El edificio que funcionaba como sede de la universidad de Kingsbridge había sido originalmente un monasterio católico, confiscado por Enrique VIII y su ministro Thomas Cromwell en la década de 1530. A principios de 1544, el monasterio fue cedido a uno de los parientes de su sexta reina, Catalina Parr; su propiedad fue pasando de mano en mano a medida que sus diferentes dueños morían o se veían en dificultades financieras acuciantes. Finalmente, a fines del siglo XIX, fue trasformada en una universidad privada.
La sala de profesores de Kingsbridge tenía amplios ventanales, pues había sido un estudio en los tiempos del monasterio, y la luz natural era esencial para que los monjes pudieran trabajar con sus libros. Los profesores solían hacer lo mismo, manteniendo las luces apagadas y aprovechando los rayos del sol hasta que estos desaparecían casi por completo.
John Chadwick estaba sentado cerca de uno de los ventanales leyendo el Times, mientras esperaba que fuera la hora de su clase, cuando entró el rector, un hombre más joven que el propio John, y mucho más joven que la mayoría de los profesores de la universidad. Como siempre, varios de los profesores y profesoras presentes en la sala se le acercaron apenas llegó, para hacerle preguntas y pedidos. Impasible, John siguió leyendo su periódico, hasta que alzó la vista y notó que el rector se le había acercado.
—¿Tienes ropa de verano? —le preguntó, con una sonrisa traviesa que acentuaba su juventud.
***
Cuando John volvió al departamento que compartía con Annie, le dijo que se pusiera su mejor vestido y la llevó a cenar a un nuevo restaurante que habían abierto la semana anterior, a pocas cuadras. Y después de comer, volvieron al departamento, donde le hizo el amor hasta dejarla agotada.
Annie solo supo el motivo de aquella exultante actitud cuando John volvió de ducharse.
—Me van a enviar a Palenque.
La muchacha comprendió enseguida. Su marido había venido hablándole del tema durante meses. Las ruinas mayas de Palenque, en el estado mexicano de Chiapas, eran célebres por su belleza escultórica y arquitectónica. Sin embargo, la mayor parte de la ciudad permanecía oculta bajo la selva, y las exploraciones eran muy lentas. Había un equipo de especialistas de varias universidades británicas trabajando en Palenque, y John soñaba con ser enviado allí; sin embargo, el presupuesto de Kingsbridge no alcanzaba para mandar más que a un académico, y ya habían seleccionado a una profesora del Departamento de Arqueología.
—¡Eso es genial, John! —dijo Annie, levantándose de la cama para darle un beso a su esposo—. ¿Cómo lo lograste?
—No tengo idea. Solo sé que alguien hizo una donación a la universidad y ahora tienen fondos para enviarnos a Elaine y a mí.
Elaine Phillips era la docente de Arqueología a quien iban a enviar a Palenque. Annie sabía que John la respetaba mucho, pese que lamentaba no poder ir en su lugar. Ahora podrían trabajar juntos sin fricciones.
—¿Por cuánto tiempo estarás en México?
—Al menos un mes —dijo John, con una sonrisa amplia en sus labios—. Pero lo mejor de todo es que no voy a estar simplemente cortando lianas y arrancando helechos para ver si encuentro alguna piedra maya: ya han descubierto, hace pocos días, un sarcófago. No como el de Pacal el Grande, claro, pero no hay duda de que perteneció a algún personaje importante, quizá incluso a un sucesor o predecesor de Pacal. No quiero ni pensar en las imágenes que estarán grabadas en su interior… Elaine y yo llegaremos justo a tiempo para ver cómo abren la tumba.
—Me alegro muchísimo por ti —dijo Annie.
“Y por mí”, pensó.
***
—Auch —dijo Albus cuando Annie movió su pieza.
—Jaque mate —dijo la muchacha.
—Eres despiadada —comentó Al.
—No te quejes, tú quisiste jugar a esto.
Era cierto. Albus estaba más que acostumbrado a jugar al ajedrez mágico, con piezas que se movían solas y se destruían unas a otras, y cuando vio que Annie y John tenían un juego en su casa, le propuso una partida para ver si su suerte mejoraba en un ajedrez muggle. Y, como siempre, le habían dado una paliza.
—Juego al ajedrez mejor que tú. No cabe duda que dibujo mucho mejor que tú… Me pregunto en qué otras cosas puedo superarte —añadió Annie socarronamente.
—Mejor no averiguarlo. Quisiera conservar mi orgullo intacto –dijo Al—. Oye, ¿no habíamos quedado en salir a algún lado esta noche?
—Claro. ¿Qué te parece el cine?
—No me gusta nada de lo que hay en cartelera. Estoy harto de esas películas de terror filmadas con cámara en mano y de las comedias románticas ambientadas en esas zonas de California en donde no aparece un pobre ni por casualidad.
—No me refería a ver una película nueva. Conozco un cine en donde pasan películas de culto. Esta noche tienen función doble: pasan El nuevo mundo y The Rocky Horror Picture Show.
—Qué combinación extraña. Yo no he visto aún The Rocky Horror… ya sabes, no voy a andar repitiendo todo el maldito título, pero sí intenté ver El nuevo mundo en DVD hace unos años y me pareció insoportable.
