Fue un alivio para Harry que, a los pocos minutos de haber entrado en la casa, la moneda que utilizaba para comunicarse con su hija Lily le transmitiera el mensaje de que ella, su hermano James, su prima Rose y su madre Ginny —que había llegado al Valle de Godric junto con Arthur y Molly— se encontraban sanos y salvos, en la casa de una bruja del pueblo. Luego de mandarse los primeros mensajes por medio de las monedas, comenzaron a hablarse a través de Patronus.
La vivienda en la que Harry y sus amigos se habían refugiado solo tenía un piso, y albergaba una familia de cuatro personas, según se enteró, pero había más de veinte magos y brujas abarrotados en ella. Una mujer estaba tendida en el sofá, con un rostro tan desfigurado que hacía que las heridas que Fenrir Greyback le había infligido a su cuñado Bill años atrás parecieran el resultado de una riña entre niños en comparación. Casi todos los presentes, que estaban sentados en el suelo o apiñados para mirar por alguna de las dos ventanas de la casa, tenían heridas en el cuerpo. Harry vio a un chico de unos dieciocho años con una mordedura en el cuello. Al notar la mirada de Harry, el joven explicó:
—La vampiresa me clavó los colmillos, pero mi padre logró sacármela de encima con un Incendio.
—¿Y dónde está tu padre ahora? —dijo una chica, aparentemente amiga suya.
—Ella me soltó, pero fue a por él —respondió el muchacho, bajando la mirada—. Corrí.
El Patronus de Lily les dijo los nombres de todos los que estaban guarneciéndose junto con ellos, y varios de los que acompañaban a Harry reconocieron entre ellos a algunos familiares y amigos, y se alegraron al saberlos seguros. Sin embargo, no había manera de saber cuántos habían muerto. Entre las dos casas solo había unas treinta personas.
—Gracias a Merlín que ustedes se quedaron en el pueblo —dijo George Weasley, dirigiéndose a una pareja de magos de mediana edad.
—¿Son los dueños de la casa? —les preguntó Harry.
—Sí —replicó uno de los magos, un hombre rubio cuyo nombre Harry creía que era Nick—. Apenas escuchamos el estruendo afuera, Alan y yo abrimos la puerta y dejamos entrar a todos los que necesitaban refugio.
—Entonces estaremos a salvo —dijo Harry.
—¿Por qué? —preguntó el joven Fred, el hijo de George. Harry lo miró desconcertado, pero recordó que él no había nacido cuando, luego de la derrota de Voldemort, tuvieron que ocuparse del grupo de vampiros que habían venido al país para unirse a su causa. En sus primeros tiempos de Auror, esas criaturas le habían dado muchos más problemas que los ex Mortífagos.
—Los vampiros no pueden entrar en una casa sin invitación —explicó a su sobrino—. Mientras permanezcamos aquí dentro, no podrán hacernos daño.
Harry se abrió paso hasta una de las ventanas y se asomó afuera. Había dos casas en la vereda de enfrente. Una tenía las luces apagadas y parecía desocupada. La otra también estaba a oscuras, pero Harry vio que la cortina de su ventana se movía y por un instante vio el resplandor de un Lumos haciéndole señales. Los ocupantes de la vivienda querían permanecer escondidos.
—Alan —dijo Harry, llamando al único anfitrión cuyo nombre sabía con certeza—, ¿quiénes viven en la casa de enfrente?
—La de la derecha, ¿no? —dijo Alan, un mago de pelo castaño y gafas, que se acercó a la ventana para verificar cuál era la casa en cuestión—. Es lo de Ryan White y su hermana Polly. Son muggles, se marcharon del pueblo cuando usted los hizo evacuar.
—Oh, Merlín… —dijo Harry—. Tenemos que traerlos aquí.
—¡No podemos salir! —dijo una mujer, que había estado limpiando las heridas de la señora del sofá—. Aquí no pueden atacarnos, esperemos a que salga el sol.
—¡Ellos están expuestos! —exclamó Harry—. Si no los ayudamos…
Se oyó el sonido de un vidrio rompiéndose, y muchos se sobresaltaron creyendo que era una de las ventanas de la casa en la que estaban. Pero el ruido venía de más lejos.
Harry volvió a asomarse por la ventana y vio que algo estaba pasando en la casa de enfrente. Una llamarada había prendido fuego un mueble en el interior de la vivienda, y la luz ahora permitía ver las figuras de los magos y los vampiros batallando. Un chorro de sangre empapó de rojo la ventana, bloqueando la visibilidad, pero los gritos se podían escuchar claramente.
