiseta y meterse en la cama con la chica. Ella comenzó a besarle el cuello con mucha fuerza, dejándole marcas rojizas a medida que bajaba hasta su pecho. Al pudo sentir la nariz de Jezzie en la mata de pelo negro que tenía entre las tetillas antes de experimentar el tacto húmedo y caliente de su lengua en una de ellas, la derecha. A todo ello, él ya había quedado tendido boca arriba, y se desabotonó el jean, para facilitarle el trabajo a la joven cuando ella finalizara su recorrido.
Tras jugar un poco más con sus tetillas, Jezzie prosiguió, pasando por su ombligo y llegando hasta su bajo vientre. Con unos veloces y seguros movimientos, la bruja le quitó el jean y la ropa interior y procedió a quitarse sus últimas prendas ella misma. Cuando estuvo tan desnuda como él, Jezzie tomó la verga parada de Albus con ambas manos. El hijo de Harry ansiaba que ella se la metiera en la boca, pero la joven se limitó a lamerle el tronco y bajar hasta sus bolas. Jezzie deslizó su lengua por la arrugada piel de su escroto durante unos momentos, y a continuación hizo algo que Al nunca hubiera esperado: empezó a lamer aún más abajo, en el espacio entre sus testículos y su ano. El chico se quedó muy quieto por la sorpresa, y luego comenzó a gustarle, por lo que levantó sus caderas para darle a Jezebel mayor acceso a esa parte de su cuerpo que nunca nadie había explorado. Comprendiendo que tenía el visto bueno del Hacedor de Reyes para ir más lejos, Jezzie le introdujo resueltamente la lengua entre las nalgas. Por una fracción de segundo Albus sintió cosquillas, pero resistió el impulso de soltar una carcajada que hubiera echado a perder el ambiente por completo. El reflejo instintivo de su ano fue el de cerrarse, pero Albus se obligó a confiar en Jezzie y relajarlo lo más posible, para que su lengua lo pudiera recorrer sin trabas. Albus sintió cómo la lengua de la joven tocaba algo dentro de su culo, y ese algo le dio un inmenso placer, casi tan bueno como el que hubiera sentido si la lengua de Jezzie se hubiera posado sobre su glande. Estremeciéndose, Albus cambió de postura, colocándose boca abajo y exponiendo completamente su culo a la Hufflepuff, quien volvió a meter su lengua en él.
Tras dos o tres agradables minutos, el Hacedor de Reyes vio con el rabillo del ojo que la mano izquierda de Jezebel se estiraba para agarrar su varita de la mesa de luz, pero como la lengua de la chica seguía enterrada en su culo, brindándole aquellas nuevas y excitantes sensaciones, no le importó en lo más mínimo. Ella no le haría el menor daño. A continuación el chico vio el reflejo anaranjado de un hechizo en el retrato de él y sus hermanos James y Lily que adornaba su mesa de luz. Y unos instantes después, Jezzie retiró su lengua de su culo, y no tardó en reemplazarla con su índice derecho. El último pensamiento coherente de Albus antes de que la estimulación de esa partecita tan sensible de su culo de la que nunca había tenido noticias se reanudara fue que Jezzie debía haber usado su varita para cortarse las largas uñas de su mano derecha, pues el dedo no le produjo el menor pinchazo.
Entretanto, la verga de Albus seguía durísima, y en esa posición parecía querer perforar el colchón, lo cual le producía cierta incomodidad. Así que Albus se puso en cuatro y utilizó su mano izquierda para masturbarse mientras Jezzie continuaba metiéndole su dedo en el ano. Gracias a la Auror, aquella estaba convirtiéndose en la mejor paja de toda su vida. Y cuando Jezzie volvió a meterle la lengua y empezó a masturbarlo ella misma, Albus pudo simplemente relajarse y gozar. Su orgasmo fue mucho más largo de lo habitual, con varios chorros de semen que dejaron esa parte del colchón empapada, acompañados de raros pero definitivamente satisfactorios espasmos en su culo.
—Mierda —fue lo único que atinó a decir cuando hubo recuperado el aliento.
—No es lo que esperaba oír —dijo Jezzie, tendiéndose a su lado.
—Estuvo genial —dijo él, después de soltar una carcajada.
—Me alegro mucho —replicó ella—. ¿Qué te gustaría hacer ahora?
—Seguro que se me ocurrirá algo. ¿Hacías estas cosas con Ackerley?
—Lo de la lengua, sí. Lo del dedo, no.
—¿Suerte de principiante?