—Te aseguro que verla en el cine es muy diferente. Es una experiencia audiovisual asombrosa.
—Prefiero dejarla para otra noche. Tengo otra idea: ¿por qué no vamos solamente a ver Rocky Horror? Así antes del cine tenemos tiempo para ir a cenar a algún lado, y si quieres, a jugar algo en lo que creo que tengo mejores chances de ganarte.
—Hace tres segundos me dijiste que querías conservar intacto tu orgullo.
—Bueno, soy competitivo por naturaleza —dijo Al.
Casi una hora después, Albus y Annie estaban jugando una partida de pool en un bar no muy lejos del cine. El desempeño de Annie no había sido malo, pero Al la había superado. En aquellos momentos, mientras comenzaba a sonar una canción de Metallica, el joven logró meter la bola 8 por el agujero, poniendo fin al juego.
—¿Sabías que María Estuardo tenía una mesa de billar? —comentó Al, mientras Annie le pasaba su taco.
—No. De hecho, no tenía idea que el juego fuera tan viejo.
—No será tan antiguo como el ajedrez —dijo Albus, lanzándole una mirada maliciosa—, pero tampoco es muy reciente que digamos. Luis XI de Francia, en el siglo XV, jugaba al billar, aunque recién fue perfeccionado doscientos años más tarde. En cuanto a María Estuardo, es probable que haya conseguido su mesa en la época en que fue reina de Francia. Luego, cuando la decapitaron, sus carceleros usaron el tapizado de la mesa de billar como sudario.
—¿Sueles contarles estas cosas a tus alumnos?
—Por lo general uno tiene que enseñarles contenidos más importantes, pero esos pequeños detalles a veces sirven para condimentar la información. En fin, creo que hemos terminado aquí. Como verás, juego mejor al pool que tú.
—¿Sabes? Siempre pensé que los tacos de billar son símbolos fálicos. Eso tal vez explique por qué a los varones les suele gustar más que a las chicas…
Albus rió para sus adentros, preguntándose qué opinaría Annie si supiera de las varitas mágicas, pero solo dijo:
—¿Siempre aplicas la psicología barata para racionalizar tus derrotas?
—Es un buen recurso —respondió Annie con picardía.
—Mmm… ¿Y qué hubieras dicho si yo hubiera ganado al ajedrez?
—Que el ajedrez es un juego edípico, en el que todo gira en torno a matar al rey (o sea, al padre) y cojerse a la reina (o sea, la madre).
—Entonces tengo suerte de haber perdido: solo me acusaste de tener cierta atracción por los penes, no de fantasear con el incesto —dijo el muchacho tras soltar una carcajada estruendosa, que fue tapada por el sonido de la canción.
—¿Dónde quieres cenar? —preguntó Annie, al tiempo que se dirigían a la salida del bar.
—No sé, busquemos alguna pizzería. Seguro que en este barrio debe haber unas cuantas.
Eran ya casi las diez de la noche, y la película comenzaría a las once, así que tenían tiempo suficiente para comer un par de porciones y luego ir al cine. Los jóvenes divisaron a dos cuadras el letrero de neón de una pizzería y caminaron hacia allí sin apresurarse.
—Me alegro mucho que hayamos podido vernos esta noche, Al —dijo Annie, tomándolo del brazo.
—A mí también —respondió Albus, pensando en Valerie; esa noche, ella tenía que estar presente en la reunión mensual con Percy y los jefes de Departamentos (lo apropiado habría sido decir que la reunión era entre Percy, que al fin y al cabo era el ministro, y los jefes de Departamentos, pero tanto uno como los otros estaban a las órdenes de Al). Conociendo a su tío, probablemente la reunión se extendería hasta la madrugada.
—Aún no puedo creer que mi marido no vaya a estar en el país durante un mes. Parece un regalo caído del cielo.
—¿Por qué te alivia tanto? Es decir, entiendo que eso te ayuda a ocultarle lo nuestro, pero… ¿te disgusta convivir con él?
—No, para nada. John es un muy buen hombre.
—Sí, me cayó bien en la fiesta, pero ya sabes, es difícil juzgar a una persona con solo unos pocos minutos de conversación.
—Bueno, tengo que decir que apenas te vi por primera vez… en la fiesta, quiero decir… confirmé mi idea de que tú no podías ser un asesino.
—¿Cómo?
—Pues… había algo en tu mirada, cuando observabas el retrato. Algo muy dulce y gentil. Como si estuvieras recordando tiempos felices.
Albus le dio un beso en la mejilla.
—Estaba haciéndolo.
Ella se detuvo, y por un momento pareció como que iba a darle un beso, esta vez en los labios…
—¡Dame todo! —gritó alguien a sus espaldas.
La reacción de Al fue instantánea. En cuestión de segundos, sacó su varita y la apuntó hacia donde provenía la voz, colocándose entre Annie y la posible amenaza.
—¿Qué mierda es eso? —preguntó uno de los hombres.
