Ernie Macmillan había pasado la noche en vela en su casa, con la moneda por la cual Michael Milton debía informarle del éxito de su plan siempre en la mano, por miedo a que se calentara y transmitiera el mensaje sin que él se diera cuenta. Eran ya casi las diez de la noche y aún no había recibido nada. ¿Gamp y Milton habrían decidido postergar el ataque? ¿Habría surgido algún inconveniente imprevisto, como que Potter decidiera pasar la noche fuera del castillo? O lo que era peor, ¿habrían fracasado en su intento? Ernie estaba listo para esa eventualidad: había colocado numerosos hechizos de protección en su casa y había practicado para crear un Traslador que los transportara a él y a su familia a la ciudad de Dover, desde donde podrían Aparecerse al otro lado del Canal de la Mancha.
Susan y sus hijos estaban seguros de que algo malo ocurría, pero por el mal humor que Ernie venía manifestando ninguno se animaba a preguntarle. Todos estaban inquietos, pero solo Ernie conocía el motivo de tanto nerviosismo.
De repente, el esperado calor llegó. La temperatura de la moneda aumentó hasta el punto en que Ernie tuvo que ponerla encima de la mesita, junto al sillón donde estaba sentado, para no quemarse. Las letras del galleon fueron moviéndose y alterándose, hasta formar una sola palabra:
ÉXITO
Ernie no sonrió ni hizo ningún gesto celebratorio. No solo porque no quería que su familia se enterara aún de lo que había ocurrido, sino porque no le causaba alegría haber intervenido en la muerte del hijo de un amigo suyo. Albus Potter podría haber llegado a ser un mago tan grande como su padre, si hubiera tenido una escala de valores comparable a todos sus poderes y todas sus habilidades. Su ajusticiamiento era necesario para restaurar la paz y la libertad, pero no era algo para festejar.
No había tiempo que perder. Debía contactar al legislador Fedden para que reuniera de inmediato al Parlamento Mágico y adoptara todas las medidas necesarias. Había que arrestar a los amigos del Hacedor de Reyes, comenzando por Isaac Prewett y Jezebel Smith, que eran los que tenían mayor poder. También Scorpius Malfoy debía ser detenido, o al menos perder su puesto de director de Azkaban. Agamenón Lestrange no podría continuar como profesor de Pociones, aunque ese puesto no le daba tanto poder sobre Hogwarts como el que el propio Potter tenía como profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. El régimen del Hacedor de Reyes se sostenía sobre esos pilares: Hogwarts, el Parlamento Mágico, Azkaban, la División de Aurores. Una vez derribado el pilar central, todo el edificio se desmoronaría.
Ernie utilizó la Red Flu para comunicarse con Francis Fedden, quien también estaba esperando despierto.
―Francis ―dijo Ernie―, sic semper tyrannis.
―Gracias, Ernie ―dijo Fedden―. Informaré a los demás.
Su parte del plan había concluido, por el momento. Cuando Fedden volviera a contactarlo, Ernie retornaría a Hogwarts, informaría a Neville de lo sucedido y tomarían medidas de seguridad para impedir que cualquier enemigo se apoderara del castillo. Todo volvería a ser como antes.