—No necesito suerte. Soy buena en todo lo que hago —dijo Jezzie—. Por eso el Sombrero no quería mandarme a Hufflepuff.
—¿En serio?
—Así es. Tuve que convencerlo de respetar la tradición familiar.
—Yo violé la tradición familiar y no me fue tan mal —señaló Al.
—Los Potter no están tan vinculados a Gryffindor como los Smith a Hufflepuff —sentenció Jezebel—. La mayoría ha ido a Gryffindor, pero algunos fueron a las otras tres Casas. Charlus Potter, el tío-abuelo de tu padre, fue un Slytherin. Pero en mi familia, todos han ido a Hufflepuff.
—Bueno, ahora nada de eso importa —dijo el Hacedor de Reyes—. Las Casas han sido unificadas.
—Sí, pero la huella que han dejado sobre la mentalidad de los magos y brujas tardará mucho en desaparecer —opinó Jezzie—. Años, tal vez generaciones enteras.
—Todo se arreglará a su debido tiempo. Entretanto, ¿qué te parece si nos damos una ducha y seguimos discutiendo nuestros planes para esta noche?
***
Ya era mediodía cuando Albus se despertó. Le dolía un poco la cabeza y sentía un sabor amargo en la boca, pero estaba de excelente humor. No obstante, cuando estiró el brazo para acariciar a Jezzie, no la encontró. Se sentó en la cama, frotándose los ojos con las manos, y estaba a punto de llamarla cuando ella entró en la habitación, ahora vestida con un jean y una blusa bastante sencillos y cómodos. La joven le sonrió y le dio un rápido beso en los labios, y se sentó en la cama para ponerse unas zapatillas.
—¿Dormiste bien? —preguntó.
—Sí, dormí bien… cuando me dejaste dormir. ¿Qué hora era cuando… terminamos?
—Las cuatro, creo —dijo Jezzie.
—Por Merlín. Espero que la próxima vez comencemos más temprano —dijo Al.
Jezebel observó a Albus con afecto, pero también con una pizca de tristeza.
—No habrá próxima vez.
—¿Cómo?
—No vamos a volver a hacerlo.
—¿Por qué no? —preguntó él.
—Porque… mis planes contigo no eran a largo plazo. Mira, Al, desde que te conocí me pareciste atractivo, eso ya te lo dije. Pero que alguien me parezca atractivo no quiere decir que quiera tener una relación con él. En estos meses que llevo conociéndote, te he llegado a admirar y respetar, pero también me di cuenta de que algo entre tú y yo jamás funcionaría.
—¿Por qué no?
—Porque yo no estoy hecha para ser la pareja de un líder. Puedo ser una lugarteniente, pero no puedo ocupar un puesto como el que tenía Valerie. Además, hay algo de lo que también me he dado cuenta recientemente.
—¿De qué te diste cuenta?
—Sigues enamorado de ella. Y no te lo reprocho —dijo ella, viendo que Albus parecía ponerse a la defensiva—. No podemos elegir a quién amamos. Pero no podría estar contigo sabiendo que sigues añorando a Valerie. Por eso es mejor que lo dejemos aquí.
—Siento como que me estoy perdiendo una gran oportunidad —comentó él.
—Créeme, nos hubiéramos hecho infelices el uno al otro. En una semana, nos estaríamos lanzando Maldiciones Imperdonables —dijo ella, y le acarició la mejilla con suavidad.
—Supongo que tienes razón —admitió Albus—. Gracias por ser tan honesta.
—Siempre lo soy —dijo Jezzie—. Quedémonos con el buen recuerdo de esta noche.
***
Si bien normalmente Al se Aparecía en la puerta de su casa, al volver de su encuentro con Jezzie él optó por hacerlo unas cuantas cuadras antes del número doce de Grimmauld Place. Caminó lentamente, mientras rememoraba las cosas que habían hecho a lo largo de la noche con una amplia sonrisa de satisfacción.
Cuando llegó a la casa, se dio cuenta que seguramente su primo Louis lo interrogaría acerca de lo ocurrido en la casa de Jezzie. Mientras desactivaba los hechizos de protección que impedían la entrada de magos desconocidos a su casa, se dedicó a pensar en una respuesta ingeniosa a sus preguntas, que no revelara detalles escabrosos pero hiciera volar la imaginación de Louis.
Una vez levantadas las defensas de la casa, Al entró al vestíbulo… y de inmediato notó que algo iba mal: no podía respirar. No sentía como si lo estuvieran estrangulando, sino como si estuviera rodeado de un elemento carente de oxígeno, como podía ser el agua de una piscina. Su boca se abrió e intentó aspirar aire inútilmente, y se sintió presa del pánico durante algunos segundos, hasta que sacó su varita y conjuró un Encantamiento Burbuja, rodeando su cabeza de una burbuja de oxígeno.