Albus pudo evaluar la situación con rapidez. Frente a él se encontraban dos sujetos que los apuntaban con pistolas. Uno de ellos era un joven negro, probablemente no mucho mayor que los estudiantes de Al en Hogwarts, muy flaco, con ropa sucia y desgastada y el cabello desaliñado. El chico no paraba de moverse nerviosamente y tenía la mirada algo perdida (al principio Al pensó en las personas sometidas a un Confundus, pero luego comprendió que estaba drogado). El otro era un hombre blanco mayor, de casi cuarenta años. Parecía encontrarse sobrio y en mejor forma que su cómplice, pero sus ojos tenían una mirada cruel. “Un criminal endurecido”, pensó Al. “Estoy frente a un Rupert Purvis muggle”.
—No sé qué esperas hacer con esa ramita —dijo el hombre—, pero no quiero nada de tonterías. Dame todo tu dinero, tu reloj, tu celular, si es que tienes. Tú también, preciosa —añadió, mirando a Annie con lo que a Albus le pareció cierta lujuria.
Los dos asaltantes habían salido de un callejón cercano, muy oscuro y largo. “El lugar ideal para violar a Annie y matarnos a los dos”, pensó. No les costaría mucho obligarlos a meterse allí. La calle estaba completamente desierta. El bar y la pizzería eran los dos únicos negocios abiertos, y no había nadie entrando o saliendo de ellos. “Parece como si hubieran lanzado un hechizo repelente de muggles y estos dos idiotas fueran los únicos que no resultaron afectados”.
—¿No me oíste, mocoso? —dijo el asaltante mayor, en tono amenazante.
—¡Has lo que te dice! —gritó el joven negro. La pistola le temblaba en las manos.
—Al… —dijo Annie detrás suyo. Sonaba tan aterrorizada como confundida.
Al ver que el chico no reaccionaba, el asaltante más viejo le quitó sonoramente el seguro a su pistola.
—¿Vas a cooperar, o tengo que llenarte de plomo esa cabeza hueca que tienes?
—Expelliarmus —dijo él con calma.
Las dos pistolas fueron arrancadas de las manos de sus dueños con tanta fuerza y velocidad que el chico negro lanzó un grito de dolor: se le había quebrado el índice. Albus mantuvo las armas flotando en el aire, y luego hizo que se calentaran hasta fundirse. El metal cayó sobre la vereda mientras los dos asaltantes observaban atónitos.
El primero en salir del trance fue el más viejo, quien se puso a correr despavorido. Pero le bastó a Albus un simple Levicorpus para levantarlo del tobillo y traerlo de vuelta hacia donde estaban. El chico negro entonces también hizo un intento de escapar, pero Al lo paralizó con un Petrificus Totalus.
El joven mago empleó la Legeremancia con el ladrón más viejo. Pudo comprobar lo que sospechaba: el hombre, que al parecer se llamaba Clay, era un delincuente con muchos antecedentes. Había comenzado a drogarse a los catorce, y había matado por primera vez a los diecinueve. En esa ocasión la policía había sospechado de él, pero no había encontrado suficientes pruebas. Había pasado cinco años en prisión por un cargo relacionado con las drogas, y en esos cinco años había matado a cuatro hombres en diferentes peleas. Lo único medianamente positivo de su paso por prisión había sido su abandono parcial de la drogadicción; como en la cárcel era más difícil conseguirlas, había terminado por consumir mucha menos cantidad. Sin embargo, eso lo hacía aún más peligroso. Hacía ya diez meses que Clay era asaltante, y había asesinado a casi todas sus víctimas, con la excusa de que le habían visto el rostro. También había violado a algunas de sus víctimas mujeres, y eso era justamente lo que planeaba hacerle a Annie.
—Siempre quise hacer esto —musitó Albus mientras le apuntaba con la varita. Lanzó el hechizo no verbal, y pronto el asaltante quedó convertido en una cucaracha, pequeña, negra y con largas antenas. Luego Al empleó otro hechizo, y la cucaracha apareció mágicamente en la cubierta de uno de los buques de carga del muelle, a kilómetros de distancia—. A ver quién te convierte de nuevo en humano, escoria —añadió.
Su siguiente objetivo fue el joven negro. La Legeremancia le permitió saber que se llamaba Wallace —al menos pudo ver a una mujer utilizando ese nombre para gritarle encolerizada—, y que el último cumpleaños que recordaba era su decimosexto, aunque parecía mayor que esa edad. Wallace se había convertido en cómplice de Clay porque le pareció la manera más sencilla de conseguir drogas en gran cantidad. Su adicción era muchísimo más incontrolable que la de Clay, quien aprovechaba eso para manipular al muchacho. Aún no había cometido ningún asesinato ni violación, solamente había ayudado a Clay en sus asaltos. Si de él hubiera dependido, ellos solamente le hubieran arrebatado dinero y objetos de valor a sus víctimas para comprar drogas.
Tras reflexionar unos instantes acerca de lo que había visto, Albus le lanzó la maldición Imperius. “Lo que vas a hacer ahora mismo, Wallace, es ir a la estación de policía más cercana y entregarte”, pensó Albus, transmitiendo esos pensamientos como órdenes al muchacho. “Vas a confesarles todo, absolutamente todo lo que Clay y tú hicieron. No les ocultes nada, y asegúrate de que te crean, pero si te preguntan por Clay, les dirás que él te abandonó una noche, mientras dormías, y que crees recordar que Clay te dijo que planeaba irse del país viajando como polizón en un buque de carga”. Aquello era cierto, pero no de la forma que los policías imaginarían. “No me recordarás ni a mí ni a la chica que está conmigo ni nada de lo que me viste hacer. Y a partir de esta noche, la próxima vez que estés a punto de consumir cualquier droga, vomitarás. Serás absolutamente incapaz de drogarte otra vez. Incluso la idea de drogarte hará que se te revuelva el estómago.”