La puerta delantera de la casa se abrió y una muchacha se tambaleó afuera. Dio un par de pasos vacilantes para escapar de la vivienda pronta a incendiarse, pero antes que Harry o alguien más atinara a dirigirse a la puerta de la casa de Alan y Nick para ayudarla, una vampiresa la alcanzó.
Era la misma que había asesinado a Minerva. Se trataba de una mujer delgada, unos pocos centímetros más baja que su víctima humana, pero la tomó del cuello y la levantó con facilidad. Harry esperaba que la mordiera; en vez de eso, comenzó a estrangularla, mientras acercaba su rostro a su oído y le susurraba algo. La chica intentaba cada vez más débilmente soltarse de la mano que la iba asfixiando, hasta que al fin sus brazos cayeron a los costados, inertes, y su rostro, iluminado por los faroles de la calle y por las llamas del incendio, se puso púrpura.
La vampiresa soltó el cuerpo y miró hacia la casa de Nick y Alan. Tenía los labios y toda la barbilla empapados de sangre, sus ojos negros y sus colmillos expuestos. La criatura parpadeó, y súbitamente sus ojos cambiaron de color, pasando a ser unos ojos castaños comunes y corrientes, y sus incisivos también se volvieron como los de una humana. La vampiresa parecía una mujer ahora, una chica no mucho mayor que la que acababa de asesinar. Clavó sus ojos en Harry, que miraba todo desde la ventana, y le hizo una reverencia, como si fuera una actriz saludando a su público después de una representación.
Después de aquel gesto burlón, la vampiresa levantó vuelo. Harry sabía que los vampiros solo podían volar cortas distancias, y al cabo de unos segundos escuchó el sonido de sus pies aterrizando sobre el tejado de la casa donde estaban ellos, antes de volver a elevarse.
***
El campamento había sido montado en el terreno del señor Jones, un granjero vecino de una localidad cercana al Valle de Godric, con quien habían utilizado un Confundus para que se fuera de vacaciones a Belice por un mes (con su generosidad habitual, el Hacedor de Reyes le había dado una buena suma de dinero muggle para pagarle el viaje).
Debido a lo pequeña que era la casa de Jones, se habían colocado varias decenas de carpas, y numerosas defensas mágicas alrededor de ellas. Había comida en abundancia, aunque nada de alcohol. Aquella noche, salvo un grupo de Aurores que estaban montando guardia, todos se habían ido a sus camas.
Lo cual no significaba necesariamente que todos estuvieran durmiendo. Lysander Scamander era uno de los insomnes. Louis no le hubiera permitido dormir, aún de haberlo deseado. Tendido boca arriba, con las piernas levantadas y los talones sobre los hombros de su novio, Lys esperaba el momento en que Louis alcanzara el orgasmo. El placer que le daba ver el rostro de su novio mientras acababa era casi tan grande como el que le producía ser penetrado.
Apoyó la mano izquierda sobre las caderas de Louis y hundió sus dedos contra sus nalgas, alentándolo a embestirlo con más fuerza. La respiración de Louis se hizo cada vez más agitada, y unos momentos antes de eyacular, sacó su miembro del culo de Lys y lo apuntó hacia su pecho, cubriéndolo de semen. Lysander había estado masturbándose, y pronto su semilla se unió a la de Louis.
Los chicos se abrazaron, manchándose mutuamente con su semen y su sudor. Lysander esperaba que Louis lo besase, pero el joven Rosier lo miró a los ojos y dijo:
—Te amo tanto. No dejaré que te arrebaten. Mataré a todos y cada uno de los que están en ese pueblo, si hace falta.
—No me perderás —le prometió Lys—. Somos invencibles.
Y en esos momentos, no usaba el plural para referirse al ejército del Hacedor de Reyes, del cual formaban parte, sino solo a ellos dos. Pasara lo que pasara, no serían derrotados.
***
Casi todos los ocupantes de la casa estaban durmiendo, la mayoría en el suelo, un par de afortunados en camas y sofás. Rose Weasley era la única que permanecía despierta. Según el reloj del comedor, eran las tres de la madrugada. Faltaban tres horas para el amanecer.
Draco Malfoy les había dicho que su hijo y Albus habían tenido una grave desavenencia, y que Scorpius ahora estaba recluido en las propiedades de su familia. Rose esperaba de todo corazón que Draco estuviera en lo cierto, porque en esos momentos se hallaba llena de odio hacia el Hacedor de Reyes y todos sus seguidores. Saber que Scorpius ya no era uno de ellos le daba una pequeña medida de consuelo.