Lo primero que hizo cuando su respiración se normalizó fue utilizar un Accio para convocar a sus manos un chivatoscopio de última generación. Comprobó que funcionaba correctamente, y como permanecía en silencio, dedujo que ningún enemigo estaba en la casa. Sin guardar la Varita de Saúco, Al recorrió toda la planta baja y no halló a nadie. Luego se dirigió al primer piso y se disponía a registrar habitación por habitación cuando recordó algo…
—Louis —dijo, pensando en voz alta. Luego alzó la voz—. ¡Louis! ¡Louis, ¿estás ahí?! ¡LOUIS!
El joven corrió a través del pasillo hasta el cuarto de huéspedes donde su primo dormía, sintiendo su corazón latir como un tambor. Abrió la puerta de golpe, y lo vio.
Louis Weasley estaba tirado en el suelo, con las sábanas de la cama enredadas alrededor del cuerpo. Sus ojos azules estaban abiertos, con una expresión de pánico y desconcierto congelada en ellos. Su lengua estaba afuera de su boca, en una mueca grotesca. La piel de su rostro estaba púrpura, y contrastaba fuertemente con su pecho blanco. Su varita mágica estaba tirada en el suelo, cerca de la pared, fatalmente fuera de su alcance.
Pasaron tres horas antes de que Scorpius y Ash llegaran al número doce de Grimmauld Place, preocupados por el hecho de que Albus no se había presentado a dar clases en Hogwarts. Encontraron a su amigo todavía aferrado al cadáver de Louis, mirándolo con horror e incredulidad. Solo pudo reaccionar cuando le tocaron el hombro, soltando un grito animal, no muy diferente al que había dado cuando Hugo fue asesinado frente a sus ojos.
Nunca un título mejor puesto para un capítulo…
Gracias, Facu, me alegro que te haya gustado 😀
¡Me encanto!
En serio, ¿Cómo pudiste hacerle eso a Louis? No te lo perdono.
Por cierto, tardaste mucho en actualizar, hasta creí que ibas a abandonar la historia por mucho tiempo. pero me alegro de que por fin hayas subido nuevo capitulo. ¡No te tardes para el otro!
¡Primera en comentar!
Muchas gracias, Alexa. Hacía bastante que tenía pensado matar al pobre Louis. De todos modos, espero que no piensen que disfruto matando Weasleys 😀
Saludos!
Bueno, me trago mis palabras. Publicaste antes de 2014. Excelente como siempre, aunque debo decir que me costo un poco recordar el hilo argumental. Asumo que ya estas de vacaciones. Disfruta y descansa Martín.
A mí también me costó un poco, y no tenía conexión a Internet cuando escribí la mayor parte del capítulo, así que no pude consultar el blog. Espero que no haya habido muchos errores de continuidad.
Saludos!
Sinceramente me encanto! ya extrañaba tus escenas de sexo jaja. En fin, no veo la hora que llegue el gran enfrentamiento entre padre e hijo.
PD: El final no me lo esperaba, muy bueno y genio como siempre.
Gracias, Lucas, me alegro que te haya gustado el sexo 😛
Un abrazo!
wow k buen capitulo no pense que louis fuera terminar asi. Me dejaste impactado. Felucidades por tu capitulo me encanto. Espero el proximo con ansias
Gracias por comentar, Christian. Espero seguir sorprendiéndote 😀
Saludos!
Y ya has matado a otro de mis personajes favoritos 😦 por queee Louisss 😦 prefiero que se muera Lysander o Alcyone, pero no Louiss
Me gustooo muchisisisisiimo el capitulo.! Y espero cn ansias el final!
PD: podrias subir la foto de algun actor en que bases o que t imagines como Louis Weasley?? Graciass!
Lamento haber matado a uno de tus personajes preferidos. Prometo que se hará justicia (?)
Creo que Louis podría ser parecido a Ton Heukels. Acá hay una imagen suya (aunque si buscás su nombre en Google te van a aparecer un montón más).
Saludos!
Estupendo, y regalo de cumple… muchas gracias !!!
Please, no nos dejes picados, continúa publicando
De nada, me alegra que lo hayas disfrutado. Ya comencé a escribir el 217 🙂
Saludos!
:O
A LW!!!!!
Primero Harry/Hermione ahora matas a LW!!