Normalmente las víctimas de la maldición intentaban resistirse, incluso cuando eran muggles; Wallace no tenía una voluntad muy fuerte, pero su adicción sí lo era, por lo que frente a un mago con una varita común y corriente, habría hecho falta una presión considerable para que la Imperius hiciera efecto. Pero con la Varita de Saúco, todo era mucho más simple. Una vez liberado del Petrificus Totalus, Wallace se marchó con paso enérgico, más que dispuesto a abandonar las drogas y pasar años en prisión por su complicidad con los crímenes de Clay.
Y ahora era el momento de ocuparse de Annie. La chica estaba apoyada contra la pared, mirando a Albus con los ojos abiertos como platos. El joven mago sabía que era necesario borrarle la memoria con un Obliviate, y empezó a levantar la varita… Pero cuando la miró a los ojos, vio algo que no había esperado ver. Si bien había miedo, también podía percibir… ¿fascinación? Como si por un lado estuviera aterrorizada por lo que le había visto hacer, y por el otro estuviera ansiosa por verle hacer nuevas maravillas. Y esa fascinación aparente era algo que a Albus le gustaba mucho ver.
De modo que se guardó la varita en el bolsillo y le tendió su mano. Annie, tras unos instantes de vacilación, aceptó el contacto.
—¿Volvemos a tu casa? —preguntó Albus.
—Está bien.
—Cierra los ojos y relájate —le pidió el chico. Esperó unos segundos y se Desapareció.
***
Cuando estuvieron nuevamente en el living de la casa de los Chadwick, Annie se tambaleaba y Albus debió ayudarla a recostarse en el sofá mientras recuperaba su equilibro. La primera Aparición de un mago solía ser una experiencia físicamente traumática, y siendo Annie una muggle, era un milagro que no se sintiera aún peor. Albus atribuyó esto a la Varita de Saúco.
Muy solícito, Albus fue a la cocina y le preparó una taza de té. Tras meditar unos instantes, hizo aparecer desde Grimmauld Place un frasquito de Filtro de Paz. Echó una gotita al líquido y se lo llevó a Annie, quien bebió un par de sorbos con su ayuda, aunque no pudo terminárselo.
La poción hizo efecto. Annie parecía más relajada, y no había rastros de miedo en sus ojos.
—Creo que tienes muchas cosas que contarme —dijo ella.
—Así es.
—¿Eres un mago?
—¿Cómo lo sabes? ¿Conoces nuestra existencia? —dijo Albus, sorprendido.
—Bueno, usaste una varita para hacer magia. Eso te convierte en un mago —dijo Annie, como si fuera lo más evidente del mundo—. Pero pensé que los magos no existían más que en las leyendas.
—Eso es lo que queremos que ustedes piensen.
—¿Y a quiénes te refieres cuando dices “ustedes”? ¿A los humanos?
—Los magos también somos seres humanos, Annie.
—¡Pero ningún ser humano sería capaz de hacer las cosas que hiciste esta noche!
—La inmensa mayoría no. Nosotros debemos ser mucho menos del 1% de la población mundial. Pero somos humanos, Annie, no te equivoques: nacemos de la misma manera, crecemos de la misma manera, nuestros cuerpos son iguales, podemos tener hijos con los que no son magos, y eventualmente morimos, aunque somos más longevos que ustedes.
—Cuéntame más —dijo Annie, incorporándose un poco.
—¿Por dónde empezar?
—En primer lugar, dime esto: ¿tú hiciste que la profesora Finley se cayera al suelo, hace años?
—Sí. No es que lo haya deseado concientemente, fue tan solo un momento de ira intensa que sentí hacia ella.
—¿O sea que no puedes controlar tus poderes? —preguntó la pintora, algo preocupada.
—Solo cuando eres niño. A los once años empiezan a enseñarte a manejar tu magia.
—¿Cómo?
—Te envían a un colegio. Se llama Hogwarts. Allí debes cursar siete años de educación mágica.
—¿Y si no lo haces?
—Entonces tus padres deben educarte en tu casa. Pero no pueden dejarte usar tu magia sin control, se corre el riesgo de que los muggles te descubran.
—¿Muggles? —dijo Annie, con una sonrisa burlona— ¿Te refieres a la marihuana?
—No, eso es solo una coincidencia —dijo Al, captando el chiste—. Los muggles son las personas que no tienen magia, que no son ni magos ni brujas.
—O sea que yo soy una muggle.
—Así es —dijo Albus con suavidad.
—Qué extraño, saber que pertenezco literalmente a una raza diferente que tú.
—Ambos somos miembros de la misma raza, la raza humana —insistió Albus—. Los muggles podrán no tener nuestros poderes, pero son los que hacen avanzar la civilización. Nosotros los magos simplemente tomamos las cosas que ustedes inventan y las adaptamos para poder usarlas.
—Y estoy segura de que a nosotros, los “muggles”, como ustedes nos llaman, nos encantaría tener sus poderes.