“Maldito Albus”, pensó. “Maldito Albus, con tus delirios de grandeza y tu obsesión por superar en todo a su padre. Ojalá hubieras nacido squib… No, aún sin magia, tu mente enferma y tu corazón perverso habrían hecho un infierno este mundo. Ojalá te hubieran asfixiado en la cuna. Ojalá el tío Harry y la tía Ginny nunca te hubieran concebido.”
Una mano tocó su hombro y por un momento pensó que sus pensamientos habían convocado a su abominable primo, pero era solo Lily.
—¿No quieres ir a dormir? —dijo su prima—. No falta tanto para que salga el sol.
—No tengo sueño.
—Necesitarás estar descansada para mañana.
—¿Por qué? —dijo Rose, que comenzó a experimentar una sensación desagradable en el estómago ante las palabras de Lily.
—Porque cuando salga el sol, volverán a atacarnos.
—¿Los vampiros? —preguntó Rose, incrédula.
—No, ellos solo fueron el aperitivo. El plato principal será Albus. Nos atacará cuando los vampiros se retiren.
—¿Cómo sabes eso? ¿Tenemos algún espía en su campamento?
—No. Pero es lo que yo haría —dijo la chica, esbozando una sonrisa carente de humor.
***
—Lady Cecylle —dijo Albus, tomando la mano de la mujer encapuchada. La piel era blanca y fría como el hielo, y mucho más estando a la intemperie, pero el Hacedor de Reyes apoyó sus labios contra ella y le dio un beso sin inmutarse—. Me alegra al fin conocerla.
—El placer es todo mío, señor Potter —dijo Cecylle Leyton, bajando su capucha y exhibiendo su cabello castaño. Estaban en un claro del bosque que formaba parte de las tierras de Jones, lejos de los ojos tanto de los muggles como de los magos del campamento de Albus, pues el Hacedor de Reyes quería que su encuentro fuese absolutamente confidencial.
—¿Cómo ha estado la cacería? —preguntó Albus, mientras los dos se sentaban en el tronco de un árbol caído.
—Muy exitosa —dijo Lady Leyton—. No sabría decirle cuántas presas abatimos, pero les hicimos un gran daño. Hicimos lo que la señorita Rosier nos pidió: matar a todos los que pudimos, tan rápido como pudimos.
—No esperaba menos —dijo Albus—. Dígame, ¿Harry Potter fue una de las presas?
—No —dijo Lady Cecylle—. Logró entrar en una casa que teníamos vedada.
—Bien —dijo Albus—. Así podré matarlo yo mismo. ¿Hubo bajas?
—Perdí a dos hermanos —dijo Cecylle—. Y me temo que no tengo mucho tiempo antes de que amanezca, señor Potter, así que me gustaría repasar las condiciones del acuerdo antes de ir bajo tierra.
—Naturalmente.
—Mi camarilla y yo podremos vivir en Gran Bretaña a partir de ahora, ¿verdad?
—Sí, mientras yo permanezca en el poder. Hay algunas condiciones, sin embargo.
—¿Cuáles? —preguntó Cecylle.
—La primera, ustedes solo podrán alimentarse de muggles. No podrán atacar a ningún mago, ni a ningún pariente de magos.
“La segunda, deberán actuar con toda la discreción posible. No me importa lo que sospechen los muggles, pero en el mundo mágico no debe haber noticia alguna de ataques de vampiros.
—¿Y qué pasa con este ataque, señor Potter? —intervino Cecylle—. ¿Qué les dirá a sus… votantes?
La palabra “votantes” hizo que Albus soltara una risita.
—Cuando todo este feo asunto concluya, milady, la versión oficial será que todos los que se encontraban en el Valle de Godric fueron asesinados o convertidos, pero que las leales fuerzas del Ministerio lograron acabar con este brote de vampirismo y eliminaron a todos los no-muertos. Una terrible tragedia.
—Había que destruir la aldea para salvarla —comentó Cecylle.
—Así es. Los magos y brujas que los vieron esta noche no importan, pues están todos condenados a muerte. Si no murieron esta noche, morirán mañana, pero morirán.
“La tercera, no podrán crear nuevos vampiros, ni invitar a vampiros extranjeros a venir a las islas. Solo ustedes diez… perdón, ahora son ustedes ocho, tienen permiso para vivir en mi jurisdicción. Ni un vampiro más…
—Ni un vampiro menos —añadió Cecylle.
