—¿“Negociar”? —dijo Harry—. Parece que estás confundido. Para poder negociar tienes que tener algo que ofrecer a cambio. Y lo has perdido todo. La rendición debe ser incondicional.
—No lo he perdido todo —replicó el Hacedor de Reyes—. Sigo con vida. Conservo mis poderes. Y la gente me sigue teniendo miedo. Solo porque yo no sea capaz de matarte no significa que no pueda hacerte la vida imposible, y tú lo sabes.
—No tienes aliados. Tus amigos están todos en Azkaban, y los que te siguieron a la guerra están arrepentidos. Tu derrota ha sido completa.
Albus se encogió de hombros.
—Tal vez tengas razón. Pero, ¿estás tan seguro de tener razón como para rehusarte a llegar a un acuerdo conmigo? ¿Te sientes tan a salvo como para dejar que yo vuelva a desafiarte? No olvides que yo ya he derribado a dos ministros de la Magia, padre.
Harry apretó los labios.
—Está bien. Supongamos que acepto que me impongas condiciones. ¿Cuáles serían?
—Solo una. La libertad de mis amigos.
—Imposible —dijo Harry de inmediato—. Ellos ya te salvaron una vez de Azkaban. Harán todo lo posible por rescatarte de nuevo, por más precauciones que tomemos. No soy tan estúpido como para soltarlos. Ellos se pudrirán en la cárcel, igual que tú.
—Sin mí, ellos no son más que un grupo de jóvenes rotos —argumentó el Hacedor de Reyes—. Permíteles marcharse del país y no te causarán problemas. Te doy mi palabra.
—La palabra del asesino de su propia sangre no vale nada —dijo Harry—. No voy a liberarlos, Albus.
El Hacedor de Reyes respiró hondo y volvió a clavar la vista en el retrato de Ricardo III.
—Está bien —dijo, luego de unos momentos de silencio—. Libera a Valerie. Mi libertad a cambio de la de ella.
Harry meditó sobre la propuesta por unos instantes.
—De acuerdo. Esa chica es la mayor responsable de todo lo que ocurrió, mucho más que cualquier otra de tu grupo, pero lo haré. Destruiremos su varita y jamás podrá volver a Gran Bretaña, pero estará libre.
Albus asintió, para luego añadir:
—¿Cómo está el bebé?
—El Sanador que la atiende asegura que el embarazo avanza con normalidad —dijo Harry—. Calculan que lo tendrá dentro de siete u ocho meses. La hemos cuidado bien… al menos lo mejor posible, dentro de las circunstancias. Planeaba ponerla bajo arresto domiciliario en la casa de los Rosier en Londres durante los últimos meses del embarazo, y hasta que terminara el período de lactancia.
—¿Y luego? ¿Qué ibas a hacer con tu nieto cuando mandaras a su madre de vuelta a Azkaban?
—Habría dejado que lo criaran los padres de Valerie. Pero si ella va a estar libre…
—¿Y cómo planeas mantenerlo a salvo?
—¿Cómo?
—¿De qué manera planeas proteger a tu nieto? —dijo el Hacedor de Reyes.
—No te entiendo…
—Oh, padre, ¿acaso eres imbécil? ¿Crees que el hijo de Albus Potter y Valerie Rosier va a estar a salvo alguna vez? ¿Piensas que a ninguno de mis enemigos, a los parientes de todas las personas a las que maté o aquellos a quienes agravié, o simplemente a las personas que temen que una criatura que lleve mi sangre será el próximo mago oscuro, se les ocurrirá la idea de eliminarlo? Mi hijo correrá peligro desde su primer aliento.
—Lo mantendremos a salvo —aseguró Harry—. Crecerá en Francia…
—Cualquier mago o bruja puede atravesar el Canal de la Mancha. Puedes enviar a mi hijo a una cueva en Afganistán y habrá gente que vaya allí a buscarlo. Si lleva mi nombre, mis enemigos lo seguirán adonde vaya.
—Es mi nieto. Es el nieto de Harry Potter.