—Hubo una época en que los muggles y los magos convivíamos en paz. Incluso había magos y brujas que empleaban sus poderes para ayudar a sus vecinos y amigos muggles. Pero luego por culpa del cristianismo, todo cambió. Los muggles comenzaron a vernos como criaturas diabólicas, se realizaron cacerías de brujas… Al final los magos decidimos que lo mejor era ocultar nuestra existencia al resto del mundo.
—¿O sea que ningún muggle sabe que existen los magos?
—En realidad, sí. Hay muggles que conocen el secreto, pero no lo revelarán. El primer ministro, para empezar.
—¿El primer ministro? ¿Nuestro primer ministro?
—Técnicamente es el primer ministro de todos los británicos, tanto muggles como magos. Pero él delega el gobierno de los magos al Ministerio de la Magia.
—¿O sea que hay un ministro de la Magia? —dijo Annie, tras soltar una carcajada—. ¿Hay un tipo con ese cargo que va a las reuniones de Gabinete y se sienta junto al ministro del Interior y el ministro de Economía?
—No, de ningún modo. Lo de “ministro” es solo una formalidad, él no es un ministro como los demás, no tiene ningún tipo de contacto con el Parlamento muggle ni con los demás miembros del Gabinete. Solo se reúne unas pocas veces con el primer ministro muggle para mantenerlo al tanto de las noticias importantes.
—¿Y quienes otros saben el secreto?
—Los padres de los magos hijos de muggles.
—En inglés, por favor…
—Verás, la mayoría de los magos tienen al menos un progenitor que es un mago o una bruja, y de ese padre o madre heredan sus poderes. Pero hay otros magos cuyos padres son muggles. Por lo tanto, cuando el joven mago comienza a manifestar sus poderes, la familia recibe una visita del Ministerio de la Magia.
—¿El ministro va a verlos?
—No, él tiene cientos de empleados y funcionarios que lo ayudan a gobernar.
—Ah, o sea que ustedes también tienen burócratas —dijo ella con ironía.
—Son una plaga de la que nadie se salva. En fin, un empleado del Ministerio los visita y les revela la existencia de la magia y todo lo que eso implica. La familia debe guardar el secreto.
—¿Y lo guardan?
—Hay hechizos para asegurarse de que lo hagan.
—¿Qué ocurre si muggles y magos se casan?
—En esos casos, a partir del momento en que se formaliza el matrimonio el mago o la bruja tienen derecho a revelarle la verdad a su esposa o esposo.
Annie permaneció en silencio durante un rato, sopesando toda la información que Al le había proporcionado. Luego, mirando a Albus con suma cautela, dijo:
—Entonces, el primer ministro sabe de la existencia de los magos. También los que tienen a magos o brujas entre sus hijos, o se han casado con uno… Pero ¿qué hay de mí? Ahora que yo sé el secreto, ¿qué piensas hacerme? ¿Obligarme a casarme contigo? ¿O matarme?
—Oh, no digas tonterías, no hace falta llegar a esos extremos. En el peor de los casos, puedo borrarte la memoria.
—¿Y por qué no lo has hecho?
—No lo sé. Simplemente no quise. Creo que si tú y yo vamos a estar juntos, sea por el tiempo que sea, tienes derecho a saber lo que soy.
—¿Pero eso no te traerá problemas con los tuyos?
—En otras circunstancias, es posible. Pero actualmente no.
—¿Por qué? —preguntó Annie.
—¿Recuerdas al ministro de la Magia? Bueno, es mi tío.
Había muchas cosas que Albus estaba dispuesto a compartir con Annie, ahora que ella sabía que él era un mago. ¿Pero revelarle que él se había convertido en lo más similar a un dictador que tenía la Gran Bretaña mágica? Eso era llevar la sinceridad demasiado lejos. Mejor dejar que creyera que podía violar el Estatuto Internacional del Secreto Mágico solo por ser sobrino del ministro.
***
Annie y Albus conversaron durante horas, ambos ajenos al hecho de que no habían podido cenar. Ella quería saber todo sobre el mundo mágico, en especial sobre las criaturas sobrenaturales cuya existencia los magos habían mantenido en secreto. La idea de que realmente hubiera dragones y hombres lobo en el mundo tenía implicancias increíbles.
—¿Me dices que un dragón voló sobre Londres en 1998 sin que nadie se enterara? —preguntó Annie.
—Fue muy difícil, pero el Ministerio logró localizar a todos los testigos y alterarles la memoria. Por suerte no eran muchos, porque para cuando el dragón salió del área del Callejón Diagon, ya se había elevado lo suficiente como para no ser fácil de distinguir a simple vista.
—¿Y los vampiros? —preguntó Annie— Me dijiste que existen…
—Sí, existen. Nuestras relaciones son muy tensas, y de hecho hemos tenido varias guerras. No podemos exterminarlos, pero hace décadas que hemos logrado mantenerlos alejados del Primer Mundo. En los ’90 había un tal Eldred Worple que afirmaba haber sido capaz de ganarse la amistad de un vampiro y de “civilizarlo” para que no atacara a los humanos. Worple llevaba a ese vampiro, llamado Sanguini, a las fiestas, y vivía con él. Al final se descubrió que lo tenía bajo una maldición llamada Imperius. No era suficiente para poner fin a su hambre de sangre humana, pero sí bastaba para atontarlo y mantenerlo bajo control. El Ministerio obligó a Worple a llevar a ese Sanguini a Moldavia, donde lo había secuestrado, y liberarlo. Worple quedó totalmente desacreditado después de eso…
—¿O sea que los vampiros no representan ninguna amenaza?