***
Francis Fedden terminó su vaso de whisky de fuego. Estaba muy satisfecho por el giro en los acontecimientos. Sin mover un solo dedo, había logrado derribar al mago más poderoso del país, mientras que Harry Potter se había pasado meses como fugitivo sin conseguir nada. Cuando aquel feo asunto hubiera terminado, pensó Fedden, tal vez el cargo de viceministro, inventado por el Hacedor de Reyes, podría mantenerse. Percy Weasley debería seguir en el puesto de ministro, al menos por un tiempo, y la vacante dejada por Potter tendría que ser cubierta. ¿Y quién mejor que el propio Francis para sucederlo? Era imposible predecir el futuro, pero en los próximos meses, el poder de Fedden podía llegar a ser casi tan grande como el del difunto Hacedor de Reyes. Francis Fedden ya jugaba con ideas de gobierno…
Sin embargo, no podía quedarse ocioso. Antes de poder comerse la fruta, debía arrancarla del árbol. Fedden, el Guardián del Secreto, había informado a un número considerable de legisladores del complot contra Potter, aunque en términos muy vagos; solo sabían que había un plan para derrocarlo y que tendrían que estar listos para asistir a la sede del Ministerio aquella noche para sesionar. Para no perder tiempo contactando a cada uno de los miembros confiables del Parlamento y notificándoles que había llegado el momento de reunirse, había establecido una cadena de llamados. Francis hablaría con Cormac McLaggen por la Red Flu, McLaggen hablaría con Eileen Jones, Jones hablaría con otro legislador, y así sucesivamente hasta que los treinta y un miembros del Parlamento recibieran la noticia y se encontraran en el recinto.
McLaggen escuchó la novedad y prometió hablar con Jones. Habiendo cumplido con ese paso, Fedden utilizó la Red Flu para viajar al Atrio del Ministerio de la Magia.
Los guardias se sorprendieron al ver a un legislador a tan altas horas de la noche. Fedden los tranquilizó.
―El Ministro ha decidido convocar a una sesión extraordinaria del Parlamento, muchachos. Esta noche habrá muchas idas y venidas, así que estén preparados.
―Sí, señor ―dijo uno de los guardias. Si bien no era la primera vez que se dirigían a él de esa manera, aquella noche ese «sí, señor» tenía otra connotación. Durante años Fedden había visto a toda clase de pesos pesados ascender y caer en el Ministerio: Cornelius Fudge, Rufus Scrimgeour, Kingsley Shacklebolt, Servilia Crouch, John Dawlish, y ahora Albus Potter. Había llegado su turno, y él no pensaba perder su sitio en el escalón superior sin dar una buena pelea.
Fedden solo lamentaba que Isaac Prewett tuviera que caer. A Francis le caía muy bien aquel joven pelirrojo, lo había estado formando durante los años en que Potter y sus amigos permanecieron en el exilio, y llegó a verlo como un posible discípulo, como alguien que lo acompañaría durante toda su carrera y que eventualmente, cuando Fedden decidiera retirarse, sería su sucesor, su heredero político. Pero Isaac había estado trabajando todo el tiempo para el Hacedor de Reyes. Fedden no se lo reprochaba ―su alianza o amistad con Potter se remontaba mucho tiempo antes de que se conocieran―, pero ahora era necesario apartar al joven Prewett del poder. Francis se aseguraría de que Prewett no fuera castigado muy severamente por su rol en el régimen del Hacedor de Reyes. Con unos meses de prisión y la pérdida de su puesto de presidente del Parlamento Mágico alcanzaría.
Francis entró al recinto, que aún se hallaba desierto, y se sentó en su banca. Pensó en ocupar el asiento del presidente de la Cámara, pero prefirió no manifestar tan abiertamente sus ambiciones. Además, le había prometido la presidencia a Cormac McLaggen cuando Isaac hubiera sido destituido.
Poco a poco la Cámara se fue llenando. Algunos legisladores parecían soñolientos, pero la mayoría estaban despiertos y alertas. Todos se acercaron a la banca de Francis para saludarlo con deferencia. En todo el rato, Francis no dejó de contarlos, esperando al momento en que fueran treinta y uno y tuvieran quórum. Estuvo media hora esperando que llegaran. Cuando el último legislador por fin hizo su entrada y tomó asiento, Francis se puso de pie. Poco a poco sus colegas fueron sentándose en sus bancas y guardando silencio, esperando el discurso de Fedden. Cuando se aseguró de que todos estuvieran callados y observándolo, Francis comenzó:
―Estimados colegas, estamos aquí reunidos para hacer frente a un hecho inesperado, pero que ofrece grandes oportunidades. Todos sabemos que la situación institucional de nuestra comunidad en los últimos tiempos ha sido anormal, por lo menos. Ministros han sido electos y han caído, grandes reformas se han aprobado sin el más mínimo consenso, el equilibrio de la magia se ha alterado, e incluso hemos visto asesinatos en público que han permanecido y permanecen impunes, ¡incluyendo homicidios que han tenido lugar en este mismo recinto, ante nuestros propios ojos!
