Memorias de Livius Black XXV

Hace mucho tiempo que no he continuado con mi historia. No por pereza, pues no tengo aquí casi nada más con qué entretenerme. No porque no esté seguro con qué palabras relatar lo que debo relatar en las próximas páginas, pues no tengo dudas acerca de cómo narrar lo que pasó. Creo que no quiero escribir estos capítulos por miedo.

No me asusta que pueda sufrir represalias de las personas que participaron de los hechos; estoy fuera del alcance de cualquier enemigo, y además no tengo intención de publicar estas Memorias o de permitir que nadie más las lea. Lo que me asusta es lo mismo que, en otras partes de la historia, me regocijaba: que al escribir sobre la batalla del Valle de Godric y los acontecimientos posteriores, volveré a sentir todo lo que sentí entonces. Nuevamente mancharé mis manos de sangre. Nuevamente veré morir a seres queridos. Y quizá, esta vez, yo no salga vivo del combate. Quizá yo termine siendo uno de los muertos. O quizá yo fui uno de los muertos, y recién ahora me estoy dando cuenta.

***

La traición de Agamenón Lestrange tenía una extraña lógica. Él siempre había sido el más moral de todos. En aquel entonces me sentí tan indignado con él como todos los demás miembros del Ka-Tet, y de no haber sido porque sabía que el Hacedor de Reyes deseaba castigarlo personalmente, habría deseado matarlo yo mismo. Pero hoy creo que comprendo mejor lo que debió haber sentido. Por un lado, tenía la lealtad hacia sus amigos; por el otro, tenía la posibilidad de salvar cientos de vidas. Él sabía que si Albus moría, nuestro ejército quedaría sin líder y la causa se desmoronaría; matar a Albus justo antes de la batalla garantizaría que no hubiera batalla. Y por muy truculento que fuese el método con que planeaba asesinarlo —hacerle beber ácido—, quiero creer que, como teorizó Jezebel, planeaba poner fin a su sufrimiento al poco tiempo con una Maldición Asesina.

Pero, si hay dioses, no era su voluntad. La batalla era inevitable. Debido a la deserción de Agamenón, Albus había cambiado su plan de ataque. Sus tropas entrarían en una única columna al Valle de Godric, no a través de ninguna de las calles principales, sino del cementerio.

Alcyone y yo nos juntamos en nuestra tienda con Ash, Lysander y Louis. Nuestro estado de ánimo era fluctuante. Estábamos conmocionados por la traición de Lestrange, y también cargados de adrenalina por la inminente batalla.

—¿Esta es una reunión para planear otro intento de asesinato a Albus? —preguntó Louis al entrar— ¿O solo vamos a beber?

—Beberemos —dijo Alcyone, quien ya estaba llenando algunos vasos de whisky de fuego—, pero no mucho.

Al ver que Alcyone se incluía en la segunda persona del plural, le lancé una mirada de sorpresa. Ella no la pasó por alto.

—Pese a lo que dicen las películas, señor Black, un trago no matará a los bebés. Y nunca he necesitado un trago más que ahora —dijo, mientras se llevaba su vaso a los labios. Decidí dejarlo correr.

—¿Con quién creen que terminarán peleando? —preguntó Ash.

—Por suerte mi hermano Lorcan se fue a Brasil con mis padres —dijo Lysander—. No sé qué harían ellos, pero si Lorcan estuviera en el país, creo que habría ido al Valle de Godric.

—Intentaré mantenerme alejado de los Weasley —dijo Louis—. Supongo que se lo debo a Hugo.

—Y a tu tocayo —añadió Ash.

—¿Victoire está allí? —preguntó Alcyone.

—No lo sé —dijo Lysander—. Creo que su embarazo estaba aún más avanzado que el tuyo. Si no ha dado ya a luz, debe estar a pocos días. Probablemente Teddy Lupin esté allá.

—Me pregunto si no optará por cambiar su apariencia para que no podamos reconocerlo —dijo Ash—. Ese pelo azul que lleva casi todos los días es muy notorio.

Fue entonces que intervine en la conversación. Le pasé mi nota a Alcyone, y ella la leyó en voz alta para los demás.

Si aprendió algo de lo que le pasó a su madre, probablemente lo haga.

—¿Por qué dices eso? —preguntó Louis. En respuesta, escribí:

Bellatrix Lestrange quería matar a la madre de Teddy por haberse casado con su padre, un hombre lobo. Probablemente Nymphadora Tonks supiera eso, y sin embargo eligió ir a la batalla de Hogwarts con su apariencia real, en vez de usar sus poderes de Metamorfomaga para convertirse en una bruja anónima. Eso permitió a Bellatrix reconocerla y asesinarla, y dejó a Teddy huérfano.