—No en Gran Bretaña. En los países del Tercer Mundo, en especial en las zonas rurales, hay vampiros que se alimentan de seres humanos, pero aún allí lo hacen muy discretamente. Y es probable que haya algunos vampiros en países desarrollados, que se limitan a alimentarse de sangre de animales… En fin, todo lo que rodea a los vampiros es conjetural. Ellos guardan sus secretos tan celosamente como nosotros.
Annie, que ya había recuperado su equilibrio, se levantó del sofá, se dirigió a la ventana y contempló su propio reflejo en el vidrio, con aire pensativo.
—No puedo creer que esto sea real. Hace solo unas horas estábamos decidiendo qué película ir a ver al cine, como un chico y una chica normales. Ahora estoy parada aquí junto a un mago.
—Ya te dije que soy un ser humano.
—Lo sé, lo sé —dijo Annie—. Pero no eres común y corriente.
—No, eso no.
Albus se le había acercado, y estaba acariciándole los hombros. Empezó a besarle el cuello, mientras le desabotonaba la blusa. Sintió cómo sus pezones se endurecían al entrar en contacto con sus manos. Annie entonces se volvió hacia él y lo besó casi con ferocidad, sujetándole la nuca con la mano.
En cuestión de poco más de un minuto ella le sacó la camiseta y la arrojó al suelo, para luego empezar a besarle y lamerle el pecho, bajar hacia el estómago y bajarle la bragueta. Sin embargo, llegado a ese punto, pasó a un ritmo más lento. Antes de bajarle el slip, estuvo dándole besos al bulto de su pene durante un largo rato. Y cuando se lo bajó, en vez de meterse su miembro en la boca, como él ansiaba, lo recorrió con la punta de la lengua, mientras sus manos le acariciaban el culo (algo que contribuía a excitarlo aún más, aunque no sabía bien por qué).
Finalmente se metió su pene en la boca y empezó a chuparlo, sin dejar de mirarlo a los ojos durante todo el rato (otra cosa que le resultaba excitante). Pronto Al comenzó a gemir de placer.
***
Encendió un cigarrillo. Era un hábito horrible, pero aún era incapaz de dejarlo, así que intentaba fumar solo uno o dos por día. Sin embargo, la ocasión ameritaba encender uno para celebrar, pensó mientras observaba por la ventana cómo Albus, ya totalmente desnudo, levantaba en brazos a Anne Chadwick y la llevaba al dormitorio, probablemente para seguir haciendo el amor. Sonrió, pensando en qué haría en el futuro con lo que se acababa de enterar.
WAAAA POR FIN !!!!! AHAHAHAH
Sí, por suerte fui capaz de retomar la escritura 🙂
OMG no puedo creerlo!! 🙂
casi 3 meses de espera valen la pena al ver en mi bandeja de entrada que publicaste un cap nuevo 🙂 Saludos Martín, espero que hayas salido bien con todas tus cosas, si es que saliste 🙂
Ojala solo hubieran sido 3 meses 😦
Yeah!
Quien sera el fumador desconocido? Cha Cha Chan!
Espero enterarme antes de 3 meses!!!
$10 a que es livius
Me enorgullece ver que aún recuerdan el detalle de Liv fumando en el flashforward.
No creo que vaya a tardar tanto 😀
Solo te puedo decir que hicistes que el dia de hoy valiera la pena. Gracias por el capitulo, aunque no me creas justamente el fin de semana me acorde del fic y estuve a punto de escribirte. Parece que te hubiera invocado jeje.. Excelente capitulo como siempre. Espero que te este yendo muy bien con las clases y con los cursos.
Muchas gracias, me alegro que te haya gustado 🙂
POR FIN!!!…GRACIAS POR NO OLVIDARTE DE NOSOTROS…;)
Gracias a ustedes por seguir leyendo 🙂
Hola martin antes que nada gracias por escribir nuevamente se te hechaba de menos me gusto mucho el capitulo de hoy, aunque creo que albus al tener esta relacion se esta arriesgando a muchas cosas que sus enemigos pueden utilizar en su contra ya que annie esta haciendose una debilidad para el de la que se podrian aprovechar como lo muestras al final que se estan dando cuenta que es lo que hace y que lugares frecuenta, aunque eso ya no le recuerdo muy bien tengo que leer algunos capitulos anteriores para comprender todo de quien es la persona que la esta vigilando, espero pronto vuelvas a escribir y saludos y gracias y disculpa mi comentario tan simple.
Gracias, Agustín. Aclaro que no hay ninguna pista en los capítulos anteriores sobre la identidad del fumador.
Estaba por terminar de leer el capi de Helena y veo que llega un correo y era el capitulo, me encanta cuando pasa que se me juntas buenos textos para leer, voy terminandolo y MUCHÍSIMAS gracias en nombre de los mexicanos, porque aparece una parte de nuestro país.