—¿Qué quiere decir?
—Su representante nos prometió salvoconducto para una camarilla de diez vampiros. Tenemos dos miembros menos.
—¿Es tan esencial mantener ese número?
—Lo es —dijo Cecylle—. Los dos vampiros que murieron tenían compañeros del corazón, señor Potter. No puedo decirles que solo pueden quedarse aquí si aceptan permanecer solos el resto de sus eternidades. Ellos se rebelarán, o se irán, y en cualquiera de los dos casos mi camarilla se verá reducida de ocho a seis.
—Entiendo. Bueno, entonces establezcamos una cuarta condición, milady. Los dos vampiros que perdieron a sus respectivas parejas podrán crear cada uno un vampiro nuevo… siempre y cuando la persona que conviertan sea un muggle. Y asegúrense de que esos dos vampiros comprendan y respeten las condiciones del pacto.
—Lo harán —dijo Cecylle—. Y si no lo hacen… entonces volveremos a ser ocho.
La vampiresa se puso de pie, y Albus hizo lo mismo. Su ojo no pudo evitar espiar el cuerpo de la criatura bajo su túnica gris; el joven mago hubiera jurado que Cecylle no llevaba nada debajo, y recordó haber leído que muchos vampiros preferían dormir bajo tierra, completamente desnudos, no solo porque así eran más difíciles de encontrar, sino porque aparentemente el contacto de la tierra contra su piel restauraba sus energías y los dejaba listos para otra cacería.
—Ha sido un placer hacer negocios con usted, milady —dijo el Hacedor de Reyes.
—¿Sabe que en mis tiempos de mortal había un hombre que llevaba su mismo sobrenombre? —dijo Cecylle, mientras le tendía la mano—. El conde de Warwick. Bailé con él en el banquete que se ofreció para celebrar la coronación de Margarita de Anjou. Y años después, cuando ya me había unido a los hijos de la noche, vi su cadáver. Fue vencido y muerto en combate, y exhibieron su cuerpo públicamente en Londres para que nadie creyera que había sobrevivido. El Hacedor de Reyes acabó deshecho por el mismo rey al que había puesto en el trono. Espero que su destino sea más afortunado, señor Potter. Tiene mi gratitud por haberme dejado volver a la tierra verde y placentera de Inglaterra.
***
Debido a la buena calefacción de la tienda y a su propio cansancio, Lysander y Louis no se habían molestado en cubrirse con las sábanas luego de hacer el amor. Cuando el Patronus de Albus se materializó a pocos metros de su cama, los jóvenes se apresuraron instintivamente a taparse.
—Chicos, espero no despertarlos, pero necesito que vengan a mi tienda ahora. Debo comunicarles algo importante.
Dicho esto, el áspid plateado se desvaneció. Lysander miró a Louis, un poco abochornado y un poco tentado de reírse.
—Albus no podía vernos a través de su Patronus, ¿no?
—Por el bien de nuestra amistad, voy a suponer que no —dijo Louis.
Cuando dejaron de reírse, recogieron sus prendas del suelo de la carpa, se vistieron y salieron a la fría noche. Eran casi las cinco de la madrugada. Mientras se aproximaban a la tienda del Hacedor de Reyes, vieron a Ash yendo en la misma dirección.
—¿A ti también te despertó? —preguntó Lysander.
—No podía dormir —confesó Ash, y los chicos notaron que estaba muy pálido y tenía notables ojeras.
En el interior, vieron que ya Livius, Alcyone, Jezzie y Agamenón habían llegado. Valerie, por supuesto, también estaba presente.
Albus tomaba una taza de café mientras miraba unos mapas. Cuando sus tres amigos entraron, les sonrió.
—Bien, ya estamos todos. Tengo importantes noticias. Hace unas horas, tuvo lugar un ataque sorpresa al Valle de Godric. No sé cuántos han muerto, pero recibieron un golpe muy duro.
—¿Quién fue? —preguntó Agamenón Lestrange.
—Eso no tiene importancia —contestó Albus—. Una vez que tomemos el pueblo podremos investigar qué ocurrió exactamente. Lo que sí importa es que sepamos aprovechar la ocasión. A las seis, apenas salga el sol, debemos despertar a los hombres y realizar nuestra ofensiva. Los que hayan sobrevivido estarán heridos, asustados, desmoralizados.