«Todos sabemos quién es el responsable. Todos sabemos quién trajo todo este desquicio a nuestro amado país. ¡Albus Severus Potter, el llamado «hacedor de reyes»! ¡El monstruo sediento de sangre que luego de asesinar a su propio primo, escapar del merecido Beso del Dementor y permanecer varios años escondido fuera del país, como el cobarde que es, retornó junto a un montón de mercenarios y mocosos arrogantes a apoderarse de nuestro gobierno utilizando tácticas terroristas!
«Este ‘hacedor de reyes’, como su corte de aduladores lo llamaba, creyó que podía cambiar todo en nuestra comunidad, que podía cambiar nuestras costumbres y leyes ancestrales y que nosotros permaneceríamos impasibles, acobardados, acatando todos sus decretos. ¡Y se equivocó, estimados colegas! Porque la juventud nunca aceptará la tiranía, siempre será el baluarte más firme en su lucha contra la opresión. Y mientras que los magos adultos permanecimos oprobiosamente impotentes, dos jóvenes patrióticos, un muchacho y una chica, un hijo de muggles y una joven de sangre pura, dos excelentes representantes de la nueva generación de magos y brujas, decidieron poner en práctica lo que muchos habían planeado pero no se habían atrevido a ejecutar: ¡la muerte del tirano!
Los legisladores, que al principio del discurso habían estado asombrados e incluso incómodos ante el tenor de las palabras de Fedden, comprendieron por qué se mostraba tan agresivo hacia el Hacedor de Reyes: porque el Hacedor de Reyes por fin había muerto. Ahora era seguro para ellos expresar sus verdaderos sentimientos. Y comenzaron a aplaudir el discurso de su colega con un entusiasmo creciente.
―Albus Severus Potter está muerto. Murió luego de intentar violar a una de sus propias estudiantes, Helen Gamp. Una muchacha menos valiente habría aceptado ser vejada por el mago oscuro para preservar su vida, pero Helen se defendió de este sátiro disfrazado de profesor y, con la ayuda de su novio, Michael Milton, consiguió darle muerte. ¡Que su alma sea eternamente atormentada por todos los demonios!
―¡LI-BER-TAD! ¡LI-BER-TAD! ¡LI-BER-TAD! ¡LI-BER-TAD! ¡LI-BER-TAD! ―corearon los legisladores, casi histéricos de felicidad. Fedden cerró los ojos. El cántico de sus colegas era la música más dulce que hubieran escuchado sus oídos. Al cabo de unos segundos de gloria, alzó las manos para pedir silencio nuevamente.
―No debemos confiarnos, colegas. El tirano ha muerto, pero sus esbirros siguen con vida y en libertad. Debemos actuar rápido, antes que los colaboradores del «hacedor de reyes» elijan un nuevo líder que pueda sucederlo. Nosotros, como miembros del Parlamento Mágico, tenemos todo el poder y toda la autoridad legítima. En circunstancias normales, nuestra única función es aprobar leyes, pero en estos momentos de crisis propongo que asumamos también las funciones del Poder Ejecutivo y emitamos los decretos necesarios para cortar la cabeza de la tiranía. Deponer y arrestar a Scorpius Malfoy. Deponer y arrestar a Jezebel Smith. Deponer y arrestar a Isaac Prewett. Arrestar a Alcyone Black, Livius Black, Agamenón Lestrange, Louis Rosier, Lysander Scamander, y a todos los demás cómplices de este régimen brutal y sanguinario, y llevarlos ante la Justicia para que respondan por sus crímenes. Elegir nuevos funcionarios para reemplazar a los que destituyamos, funcionarios que odien la tiranía tanto como nosotros y que estén dispuestos a demolerla esta misma noche. ¡Que el día de mañana los magos y brujas de Gran Bretaña puedan despertar sabiendo que son libres! ¡Viva la libertad!