Sabía que a los lectores mexicanos les gustaría la referencia 🙂
Una pregunta, esa universidad de Kingsbridge, del antiguo monasterio de Kingsbridge, ¿tiene algo que ver con el de Pilares de la Tierra de Ken Follett?
Por supuesto, podríamos decir que es un homenaje.
Ja, ja, genial. Muchas gracias por escribir de nuevo Martín, me encanta
wow
Habia pasado tanto tiempo que llege a pensar lo peor.
En fin error bendito error (Por que me suena a algo que diria Dios)
En fin, que bueno ver tu escritura de regreso, y poder leerla es un placer.
Es obio que Albus finacio al buen John por que no creo en las coincidencias.
Y aunque tampoco me sorprende del todo que Annie sea ahora la amante de Al, si me sorprendio mucho que desvelase sus secretos tan rapidamente, no se, algun tiempo despues pero no tan pronto.
Las bromas sexuales y psicologicas fueron buenas, y me gustaria ver mas de ellas. Falto la esena esperada, pero ya la veo venir en el futuro, es imposible que te falte.
Bueno feliz año y feliz capitulo… aunque haya tenido que ver con un Sarcofago y un poco de traicion… mmm… un buen año.
Atte. Alter Ego
¿Pensaste que estaba muerto? 😀 Bueno, si eso te preocupa, puedes agregarme a Facebook, publico cosas ahí todos los días.
Saludos, y feliz 2012 para ti también.
excelente capitulo Martin 😀 me gusta mas la pareja que hace Al con Annie.
disfrute mucho tu descripcion de Palenque, es bonito que se expresen asi de Mexico
me dejo con mucha curiosidad el final…. sospecho que es Valerie ;D
no nos dejes de nuevo!!
Al y Annie tienen buena química, eso no lo niego. Y me alegra que lo de Palenque les haya gustado 🙂
Saludos!
gracias por escribir de nuevo martín
espero que sigas lo más pronto que puedas y felicidades por tu título
quien será el fumador? danos una pista
La identidad del fumador es algo que van a saber cuando lo sepan 😀 Como lo de los dos hermanos que practican el ritual frente a la estatua de la Diosa Blanca.
me encanto =) esta genial te extrañe…. ojala que actualices pronto, me muero por seguir leyendo…. se que no comento seguido pero aquí estoy!!!! escribes genial, siempre haces que me enganche rápido con el capitulo y al terminar de leerlo quisiera que ya este un capitulo nuevo …
cuídate nos leemos pronto….
saludos desde peru!!!!! =)
Gracias por el elogio 🙂
Saludos
Saludos Martin, es un placer leerte de nuevo, por un momento estaba pensando que esta obra quedaria inconclusa. Lo que me encanta es que a pesar del tiempo que paso entre el ultimo capitulo y este, no se percibe ninguna desvacion ni cambio en la trama , como si solo hubiera pasado un dia de que leimos el capitulo anterior.
bienvenido de nuevo.
Hey si de nuevo te agobian las clases de historia, ponles de ejercicio a tus alumnos que estudien la Historia de Albus, quien sabe , seria un experimento interesante y asi no podrian hacer trampa , jajajajaja
por cierto , Gracias por mencionar a Mexico.
saludos
Me halaga muchísmo que varixs hayan dicho eso, que no les costó retomar la lectura de la historia pese al tiempo que transcurrió. Gracias.
Me da una extrema flojera leer debido a que no duermo en 20 horas, pero mañana vuelvo para leerlo, 😉
PD: Chúpenla, trolls, vieron que el blog no murió?
«HP and the Kingmaker not dead!» 😀
Haragaaan! Boludooo! Te vas a Montevideo a rascarte los huevos y tenés flojeraaa! jajajajajaja
Martiiiin excelente capitulo, cuando publicaras el proximoo? saludoos desde Venezuela
Intentaré ponerme a escribir el nuevo capítulo hoy mismo.
Saludos.
siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, al fin.
seria mas que curioso que la causa final de la caida de Al sea una inocente muggle como Annie, que su lado tierno, sepultado por años de odios y rencores ( y litros de sangre) le lleven a ¿la muerte? o ¿a ser profesor en USA?
¿Por qué específicamente en Estados Unidos? 😀
Saludos.
simple conjetura, siendo ingleses lo mas natural por el idioma seria USA, Australia o Nueva Zelanda.
Simplemente sensacional, claro que valió la pena tanta espera, cuando vi el correo que ya estaba un nuevo capitulo, deje todo lo que hacia (trabajo en un cyber) y me puse a leerlo, muy excelente el capitulo de verdad… y como me lo esperaba Albus termino acostándose con Anne!! seeee…!!
El fumador desconocido, tengo muchas teorías, pero mejor me las reservo para saber en el futuro quien es… se que lo pronto lo publicaras.
Se que estas ocupado y por eso tardas en publicar, a como dices, es un hobby para ti el fanfic, así que no te preocupes en publicar, tomate tu tiempo y has lo que es mas importante, el trabajo, ademas la espera hace que uno se emociones mas!! seee.. muy excelente capitulo.
Saludos y suerte !!
Qué bueno que te haya gustado igual, pese a los meses de espera 🙂
Saludos!
Recuerdo que hace años comencé a leer esta historia, no puedo creer cuánto tiempo a pasado desde la primera vez que leí esto, ahora es como la tercera vez que lo leo.