—Es el hijo del Hacedor de Reyes en primer lugar —dijo Albus—, y tu nieto en segundo lugar. Solo hay una forma de mantenerlo realmente a salvo, padre. Solo una.
—¿Cuál?
—Que tú seas su padre.
—¿Quieres que viva en mi casa? ¿Qué Hermione y yo lo criemos? —dijo Harry. Sentía como si el piso se hubiera abierto a sus pies. La idea de tener en el número doce de Grimmauld Place a otro niño Potter, de verlo crecer, de educarlo… No sabía qué sentir.
—Necesito que seas su padre —dijo Albus—. Necesito que lo hagas pasar por tu hijo, no por tu nieto.
—¿Mi hijo…? Pero yo…
—Eres lo bastante joven como para volver a ser padre, y ya todos saben que Hermione y tú están juntos. No sorprenderían a nadie si tuvieran un hijo propio. ¿Cuántas personas saben que Valerie está embarazada?
—Solo unos pocos… El Sanador, el director de Azkaban, Hermione… Pero, Albus, lo que me estás pidiendo es imposible. El niño es mi nieto, y yo quiero formar parte de su vida, pero él tiene una madre y un padre. Tiene dos progenitores vivos.
—Tiene dos asesinos, dos criminales de guerra, dos tiranos derrocados. Mi hijo crecerá con esa mancha a los ojos del mundo. ¿Qué crees que habría ocurrido si Tom Ryddle y Bellatrix Lestrange hubiesen tenido un hijo? Aún si nadie intentaba asesinarlo, desde el primer momento hubiera estado bajo sospecha de ser un futuro Señor de las Tinieblas.
—Albus, esto es una locura. ¡Estás intentando decidir el futuro de un niño que ni siquiera nació! ¿Y qué hay de Valerie? ¡Ella es su madre! ¿Piensas que ella permitirá que otras personas lo críen?
—No estoy diciendo que debamos actuar en contra de su voluntad —dijo Albus—. Ella es su madre, es cierto, y tiene absoluto derecho a criar a mi hijo si es lo que quiere. Si Valerie se rehúsa a acceder al plan, por supuesto, mi hijo debe ser criado por ella.
—¿Y por qué no hacer algo como lo que propones, pero con los padres de Valerie? ¿Por qué no podrían ellos hacer pasar al niño por su hijo? Valerie podría irse a vivir con ellos en Francia y el niño crecería junto a ella. Debería fingir que es su hermano menor en vez de su hijo, pero…
—No funcionaría —dijo Albus—. Cualquier persona que les prestase un poco de atención se daría cuenta de que Valerie es su madre, por la forma de comportarse con él. Sobre todo si el niño fuese parecido a mí. ¿Qué pasaría si termina teniendo ojos verdes? La gente sumaría dos y dos en un santiamén. En cambio, si un hijo tuyo se parece a mí, a nadie le resultaría extraño. Además, Hermione y tú serán mucho más capaces de protegerlo que los Rosier.
—Me niego a hacer esto sin consultar a Valerie Rosier —dijo Harry—. No me importa lo que haya hecho, ella tiene derecho a tomar la decisión final.
—Por supuesto. Habrá mucho tiempo para plantearle la idea. Y como dije, si ella se niega, entonces eso es todo, el niño debe crecer con su madre. Pero quiero que intentes persuadirla de que esto es lo mejor para su futuro.
—Entonces, ¿esas son tus condiciones? ¿Quieres que saque a Valerie de Azkaban y que, si ella da su consentimiento, haga pasar al bebé como mi hijo?
—Sí. Haz eso, y me entregaré. Aceptaré cualquier condena que me imponga el Wizengamot. Lo único que pido a cambio es libertad para la mujer que amo y seguridad para mi hijo. Dame eso, y me tendrás.
†††
El sol del atardecer entraba por la ventana del despacho de Hermione. Por supuesto, no era el verdadero sol, pues todas las oficinas del Ministerio de la Magia eran subterráneas, pero un hechizo permitía mostrar una vista panorámica de Londres en la pared, como si se tratase de una ventana real. En esos momentos, la luz estaba pasando del dorado al rojizo, e iluminaba los rostros de Hermione y de Valerie.