Nuevamente los miembros de la Cámara gritaron «¡LI-BER-TAD!» una y otra vez hasta quedarse roncos. Fedden sonrió. Su discurso era el más brillante de su carrera, y era el que lo consagraría. «Francis Fedden, viceministro de la Magia», pensó.
Y de pronto los gritos comenzaron a aquietarse. Fedden vio que los rostros de los legisladores pasaban de la euforia al desconcierto y luego al temor. Todos parecían estar mirando al estrado del presidente de la Cámara, cuya silla estaba vacía… Solo que no lo estaba.
Albus Severus Potter estaba sentado en la silla del presidente del Parlamento, observándolos a todos con una sonrisa diabólica. En donde había estado su ojo derecho se veía una profunda y espantosa cicatriz, y una cuenca vacía. Pero el brillo feroz del ojo verde que le quedaba era mucho más temible que el horror del ojo que había perdido.
―¿Qué pasa? ¿Por qué pararon? Era muy pegadizo ―dijo el joven―. ¡Li-ber-tad! ¡Li-ber-tad!
Francis reaccionó con muchos mejores reflejos que los demás colegas. De un veloz movimiento, saltó de su banca hacia uno de los pasillos que conducían a la salida. Pero Potter lo Aturdió antes que alcanzara a escapar. Luego de hacer un movimiento de varita, todas las puertas del recinto se cerraron con fuerza.
―Expelliarmus ―dijo Albus a continuación, apuntando hacia los legisladores. Las varitas mágicas de aquellos que las habían traído a la sesión salieron volando de sus bolsillos, con tanta fuerza que muchas desgarraron las túnicas de los magos y brujas. Algunos magos, quedando desarmados, se levantaron de sus bancas y, siguiendo el ejemplo de Fedden, corrieron hacia las salidas, pero por más presión que aplicaron, las puertas se negaron a abrirse. En su apuro por escapar, una decena o más corrieron por encima del desmayado Fedden, y se escuchó el sonido de sus huesos quebrándose. Otros estaban tan paralizados por el terror que solo atinaron a permanecer sentados, observando a Albus como un conejo a una serpiente.
Las varitas mágicas flotaban en el aire, y el Hacedor de Reyes utilizó un Incendio para hacerlas arder. Los legisladores soltaron gritos de espanto. La destrucción de sus varitas era casi como la pérdida de una extremidad para ellos. Luego Albus se apuntó a la cabeza y se lanzó a sí mismo un hechizo no verbal, pero los magos no fueron capaces de comprender qué se había hecho hasta que fue demasiado tarde. El Hacedor de Reyes apuntó hacia delante la Varita de Saúco y dijo:
―Declaro concluida la sesión. Mimhe gorm.
De la punta de su varita comenzó a brotar un humo azul y espeso que poco a poco fue inundando todo el recinto. Los legisladores intentaron cubrirse la boca y la nariz con las mangas de sus túnicas, o colocarse al nivel del suelo, creyendo que así conseguirían proteger sus pulmones del veneno, pero todo fue en vano. Apenas respiraban el gas azul, perdían control de sus cuerpos. Comenzaron a convulsionarse y largar espuma por la boca, mientras Albus, protegido por el Encantamiento Burbuja, los miraba desde la posición superior del estrado. Algunos hombres y mujeres incluso perdieron control de sus esfínteres, y comenzó a flotar un penetrante olor a orina. Según los cálculos de Albus, el gas del hechizo que él había inventado tardaba unos cinco minutos en provocar la muerte, a menos que se utilizara un Finite Incantatem para disiparlo y la víctima pudiera respirar aire fresco. El Mimhe gorm tardó siete minutos y medio en matar a los treinta magos y brujas que habían respondido a la convocatoria de Francis Fedden, y al propio Fedden, que era el miembro del Parlamento número 31. Era su mejor creación.