—Bueno, nadie aquí quiere asesinar a Teddy Lupin. Al menos no específicamente. Yo lo mataré si es necesario, pero no iré a buscarlo —opinó Louis.

—Yo intentaré ir contra Draco Malfoy —dijo Ash. Los demás lo miramos atónitos.

—¡Es demasiado poderoso para ti! —dijo Alcyone— Ash, ¿estás loco?

—No digo que planee batirme a duelo con Malfoy —dijo Ash—. No soy un Gryffindor. No, lo que procuraré hacer es mantenerlo vigilado durante la pelea. A él, y a la perra de la hermana de Al. Harry Potter puede ser el mago más poderoso del bando opuesto, pero ellos dos son el verdadero peligro. Planeo cubrirle las espaldas a Albus por si Malfoy o Lily intentan hacer algo.

—¿De veras creen que Albus planee exterminar a todos los que están en el pueblo? —preguntó Lysander.

Nuevamente intervine con una de mis notas.

Creo que quiere matar a su padre, y ahora también a Agamenón. El resto son solo daño colateral. Si Harry Potter muere, la batalla terminará. Los magos que peleaban por él huirán o se rendirán. En ese contexto, dudo que el Hacedor de Reyes planee masacrarlos. Los mandará a Azkaban o los obligará a exiliarse. Pero hasta que el señor Potter esté muerto, todo puede pasar.

Luego de que Alcyone leyó mi nota, los demás guardaron silencio. Al fin, Ash alzó su copa:

—Brindo porque todos veamos el final de la guerra.

***

Antes de salir rumbo al Valle de Godric, Albus decidió pronunciar una breve arenga. Nos reunimos todos en el centro del campamento, cerca de donde estaban las cenizas de su tienda de campaña. El Hacedor de Reyes no se subió a ninguna tarima, sino que optó por mantenerse a la misma altura de sus hombres para dirigirse a ellos. Usó un Sonorus para que todos pudiéramos oírlo, pero no tuvo que emplearlo en su máxima potencia, pues durante sus palabras no se escuchó ni el zumbido de una mosca.

—Todos saben por qué estamos aquí. Nuestra misión es aprehender a Harry James Potter, condenado por la matanza del Sábado Azul. Potter ha logrado reclutar a un considerable número de seguidores y ha tomado por la fuerza el pueblo del Valle de Godric, en abierto desafío a la autoridad del Ministerio de la Magia.

“¡Pero Potter no se conformará con una sola aldea! Quiere apoderarse del gobierno de nuestro país, y lo hará por todos los medios, como demostró con su atroz masacre de los miembros de nuestro Parlamento Mágico. Si no queremos un segundo Sábado Azul, debemos atacarlo con todas nuestras fuerzas antes que él organice un nuevo ataque contra nuestra comunidad. ¡Debemos golpear primero, y golpear duro!

“Muchos magos y brujas se han aglomerado en el pueblo para dar su ayuda a Potter. Algunos quizá sigan creyendo que él es un héroe, el Elegido, el Chico Que Vivió. Otros probablemente sean oportunistas que ven en él a un nuevo Señor de las Tinieblas de quien pueden obtener prebendas y favores en el futuro. ¡Sean cuales sean sus motivos, todos ellos se han vuelto cómplices de sus crímenes! Y por eso, ustedes cuentan con la autorización de nuestro Ministerio para utilizar Maldiciones Imperdonables durante la batalla, si lo consideran necesario. Utilicen su propio criterio, pero sepan que los del bando opuesto no vacilarán en atacarnos con Imperdonables, y que cualquier escrúpulo de su parte puede terminar costándoles caro.

“Nuestra causa es justa. Harry Potter debe responder por lo que hizo el Sábado Azul. Intenten tomarlo prisionero, si llegan a encontrarse frente a él, pero les advierto que Potter no dejará que lo atrapen con vida. Cuando Potter caiga, la batalla habrá terminado, y habremos obtenido la victoria.

No hubo aplausos ni vítores, pero Albus no parecía esperarlos. Comenzó a dar instrucciones y los magos y brujas comenzaron a dirigirse rumbo al cementerio.

Había llegado el momento de marcharme. Alcyone tomó mi mano, y la apoyó sobre su vientre. Podía sentir las patadas de uno de los bebés.

—Pelea por Amalthea. Pelea por Cepheus. Pelea por mí —dijo ella, antes de darme un beso intenso, posesivo—. No me dejes sola en este mundo.

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