—Pero, Albus —dijo Agamenón—, ¿no ves que esto puede ser una oportunidad de ahorrar sangre? Si ellos ya han sido golpeados, ¿no es el momento de tenderles la mano y ayudarlos a levantarse? Estarán más dispuestos a una rendición incondicional si hacemos la oferta ahora.
Todos los presentes miraron a Lestrange y a Albus, esperando el resultado de aquella objeción.
—Agamenón, eres mi amigo, y te quiero. No quiero que pienses que por lo que voy a decirte ahora no puedes estar en desacuerdo con mis ideas —respondió el Hacedor de Reyes con calma, sin levantar la voz—. Si algún plan mío te parece erróneo, siéntete libre de plantearme tus dudas y yo estaré abierto a escucharlas, y si hace falta, a cambiar de plan. Y tú, espero, estarás abierto a que yo te convenza de que mi posición es la correcta. No debes temer discutir conmigo sobre ningún tema… excepto este. Si vuelves a proponerme que acuerde la paz con esos perros del Valle de Godric, el precio que pagarás será tu cabeza. Y no estoy siendo metafórico. Te cortaré tu puta cabeza.
“Este es el camino que he elegido. Para los que no estén de acuerdo con él y se hallen en esta tienda… no, en este campamento, para ellos es demasiado tarde para echarse atrás.
—¿De veras vas a hacer esto? —dijo Agamenón, que ahora estaba más pálido aún que Ash. Albus se sirvió una segunda taza de café negro y humeante.
—Sí. La táctica es simple: entramos al pueblo y matamos a todo lo que se mueve —dijo, mientras mojaba su tostada.
La noche llegaba a su fin.
¡Vampiros! Fue lo último en lo que pensé. Por un momento imaginé que inventarias algun tipo de criatura, pero ¡Dios! eso fue inesperado (para mi) Excelente.
Muchas gracias, me alegra que te hayan gustado 🙂
¡Excelente capítulo! En parte pensé que se trataría de vampiros pero por otra parte dudé si no era una nueva especie. A esperar el siguiente que supongo tendrá toda la acción jaja.
Gracias, Agus, espero no defraudarte 😀
martín, cada vez veo mas cercano, el final y lo único que me hace despreocuparme de que esta historia llegue a su fin, es que voy a terminar de leer una gran historia
Espero poder darle un gran final 🙂
Saludos!
Muy buen capitulo Martin se ve que no has perdido el toque, vampiros que idea mas genial, espero que este fic tenga un buen final para albus porque según tus pistas que dejas por aquí y por allá parece que no va a ser asi.
Muy buen capitulo, espero que actualices pronto.
Ya te enterarás cómo acaba Albus, espero que pronto 😀
Yo ya sabia que eran vampiros, era tan obio!! … me quede en duda lo que le dijo a la vampiresa a albus de lo que paso al hombre que igual se llamaba Hacedor de Reyes… Albus Morira! Siento que ya llegará la hora de acabar el fic..!!! Jaja!!
Hay un detalle en esa historia que podría ser tomado como un indicio de cómo será final de Albus, pero no es necesariamente que el conde de Warwick hay sido derrotado y muerto.
Esta bueno el capitulo como siempre corto pero sustancioso, espero siga publicando seguido y no Nos hagas esperar otro año por el resto.
Gracias por publicar
Tengo la intención de concluirlo pronto 🙂
¿Y como pretenderá Albus matar a docenas, cuanto menos, de magos, sin la colaboración de otros magos?. Porque por mucho que los aurores ahora le obedezcan, no me los imagino exterminando hasta el último de los habitantes del pueblo solo porque lo diga su jefe.
¿Volverá a contratar mercenarios?, ¿usará otras criaturas como dementores o algo por el estilo?.
pd: me alegro de tu vuelta XD
Gracias por el aporte 🙂
¡Excelente capítulo! Se acerca el final, pero no tengo nadita de ganas de que termine… Me intriga las consecuencias que implique para El Hacedor de Reyes el hecho de no mostrar misericordia… Una cosa es manejar a los amigos cercanos y leales que tiene, otra muy distinta lograr que toda la comunidad mágica acepte sus razones… Quiero saber más!…
Yo diría que el HdR apuesta a que los vampiros, la supuesta responsabilidad de Harry en el Sábado Azul y su «locura» creen una confusión que impida que nadie sepa la verdad sobre la masacre en el Valle de Godric.