Caraaajoooo se te fue la mano Martín…
Y MUCHAS GRACIAS POR ESTE REGALO DE NAVIDAD!
Opino lo mismo. Excelente regalo de navidad, Martin. Éste fue uno de los mejores capítulos desde el 2013. Salu2
Me alegra que les haya gustado 🙂
En Perú aún es navidad, por lo que literalmente tomo este capítulo como un regalo :3. Me quedo con los deseos de saber que seguirá. Gracias Martín!
Muchas gracias, Favio, me alegra que te haya gustado 😀
Les salió el tiro por la culata a los conspiradores pero falto Ernie no?
Y ahora después de esta masacre que pasara con el parlamento ?
Seguimos atentos.
Por cierto muy feliz Navidad a todos
En el próximo capítulo se enterarán lo que ocurre con Ernie.
Feliz Navidad (atrasada) para ti también 🙂
Hombre, visto lo visto, ya nos podemos ir haciendo una idea de cuan larga va ser la vida del profe de historia………..
«―¿Qué pasa? ¿Por qué pararon? Era muy pegadizo ―dijo el joven―. ¡Li-ber-tad! ¡Li-ber-tad!»
Eso fue jodidamente épico!!!
Ósea me esperaba algo así o que Al los dejara derrocarlo y que las memorias de Livius estuvieran en cierto sentido equivocadas y que Al luego regresara al poder!!!
Pero lo que pensaba era Al tranquilamente diciéndoles que estaban equivocado pero así de esa forma tan tranquila y con control de toda la situación? Eso ha sido genial en serio Marth,
Saludos y un fuerte abrazo Marth
Muchas gracias, otro abrazo para ti, Isaac 🙂
Se empieza a notar un camio en Albus. Cada vez es mas despiadado y menos le importa la opinion de los ciudadanos.
Ejecutar a 41 parlamentarios, ademas de la purga que seguro que hará dentro del Ministerio y de Howgarts……se le avecina una rebelión en masa como no heche el freno.
Sí, él ha llegado a un punto de no retorno.
Saludos!
¿En serio?. 😦 ¡Qué triste!. Supongo que me pasará como con mi «familia». Allí estaré para él…
P.s. ¡ESPERO QUE NO ME DECEPCIONE COMO EL QUE TE DIGO!.
Todo genial, nota aparte, que buen discurso, podrías conseguir empleo como encargado de relaciones en la poñítica, al menos aca en México, te funcionaría
Es muy divertido escribir toda esa retórica hueca, en ese sentido creo que voy a extrañar a Fedden 😀
Saludos
Feliz navidad a ti también, Martin ^-^
En otras noticias debo decir que me decepciona un poco Milton (No tu fic, ni el rumbo que está tomando, sino él: Michael Milton), porque cuando había dicho, hace muchos capítulos atrás, que mataría al Hacedor de Reyes yo le creí porque veía mucho de Albus en él, además al ser tan joven supuse que Albus lo subestimaría y esa sería su perdición. Incluso llegué a pensar que tramaría un plan mucho más elaborado (Sigo pensándolo xD).
Es más, hasta llegué a pensar que el haber fallado y el haberse dejado capturar por Albus era parte del plan, usar a los otros magos que participaron en el complot como Ernie o Gamp cual fichas desechables para, de algún modo (no me preguntes cómo xD) acercarse a Albus, o que éste al saberse «vencedor» bajara la guardia con él. Pero lo dudo mucho, porque ahora que ya se ha revelado su plan… bueno, tenía muchas variables que no podía controlar, como el que Albus no decidiera asesinarlo ahí mismo, eso ya de por si lo hacía demasiado riesgoso. Además ya no quedan opositores de Albus en el parlamente que puedan otorgarle un puesto de poder a Michael por lo tanto haberlos delatado a todos para que Albus los matara no tenía sentido (sin mencionar que debía estarse meando -literalmente- del miedo cuando Al le habló de las torturas D:).