—No puedo creer que me pidan esto —dijo la joven bruja.
—Sé que es difícil —replicó Hermione—, pero Albus cree que es lo correcto.
La confirmación de que Albus estaba vivo había animado un poco a Valerie, que había permanecido sumida en la melancolía desde la batalla del Valle de Godric. Sin embargo, el enterarse que él quería forzarla a dar a su hijo en adopción era más de lo que podía soportar.
—¡Pues dile a Albus que se vaya a la mierda! —rugió Valerie; si no hubiese estado encadenada a la silla, la joven bruja se habría puesto de pie—. ¡Si él es tan cobarde como para entregarse y permanecer encerrado en Azkaban mientras su hijo y yo nos arreglamos solos ahí afuera, allá él! ¡Pero yo me quedaré con mi hijo! ¡Soy su madre, y si alguien intenta tocarle un pelo lo despedazaré con mis propios dientes!
—Te comprendo —dijo Hermione—. Puede que seamos enemigas, pero yo también soy madre, y si me hubiesen pedido que abandonara a Rose o a Hugo cuando estaba a punto de dar a luz mi reacción hubiera sido exactamente la misma.
—Entonces, ¿por qué vienes tú a pedirme que acepte?
—Porque yo también creí que podría proteger a mis hijos. Y no pude. Hugo era mi niño, mi único varón, y lo asesinaron. Le doy gracias a todos los dioses habidos y por haber, todos los días, porque Rose esté sana y salva y ahora sea más que capaz de cuidarse a sí misma, pero cuando Hugo murió, una parte de mí murió con él y jamás la recuperaré. Y sé que por muchos horrores que hayas realizado, ni tú ni ninguna madre merece sentirse como yo me siento.
—Y si no pudiste proteger a tu hijo, ¿cómo vas a proteger al mío? ¡No es sangre de tu sangre! No tienes ningún lazo con él.
—Tampoco lo tengo con James y con Lily, y te aseguro que daría la vida por ellos, si hiciera falta. No son mis hijos, pero los vi crecer, los cuidé, los vi jugar junto a los míos y ayudé a criarlos. La sangre es importante, pero el amor es igual de importante. Si aceptas la propuesta de Albus, te prometo que amaré a tu hijo como si fuera mío. Lo juro por mi magia.
Valerie guardó silencio por unos instantes, pues reconocía la solemnidad del juramento, pero no se dio por vencida.
—Supongamos que te creo. Pero aún así, no renunciaré a mi hijo. Yo soy perfectamente capaz de protegerlo. Mis padres tienen dinero, lo suficiente como para relocalizarnos en cualquier país remoto y cambiar de identidades. Y si alguien llegase a encontrarnos, lo mataré antes de que pueda dañar a mi hijo.
—No lo dudo —dijo Hermione—. Estoy segura de que si atacan a tu hijo frente a ti los harás trizas. Y si Servilia Crouch hubiese intentado matar a Hugo delante de mi, yo la habría desollado. Pero yo no estuve ahí cuando pasó. Hugo estaba en Hogwarts, en un lugar que tras la muerte de Ryddle volvimos a pensar que era el más seguro de Gran Bretaña, y sin embargo lo asesinaron. Tú estuviste ahí. Crouch lo mató solo porque estuvo en el lugar equivocado y en el momento equivocado. Lo mató porque quería atribuirles a ustedes un asesinato atroz y él era la víctima perfecta.
“Tu hijo tendrá, desde que nazca, muchísimas más personas que querrán verlo muerto que las que tenía Hugo. Personas lo bastante persistentes como para encontrarlo en cualquier lugar del mundo donde se halle y lo bastante pacientes como para esperar al momento perfecto para golpear. Cuando ni tus padres ni tú estén ahí para protegerlo. Quizá solo lo asesinen en el acto, si tiene suerte. O quizá se lo lleven y le hagan cosas peores…
—¡Basta! —dijo Valerie, y se hubiese tapado los oídos si las cadenas hubiesen sido lo bastante largas. Sus ojos comenzaron a humedecerse.