MONSTRUO!!! xDD
Hahahaha excelente el chapi, me encanto la escena del bar estuvo genial, y ufff que bien LW era un genio hehehehe
Excelente chapi Marth estuvo genial, creo que empezare a leer de nuevo la historia hehehehe
Cuidate y un abrazo!!
Confieso que lo de Louis lo tenía mucho más premeditado que lo de Harry y Hermione 😀
Otro abrazo para ti 🙂
Porfa!! Te lo suplico, danos más!
Hoy comencé a escribir el capítulo 217. Tengo una escena de 800 palabras.
Saludos!
Excelente capitulo, primera vez que comento. Sigue así!! 🙂 por que hace tanto que no escribias?
Porque perdí las manos en un accidente a principios de marzo, y tuve que aprender a escribir con las prótesis nuevas que me pusieron 😛
JAJAJAJAJAJA JAJAJJAAJA por favor!!! tengo media hora riendo por esto genio.. JAJAJAJAJA…
QUE!!!!!!!! PERDISTE TUS MANOS es enserio
di que es broma’
porque lloraba el elfo. Estará relacionado
por cierto que paso con los planes de Zabinne padre
cuidaros mucho y gracias por el cap
En realidad, no fue un accidente: me las cortó un soldado de la Compañía Audaz, por órdenes de Vargo Hoat.
Saludos 😀
Un Lannister siempre pagas sus deudas!
Buen capitulo!
Y ahora me pregunto como es que el intruso/asesino logró entrar o enterarse de que Albus no estuviera en casa esa noche… Porque si el cometido en realidad hubiera sido matar a Albus, este a tenido suerte.
Los hechizos de protección violados que llevaba la casa indican que el intruso es un traidor???
Todo es posible, Yuri 😉
Saludos!
Excelente capítulo,no pensé que Albus fuera a dejarse hacer lo que le hizo Jezzy,hasta que recordé que ya había tenido sexo incluso consigo mismo. Lo de Annie me deja intrigado,¿por qué es culpa de Malfoy Jr.? Yo que Albus ya la hubiera vuelto a buscar hacía rato,un poco quedado el Hacedor en asuntos amorosos. Esperaré el siguiente cap,Martín,¡éxitos!
Allen
Jezzie lo tomó un poco por sorpresa, pero sí, Al está dispuesto a experimentar 😛
Scor convenció a Al de abandonar a Annie, pero si él no intervenía, Al iba a acabar llegando a la conclusión de que debía dejarla por su bien.
Saludos!
Mal consejo, Scor, mal consejo. Como amigo debió aconsejarle dejar a Valerie,en fin,sigo sin entender porque no va a buscar a Annie ahora que Valerie no esta,¿orgullo?
Saludos a ti Martín! Espero el siguiente Cap.
Allen
Jezebel lo ha traicionado? que carajos pasó? quien está detrás de este desmadre? Ójala lo sepamos pronto… capitulo de gran calidad.
No tardarán mucho en saber qué ocurrió 😀
Saludos.
muy bueno como siempre Martin, me sorprendió la muerte de LW.
sera blaise zabini?espero en el próximo
rebeles la identidad del asesino.
No te preocupes, Franco, no pienso arrastrar mucho tiempo más el misterio.
Saludos.
Capítulo genial! como todos claro. Espero con ansias otro, saludos desde Chile.
Muchas gracias, Zara 🙂
Saludos.
Me encantooooooooooooo!!!!
ya tenias tiempo sin actualizar, ya hasta había perdido la esperanza de leer esta grandiosa historia terminada
Espero todo este bien y sigas con esto que en verdad lo haces de maravilla
Saludos desde México!
Muchas gracias, Mario.
Saludos!
Yo soy nueva (osea lectora como de hace seis meses o algo así), y también pensé que habías muerto horriblemente y por eso el fic había quedado en pausa, pero hoy me dio por pasarme por acá y oh sorpresa capítulos nuevos XD, no esperaba la muerte de Louis, pero alguien tiene que morir ¿no? y más si eso hace las cosas más interesantes 😀 pero ya parece que les hubieras cogido manía a los Wesley puede que sean muchos pero ¿qué pasa? ¿problemas con la superpoblación de pelirrojos? XD .Suerte y saludos
En realidad, Louis era rubio 😀
Saludos, y gracias por comentar.
lo olvide, pero igual parece un vicio. «los Wesley son amigos no comida»
Muchas gracias por este capitulo Martin, pense que todo esto habia terminado y ahora me renovaste las esperanzas, un aplauso para tu obra. Gracias, en serio.