Mi comentario no tiene sentido, ni yo lo entiendo .-. así que lo dejo aquí xD
Pero bueno, esta purga va hacer que el número de opositores de Albus aumente, y eventualmente encontrarán la forma de detenerlo. Para mi que lo matan… o lo acorralan al punto de hacer que se suicide… o que lo traicionen sus aliados, o algo pero que se muere, se muere.
De hecho, si mis cuentas no me fallan, Albus a estas alturas del fic tiene 27 años y esa es la edad que él había dicho que quería morir, ya sé que lo dijo medio en broma pero a mi me pareció profético y todo xD
Saludos ^-^.
En realidad, Albus tiene ahora 23 años (perdí un poco la cuenta con la cronología, pero dudo que hayan pasado cuatro años desde que tomó el poder). Hay que ver si alcanzar los 27; después de todo, él no es ningún músico 😉
Kitsch, a priori, ya se sabe que Albus acaba siendo derrotado. Lo pudimos leer en uno de los epidodios (no recuerdo bien cual, pero debia de ser de los primeros) cuando ¿Agamenon? habla con Lily de la guerra, y se plantea la posibilidad de que al final su hermano no haya muerto en realidad.
Ya lo sabía, es decir… lo leí hace mucho pero es ese tipo de cosas que uno recuerda. Solo quería decir (con mi review de mierda, si) que yo tengo (o tenía) claras tres cosas:
1.Michael iba a ser la horma del zapato de Albus. El que lo iba a enfrentar usando sus propias artimañas. Puede que al final quien lo derrote sea Harry, pero sabemos que él jamás se rebajará a usar las mismas tácticas de Albus para ganar, soo Michael, para mi, tenía toda la pinta de ser ese.
2. Albus muere, no solo es derrocado. Se muere, y no sé cómo ni quién, pero muere. Como cualquier fulano mortal. (Puede que Martin nos deje con la duda, pero para mí estará muerto).
3. Muere a los 27, porque… no sé, me parece poético que él mismo se haya puesto fecha de caducidad xD
En realidad en ese capítulo al que haces referencia los personajes que hablan son Scorpius y Rose. Lo pueden releer aquí.
Pues es un buen recordatorio ese capítulo. Bien podría ser esta masacre la que le abra los ojos a Scorpius para que abandone al Hacedor.
Y tambien nos recuerda lo que les pasará a la mayoría de los amigos de Albus, sniff…….
Siiiiiiiiiiii. ¡Malditos!:
«He cometido errores, y también excesos, pero les puedo prometer que no habrá más derramamientos de sangre… al menos no por culpa mía».
Me gusta que Albus Severus haya cumplido su palabra…
Me sorprendió mucho la alusión al Infierno: «¡Que su alma sea eternamente atormentada por todos los demonios!». Sonó tan fanático…
Tampoco vamos a sorprendernos, eh?. Que ahora Albus es un político, alguna mentirijilla de vez en cuando tendrá que decir XD.
Lo que está claro es que es imposible que las cosas se queden como están. Tendrá que hacer una limpieza de enemigos, reales o no, en el Ministerio que ríeste tu de Voldemort.
Yo creo que Albus Severus siente, de verdad, que el gobernar es una «responsabilidad». Se lo dijo a su padre, que «gobernará hasta que los magos y brujas británicos estén preparados para gobernarse a sí mismos sin su ayuda».
Para mí, Albus Severus quiere gobernar porque es lo correcto para él, no por politiquería. Albus Severus no gana nada siendo un político. Ya lo tiene todo.
En este sentido, Albus Severus es más como Loki que como Voldemort. Loki creía (y yo también lo creo) que «sería mejor Rey» que Thor y que por eso debía ser Rey. Voldemort creía que por ser «más poderoso» el debería dominar a los demás. Hay una gran diferencia.