—Valerie, quiero que me mires a los ojos y me digas esto, con toda sinceridad: ¿crees que podrás proteger a tu hijo si todos saben que es tu hijo? ¿Crees que el hijo de Valerie Rosier y el Hacedor de Reyes estará alguna vez seguro? ¿Estás absolutamente segura de eso? Piénsalo.
Valerie rompió en llanto, pero Hermione reaccionó con tacto y diligencia. Al escuchar el primer sollozo, le dio la espalda y se alejó unos pasos. Se puso a mirar por la ventana mientras escuchaba a la joven bruja llorar. No la podía ver, pero estaba segura de que, mientras sollozaba, sus manos acariciaban su vientre en un fútil gesto de protección.
“He hecho muchas cosas crueles en los últimos años”, pensó, “pero esta es la peor.”
A espaldas de Hermione se hizo silencio, pero la bruja se mantuvo inmóvil. Quería darle a Valerie tiempo para recuperar la compostura y comunicarle su decisión final. Hermione ya intuía cuál sería, pero decidió añadir un último argumento.
—Si me dieran la opción —dijo, sin darse vuelta— de volver atrás en el tiempo y dar en adopción a Hugo, sin poder jamás volver a verlo, pero sabiendo que estará a salvo y que las personas que se ocuparán de él lo criarán con amor, aceptaría sin pensarlo. Preferiría renunciar a mi hijo para siempre pero saber que está vivo, a tenerlo conmigo, criarlo, amarlo, y finalmente perderlo. Sé que no te puedo ofrecer una garantía absoluta de que tu hijo estará a salvo en manos de Harry y yo. Pero puedo asegurarte que estará más a salvo con nosotros que contigo.
Hermione no dijo nada más. El silencio se hizo denso, pero estaba decidida a no añadir nada más.
La voz de Valerie fue muy baja, aunque firme.
—Lo haré. Te entregaré a mi hijo, Hermione Granger. Y que los dioses se apiaden de ti si le pasa algo.
†††
De modo que finalmente llegó el día de la rendición formal. Albus se despertó temprano, en la casita de Pimlico que estaba alquilando con el dinero que le quedaba de la Piedra Filosofal, y se preparó un desayuno generoso. Sabiendo que disponía de varias horas antes de su cita en el Ministerio de la Magia, caminó por las calles del barrio y se dirigió a la orilla del Támesis. Siguiendo el curso del río, llegó a los Jardines de la Torre Victoria y se detuvo un momento en la Fuente Conmemorativa Buxton, erigida frente al Parlamento para celebrar la abolición de la esclavitud. Pese a que ya era casi mediodía, había muy poca gente en los jardines, por lo que se introdujo bajo los arcos de la fuente y se Desapareció sin temor a ser visto por los muggles.
Se Apareció frente a la cabina telefónica roja que servía como entrada para los visitantes. Marcó el número 62442 y escuchó la voz de la operadora preguntándole el motivo de su visita.
A diferencia de la vez anterior, cuando fue a derrocar a Servilia Crouch años atrás, Albus no tuvo necesidad de utilizar un Confundus. Sabía que lo estaban esperando.
—Soy Albus Severus Potter y he venido a entregarme al ministro de la Magia.
La credencial que le entregó la máquina decía:
Albus Potter.
Arresto.
La cabina descendió como un ascensor hasta el octavo piso del Ministerio. Pero mientras que en aquella célebre ocasión en que Albus entró para batirse a duelo con Crouch el Atrio había estado prácticamente desierto, ahora se encontraba repleto de magos y brujas.
Había un cordón de Aurores que separaban a la muchedumbre de funcionarios del Ministerio, dignatarios extranjeros y empleados de bajo rango del Hacedor de Reyes. Albus sintió cómo todas las miradas se clavaban en él. Estaban todos inmóviles y nadie pronunciaba palabra, de modo que sus pasos retumbaron sobre el suelo de mármol como los de un gigante. La única persona ubicada fuera del cordón de Aurores era su padre, vestido con una túnica nueva y con un aspecto imponente.