Me fascina la historia, desde el comienzo me encantó, y casi me vuelvo loca cuando la volví a encontrar
Tienes una manera de escribir tan increible, cautivas al instante…muy buen capítulo…espero que puedas publicar pronto
Cuidate y suerte!!!
Muchas gracias 🙂
Magnífico, ya casi habia olvidado lo bien que escribias, y lo bien que me siento cada vez que leo un capitulo de Albus. Gracias Martín por darnos otro capítulo… 🙂
De nada, y gracias por el elogio!
Hace casi 5 años que comenzaste el hacedor de reyes sabes nunca pense que fuera tanto tiempo ni que talves podria compararlo con crecer con Harry Potter pero al mencionar que fueron tres meses los que tardaste para escribir este capitulo me di cuenta de que esta historia tuya a estado en los momentos mas complejos de mi vida asi que felicidades por este capitulo excelente y espero que sigas en esto eres genial 🙂
No fueron tres meses, fueron casi 6 😦
Me alegra mucho que, pese a la espera, hayas podido disfrutarlo.
Saludos!
aleluya!!!! Albado sea el señor!!! Por fin, despues de casi 4 MESES!!! Te amo!!! (L)
Fueron casi seis meses. Pero prometo que la espera para el capítulo 206 no será tan larga. De hecho, ya comencé a escribirlo.
Yo tambien espero eso…
Al fin!!!! Despues de mucho tiempo nos das un cap!!! Es excelente volver a tenerte x aka… Bueno, en cuanto al cap, sta RE-BUENO!!! No has cambiado el curso de la historia. Eso es bueno 🙂
Ahora, nos dejas varias incognitas:
– q hará Al con Val??
– kien es el fumador de la ventana??
– q pasa con los otros misterios q nos has dejado a lo largo del fanfic?!?!?
Bueno, en fin, es de lo mejor volver a tenerte aki… Bienvenido a ksa, amo :p
Atte. Belle
La verdad que te felicito, se entiende los motivos de la espera. Hoy en un cumpleaños, de mi primo, le conté a el hermano de el, mi primo mayor, de esta historia, dándole grandes spoilers para atraparlo, e, increíblemente me dijo que se metería a dar una vuelta porque le gustó lo que le conté! y eso que no es de leer. Ya te lo dije, considero El Hacedor como el octavo libro :D, saludos, y espero saber pronto el destino de Albus!!
El capítulo me gustó mucho, hubo de todo historia, magia, hechizos, humor, SEXO, misterio… Estuvo muy bien condimentado.
Muy interesante la clase que nos diste de historia, me gustó que hayas mencionando México. 🙂
No me gusta la pareja de ASP/AC pero debo admitir que tienen mucha química (y en este capítulo física 😉 ) lo único malo es que los dos están siendo infieles y eso es muy feo.
No tengo idea de quien pueda ser la persona del cigarrillo, pero si lo que quiere hacer es extorsionar a Al, lo va a pasar muy mal. En este cap Al se porto «razonablemente», pero supongo por que estaba Anne.
Gran capítulo Martincitolindo (pfff! Meses que no te decía así, jajajaja) espero con muuuucha paciencia el siguiente.
Salu2!
Martín is back in town!!
Han sido tres meses? Bah! con esta calidad como si tardas un año. Brutal el capítulo y el final…. gggggggggg, maldita sea, ¿cómo nos dejas así, con la intriga? jajaja
Martiiin buenas noochees? que tal vas con el cap 206? muero por leerloo 😀
Martincho, Martin, como quieras que te llame! Al fin! Un capi nuevo…Y QUE CAPITULO! Me encantó, he de admitir que la espera fue un poco larga, pero todos tenemos vida aparte del fanfic, así que no podemos hecharte la culpa por ocuparte de tu vida como hacían algunos trolls en sus pasos fugaces por el blog xD.
En cuanto al capítulo, cuando leí el título no sabía que pensar, que podía pasar, me sorprendí mucho, yo estaba casi seguro de que Annie se enteraba de la magia gracias a un ataque de ira de Valerie que de alguna forma se enteraba xP jaja, no se por qué pero se me habia venido a la mente y estaba seguro.
Y en cuanto al final, mi primera impresión fue Livius, por lo de fumar, pero a los pocos segundos me di cuenta de que es casi imposible que Liv traicione a Al.
Bueno, para mi uno de los mejores capítulos del fanfic.
Saludos!
«auch, cuando movió su pieza…» jajaja muy buena
Al fiiin Martín! Juro que ya estaba muriendo de la abstinencia de capítulos nuevos… Y no decepcionaste, muy buenos los dos 🙂
PD: Juro que lo que más espero es saber la reacción de Valerie cuando se entere de que Al la engaña…
wow al fin noticias tuyas..
y me encanto mucho como esta dando el giro.. mm me dejaste 0.0
saludos..
¡¡¡¡¡MY DEAR LORD!!!!. ¡¡¡¡¡SI ME HACIA FALTA LEER CAPITULOS!!!!!
Releyendelo, pienso en si el hecho de que fueran a ver The Rocky Horror tiene algo que ver con The Perks of Being a Wallflower. ¿Tú qué crees Martín?
No he visto The Perks…, y escribí el capítulo mucho antes de saber de su existencia.
Saludos!