Por otro lado, nada habría pasado si no hubieran atacado a Albus Severus de la misma forma en la que nada hubiera pasado si no hubieran atacado a Loki. En ambos casos, el «gobierno» habría sido estable y bien llevado, de hecho, Albus Severus hubiera seguido dando sus clases en Hogwarts convirtiéndose paulatinamente en un hombre como su padre… que vive tranquilo disfrutando de lo que tiene sin mayores «aspiraciones»…
Me pregunto que habría pasado cuando descubriera que hacia allí iba… Ciertamente habría sido un gran shock, con tanto que le echó en cara a Harry que era un conformista…
Bueno, con ese hechizo no derramo sangre. Tan literal nuestro Albus.
Touche. Aunque… no fue por su culpa… 😉
Sí, Fedden se dejó llevar por la oratoria en esa parte 😀
Saludos!
Mis tres frases favoritas de hoy, traducidas a inglés:
ALBUS: «What up? Why did you stopped? It was sooo catchy. Freeee-dom! Freee-dom!»
ALBUS: «I declare the session closed. Mimhe gorm!»
YO: «Merry Christmas to you, Martin, and Happy New Year too!! 🙂 «
Pensé también en «The meeting rose.», que es algo así como «Se levanta la sesión», pero sin sujeto, y no pegaba tanto con el hechizo en galés, creo ^^
Creo que «I declare Parliament dissolved» hubiera sonado aún más badass 😀
Saludos!
Martín, Albus no necesita sonar badass, con su rostro sin un ojo es suficiente 😀
¡Oh Dios! Me encantó este capítulo. Debo admitir que pensé que Albus fingiria su muerte más tiempo haciendo creer a todos que si murió, pero no, al contrario fue tan despiadado… ¡Me encanta!
Me alegra que te gustase.
Saludos! 😀
Me alegra que Martín haya retomado la escritura de este fic. Es muy difícil reiniciar una vez se ha perdido el ritmo, pero creo que su gran talento le ha permitido lograrlo sin tanto esfuerzo.
Durante todo el fic, ha jugado magistralmente con los mecanismos activadores del suspenso, especialmente con la ruptura de la linealidad en la narración. Además, has logrado construir buenos personajes. ¡Me encanta su Albus, tanto, que te he odiado un poco cuando ha anunciado su (aparente) final! Albus no es el malo-malísmo tradicional. Es un tipo complejo, como lo son casi todos los personajes que ha construido. Asimismo, los que ha tomado del canon, han sido desarrollados en forma verosímil. Por ejemplo, como señalaba alguien más arriba: Harry JAMÁS emplearía las mismas tácticas que Albus porque le parecen rastreras y ruines. Es otro de los muchos aciertos que he notado en su larga, aunque muy entretenida narración.
Respecto del capítulo: La crueldad de Albus no es lo novedoso aquí ni tampoco su aparente impulsividad motivada por el hecho de haber sido lastimado: es que eso lo motivó a inventar un hechizo tan letal como Mimhe Gorm. En ocasiones previas, se había apoyado en otros (compañeros, subordinados y aldeanos) y en los dementores. Con este hechizo, cree que ya no depende de otros para hacer frente a las adversidades.
Ya admitió delante de Agamenón que no confía, sino que pondrá a prueba la lealtad, aún entre quienes componen su círculo más íntimo. Lo han traicionado demasiadas veces. Creo que esto, y no otra cosa, será el principio del fin de Albus. Veremos si tengo razón
¡No puedo esperar por la próxima actualización, talentoso Martín!
Muchas gracias por todos tus elogios (inmerecidos)
Saludos!
Me encanta, muchas gracias Martin por este nuevo episodio 🙂
De nada, Andrés.
Saludos!
Después de releer capítulos anteriores, me he fijado en un dato bastante curioso. A la caída de Crouch, el Paramento constaba de 60 miembros, por lo tanto Albus se ha cargado a 2/3 de este. Increible.
Vaya, no me había dado cuenta. Fue un error, ahora lo corregiré. Gracias por el aviso 😀