“Hermione te viste bien, papá”, pensó Albus, pero mantuvo una expresión tan solemne como la de su progenitor mientras caminaba hacia él.
Cuando estuvo al fin a unos pocos pasos de Harry, Albus sacó su varita del bolsillo y la depositó en el suelo. Harry utilizó un Accio no verbal para atraerla hacia sus manos y le hizo un gesto con la barbilla para que se pusiera de rodillas. Albus, obediente, se arrodilló y puso sus manos en la nuca. Harry le apuntó con su varita y utilizó varios encantamientos, para tratar de detectar si llevaba una segunda varita escondida, o algún veneno, polvo o artefacto mágico que pudiera usar como arma. También buscó rastros de Poción Multijugos o cualquier otra manera de que otra persona se estuviera haciendo pasar por él. Tardó más de cinco minutos en examinar a su hijo. Finalmente se acercó a él, y más como un gesto simbólico que como una precaución real, lo palpó con sus propias manos. Albus había ido con un jean y una camiseta relativamente ajustados, de modo que no había muchos bolsillos donde pudiera esconder objetos. Lo único que encontró fueron las llaves de la casa de Pimlico y algunos billetes muggles.
Harry le hizo poner las manos a sus espaldas y materializó unos grilletes. También le puso grilletes en los tobillos, aunque la cadena era lo bastante larga como para permitirle caminar con cierta soltura. Y luego lo tomó del brazo y lo condujo hacia las entrañas del Ministerio.
†††
Albus había imaginado que Harry lo llevaría a una de las celdas para encausados que había en la sede, pero en vez de ello descendieron hasta el décimo piso y entraron a uno de los salones en los que se celebraban los juicios, que se hallaba totalmente desierto.
—En unos minutos —dijo Harry—, serás juzgado aquí mismo por los miembros del Wizengamot.
—Bien —dijo Albus—. Y supongo que en estos momentos Valerie estará siendo liberada.
—Aún no —dijo Harry, y Albus se puso tenso.
—Me diste tu palabra… —empezó, pero su padre lo interrumpió.
—Y no voy a romperla. Valerie Rosier será indultada y la sacaremos del país en secreto. Ya he entrado en contacto con sus padres y tenemos todo listo para que ella pase los últimos meses del embarazo en Lyon; tendrá un escuadrón de Aurores para protegerla, pero mantendrá un perfil bajo. Cuando de a luz al niño, lo traeremos a Gran Bretaña y ella quedará completamente en libertad.
—¿Y cuál es la demora, entonces? Yo ya me entregué, como habíamos acordado —dijo Albus.
Harry lo miró de frente.
—Te entregaste… pero no estoy seguro de que te hayas rendido.
—¿Y cómo puedo darte esa seguridad? —dijo Al. Tras una pausa, su padre respondió.
—Quiero que prestes el Juramento Inquebrantable.
Albus cerró su ojo y respiró hondo.
—Dime, ¿fue mi dulce hermana la que tuvo esa idea?
—Sí —admitió Harry—. Y es ella la que me sugirió los términos del Juramento. De hecho, los pusimos por escrito.
Sacó de su bolsillo un papelito y lo sostuvo delante del rostro de Albus, para que pudiera leerlo detenidamente.
—Vaya, esto sí que es concienzudo —dijo el joven unos segundos más tarde—. Se ve la mano de Lily. Será una gran abogada.
—Esa es mi última condición.
—¿Estás alterando el trato?
—Sí.
—“Ruego que no lo alteres más” —dijo Albus, con una sonrisa sarcástica.
—Este no es momento de bromear —dijo Harry—. Si no prestas el Juramento Inquebrantable en los términos que acabas de leer, no firmaré el indulto de Valerie.
—Me gustaría leer ese indulto —replicó Albus—, puesto que estamos tan cautelosos.