Te juro que por un momento pensé que los dos “nuevos” vampiros serían Lys y Louis convirtiéndose así sus últimas palabras en una “profecía”… 😀
Sé que ha pasado por muchísimas cosas últimamente y ciertamente, no estaba haciendo las cosas del todo mal, pero ahorita sí creo que Albus perdió la chaveta. Ya no le importa nada ni nadie como antes sí lo hacía… se preocupaba por “su gente”… Eso, más que cualquier cosa, me hace pensar en su final pero, curiosamente, creo que su final podría no ser la muerte… Más ahora con la aparición de los Hijos de la Noche y el cómo se transformó la vampira ante los ojos de Harry en una mujer “normal”…
Y las palabras de Rose llevando el “destino” de Albus tan, tan atrás… hasta al momento de su “concepción”… (“Ojalá hubieras nacido squib”… “Ojalá no hubieras sido concebido”)… Hmmmm…. justo cuando Harry y Ginny están en el mismo pueblo…
¿Podría tratarse de una GIGANTEZCA vuelta de hoja, literalmente hablando?… ¿Y SI EXISTE UN GIRATIEMPO?. Ya una vez le quitaron sus poderes a Albus… Hecho por Harry para proteger a su hijo, sería casi imposible que se pudiera revertir… Harry es lo suficientemente poderoso para convertir a Albus en “El Hombre con la máscara de Hierro”… y cuidarlo “eternamente” para que nunca más vuelva a hacer daño…
¡Ya me embolaté!. 😀
¡¡¡MASSSSS!!!. ¡¡¡MASSSSS!!!.
Louis y Lysander no se ajustarían a lo que buscaba Cecylle, pues están enamorados el uno del otro. Ella necesita dos nuevos vampiros que no tengan pareja y que se junten con los dos vampiros que quedaron «viudos» en la batalla.
Es una buena deducción, lo del giratiempos, pero creo que alguna vez dije que en esta historia no habrá viajes en el tiempo. Como dice Petyr Baelish: «el pasado es el pasado. El futuro es lo único de lo que vale la pena hablar» 😀
Por eso dije por un momento… 😀
Ya me imaginaba… pero soñar no cuesta nada 😉
Buen capítulo, te diría que uno de mis favoritos.
Muchas gracias 😀
Pues para salirme de la tónica general, yo pensaba desde el principio que el ataque era de zombies, no vampiros xDD De hecho pensaba exactamente en inferi.
Los Inferi son vulnerables al fuego, pero no los destruye, solo los ahuyenta. Además, creo que Cecylle (fue ella quien mató a Minerva en el capítulo anterior) mostró bastante personalidad, cosa de la que los Inferi carecen.
Saludos!
De hecho me parecía bastante simbólico. Es lo que hacía Voldemort en su mejor época (antes de su primera muerte). Y así era como consiguió con apenas 40 magos dominar a todo el reino unido mágico.
Excelente capítulo Martin. Siento que se acerca el final, y lo espero y odio con ansias. ¡Que pases un buen día!
Yo también aspiro a escribir el final, lo más pronto posible 🙂
Saludos
Me encanta que uses leyendas sobre vampiros tradicionales (como el no poder entrar a las casas o dormir bajo tierra) Y el tipo de personalidad pedante que le das a la vampiresa es sin duda el que me gusta ver en un ser inmortal y despiadado «Clavó sus ojos en Harry, que miraba todo desde la ventana, y le hizo una reverencia, como si fuera una actriz saludando a su público después de una representación.»
Tengo la sospecha de que la lealtad de Agamenon puede estar llegando a su fin, no se cuanto puede durar el «Él es leal a la causa, no a mi». Siempre ha sido (del Ka-Tet) el que mas le ha costado confiar en las decisiones de Albus, y con amenazas como esas no puedo evitar pensar que en algún momento (cercano) lo va a abandonar como Scor.
Excelente capitulo, ya los extrañaba! Saludos, Mich
Sucede que no me gustan las representaciones de vampiros al estilo Crepúsculo. Los vampiros son monstruos. Hay que pensar en Salem’s Lot de Stephen King o en 30 días de noche.
Saludos!
Adoro como escribes. Recuerda que Albus tiene un solo ojo cuando mira a Lady Cecille a través de la túnica.
De verdad me encantó la historia de donde viene Lady Cecille. el.hecho de que la ubicaras dentro de la.historia antigua de Inglaterra es genial.
Me estoy poniendo al.día con los capítulos.
un abrazo desde Paraguay.
Gracias por la corrección 🙂
Saludos!