Harry lo tomó del brazo y se acercaron a un escritorio sobre el cual descansaban varios papeles. Le señaló un documento de una carilla. Albus se inclinó para leerlo, y al finalizar, dijo:
—Es aceptable. Una vez que lo firmes, todos los delitos que haya cometido aquí quedarán legalmente borrados.
—Pero si alguna vez vuelve a pisar suelo británico, el indulto pierde validez y podremos volver a encarcelarla. De modo que espero que a tu novia ni se le pase por la cabeza la idea de ir a rescatarte.
Albus asintió.
—Valerie es muchas cosas, pero no tonta. Está bien, te daré tu libra de carne. Juraré lo que quieras que jure. ¿Quién será la testigo? Espero que no mi querida hermana.
—Ni Lily ni Teddy ni James ni Hermione querían volver a verte —dijo Harry—. Solo queda una persona en quien confíe lo suficiente y que esté dispuesta a estar en el mismo cuarto que tú.
Harry se acercó a una de las pesadas puertas por las que habían entrado, la entreabrió y dejó pasar a una joven de cabello rojo rizado.
—Rose —le dio la bienvenida Albus—. Que placer inesperado.
Rose Weasley no respondió al saludo de su primo.
—¿Aceptó, tío? —preguntó a Harry.
—Sí. El tiempo apremia.
—Tendrás que quitarle las cadenas de las muñecas —señaló Rose.
Harry, luego de dirigir una mirada de advertencia a su hijo, hizo un movimiento de varita y los grilletes se abrieron, dejando caer al suelo las cadenas que inmovilizaban sus brazos. Padre e hijo se pusieron de rodillas frente a frente; Albus extendió su mano derecha y Harry hizo lo propio con la suya. Rose les apuntó con su varita.
—Albus, ¿juras cumplir la condena a prisión perpetua a la que estás a punto de ser sentenciado?
—Lo juro —respondió Albus, y una lengua de fuego brotó de la punta de la varita de Rose y envolvió las manos de los Potter.
—¿Juras que jamás abandonarás la isla de Azkaban, a menos que las autoridades de la prisión y el Ministerio lo dispongan?
—Lo juro.
Una segunda lengua de fuego se enroscó alrededor de las dos manos.
—¿Juras que jamás abandonarás tu celda en Azkaban, a menos que las autoridades de la prisión y el Ministerio lo dispongan?
—Lo juro.
—¿Juras que jamás agredirás, por medios físicos o mágicos, a ningún mago o bruja en la isla, ya sea miembro del personal de la prisión u otro prisionero?
—Lo juro.
—¿Juras que no ayudarás a ningún prisionero de Azkaban a escapar de la isla, y que tampoco ayudarás a terceras personas a entrar a ella?
—Lo juro.
Las lenguas de fuego comenzaron a girar alrededor de las manos de Harry y su hijo, cada vez más rápido, hasta desvanecerse.
—Está hecho —anunció Rose.
Harry volvió a apuntar a Albus con su varita y lo encadenó nuevamente. Se acercó al escritorio donde descansaba el decreto del indulto, tomó una pluma, la mojó en el tintero y lo firmó.
—Toma —dijo, entregándoselo a Rose—. Llévaselo a tu madre, por favor. Quiero a Valerie Rosier en suelo francés antes del anochecer.
[NOTA: En el capítulo 46, Dos supervivientes, Scorpius le dice a Rose, cuando hablan de la muerte de Albus: «Tú fuiste testigo». Se refiere a que ella fue testigo del Juramento Inquebrantable que prestó Albus frente a Harry.]
Que linda sorpresa!!!!
Excelente capítulo.
Felices fiestas!!!!!
Que buen regalo de Navidad!!
Me gusto mucho el capitulo, sin embargo creo que aun hay tela de donde cortar, lo del matrimonio de valerie,que pasara con los hijos de livius y asi mismo como termina el en destierro, la reconciiación de scor y rose, creo que todavia tenemos un ratico d historia
Espero que puedas actualizar pronto
Felices fiestas!
Maravilloso
¡Gracias! Es un excelente regalo de navidad… No me imagino a Harry siendo padre de nuevo y lo que debió sufrir Valerie para tomar esa decisión 😦
Aquí lo interesante, más que atar cabos, es cómo se van soltando. Claramente ocurrirá algo y Albus no terminará en Azcaban, sino Rose no le hubiera preguntado a Scorpius acerca del paradero de él. Yo sinceramente creo que la tierra de la cual Albus es rey -aquella de los Belflour o lo que sea, no recuerdo bien como era- tendrá una relevancia mayúscula en la historia, sería muy raro que siendo un lugar tan importante en el hilo conductor de ella, hubiese quedado relegada a no tener importancia alguna.
En fin, te felicito Martín por tu historia, la verdad la comencé cuando niño y esta literatura francamente ya no me interesa, pero tu historia me resulta una excepción enorme y cada vez que publicas un capitulo me emociono un poco, recuerdo tooooda la historia y la curiosidad y sed de saber cómo culminará todo esto me envuelven. Nunca había escrito un comentario, pese a seguir desde hace varios varios años tu relato, pero hoy me hayo un poco ebrio y me dieron ganas de agradecerte por tu escritura y, por sobre todo, de que aun tengas la persistencia de acabarla, aunque sea entre grandes lapsus de tiempo.
Un abrazo y gracias por lo escrito que, claramente, es infinitamente mejor que la saga original de Harry Potter. Adiós
HERMOSO REGALO NAVIDEÑO, entendí la referencia al capitulo 46. se nota que ya lo tienes todo en la cabeza, ojalá este 2017 podamos tener el fin de esta historia que me ha apasionado los últimos años…
DELICES FIESTAS… 😀
Menuda historia Martin, cada dia nos das mas sorpresas con nuestros Potters faoritos XD
En el capítulo «Europa», Scorp le dice a su hija que Albus tuvo una muerte muy dolorosa. ¿acaso el hacedor de reyes logra liberar a sus amigos de Azkaban?. El juramento no le impide hacerlo, solo te hace pagar un precio: la muete.
Gracias a la vida, a Jesucristo, a Buda, a JK Rowling, a Johny Depp actuando de Grindelwald.
Feliz Navidad a todos
Mas capitulos por favorrr. El final está tan cerca que duele
a ver ver a ver… la barita de sauco fue destruido tb? o tanbién fue una trama de albus… digo yo, albus planeó todo esto, asi que… xd
Mientras lo lei mi mente loca comenzó a pensar en teorias de como se librara de esto Al, con el paso de las lineas dije: no, no lo hara. Pero con el final y la nota tengo la sospecha de que albus de alguna manera lo volvera a lograr 😦 sino Rose no le preguntaria a Scorpius si conocia su paradero y en el capítulo de europa Scorpius no le diria a su hija que murio de una forna horrible, si supuestamente esta vivo o quiza Malfoy solo lo dijo para que su hija no tuviera miedo… Entonces a eso se refería Rose con lo de que para su madre era peor
Excelente capítulo Martin que buen regalo
No demores mucho por fav, hasta la próxima
Hola, en el índice aparece el siguiente capítulo, pero a la hora de entrar me dice que no existe, ¿Qué pasó?
Podrán abrir el capítulo a la medianoche (argentina), dentro de 11 horas.
Regalo de año nuevo, gracias.
Hola Martin buen dia me gusto mucho el capitulo,no me agrado que los muchachos se salgan con la suya y sean libres, pero bueno espero que lleganfo el momento cada uno tenga su parte de karma
en lo personal a mi me gusta el sufrimiento de los amigos de Albus
Liviusy Valerie pagaran de forma fabulosa sus acciones
.En que momento desapareceras a Hermione de la historia?
Lili sigue teniendo la piedra Filosofal?
Que pasara con ella me refiero a la piedra y LILY?
Me desconcierta un poco el comportamiento de Harry yo lo imagine mas afligido, espero que Harry descubra la verdad de lo que paso con Al, am pesar de todo nunca lo culpo ni le guardo rencor espero que Harry sea feliz y encuentre la paz y que sea mejor padre
Gracias Martin cuidaros mucho